3.- Zanahorias sangrientas.

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01 de enero del 2012

Todo estaba mal. Sí. Todo estaba jodidamente mal. Las manos le temblaban al igual que las piernas, el rojo de la avenida le recordaba al cabello de ella. Había zanahorias tiradas por todos lados, zanahorias con tonos rojizos y ojos color café o miel. ¿Zanahorias? ¿Zanahorias a las tres de la madrugada en año nuevo en una calle sola y oscura? ¿Qué sentido tenía eso? Exacto, ningún puto sentido. Se restregó las manos en la cara fuertemente, en su cabello, en toda su horrible cara, en sus ojos que no servían de mucho. Cuando volvió a abrir los ojos ya no había zanahorias y eso le hizo sentir verde. Ahora había sangre y el negro estaba de vuelta. Rogaba al cielo sin estrellas que regresaran las zanahorias. Había mucha sangre y no estaba soñando. Supo que no soñaba cuando se rasgó la pierna con un cuchillo muy afilado que llevaba consigo por alguna razón. Le dolía. Era bueno/malo. Más malo que verde. Bueno. No estaba soñando y no recordaba que hacía ahí. Sabía por obra de quien sabe que cosas que era año nuevo.

-Querido año nuevo, siempre empiezas con cosas extrañas. ¿A qué te diviertes viendo mi desastre de vida verdad?

Cerró los ojos, su vista iba dirijida hacía el cielo. Agachó la cabeza con los ojos aún cerrados. Los abrió y vio el objeto causante de todo eso. Y como si hubiera traído gafas oscuras todo este tiempo, al ponerse aquella mascara blanca con rojo vio como era todo en realidad. No zanahorias, no ojos color miel. Sangre sí, el cadáver de un perro sí, un camino de sangre que iba dirigido hacia el cuchillo en su mano, sí. Se alegró, todo estaba más verde. No había sido grave y pudo respirar con tranquilidad. Era un perro, al menos no había sido como el año pasado con Ly. La diferencia era que con ella, con ella todo era perfecto, todo estaba bien. Matar a la amiga hipócrita de Ly en año nuevo era bueno, era bueno porque estaba con ella. No habían hecho nada malo. Solo usar mascaras. Y cada aniversario que se las colocaban pasaba algo diferente. Algo (malo) bueno.

Eleonor le había dejado salir del (casa) circo porque uso miles de pretextos sentimentales, como que iba a ser año nuevo y en verdad tenía que ir a su casa por su caja. Que no podía vivir sin su música y bla, bla, bla. Unas cosas eran ciertas, otras no tanto. Le dejó salir aunque aun no conocía a Ryan, aunque las últimas consultas no habían avanzado nada, él hacía las preguntas. No ella.

C-A-S-A.

Fue a ese lugar, le trajo miles de recuerdos y se quedó ahí quien sabe cuántas horas, solo cuando vio el reloj ya eran las dos de la madrugada. Una sombra lo perseguía y no sabía exactamente si era real o no. Una sombra que estaba ahí siempre. Incluso cuando no había luces para producir sombras, sentía una sombra. Le olía a que estaba relacionada con las zanahorias. Y eso no era para nada bueno.

«Ya regresa al circo cariño es muy tarde.» Le susurró al oído esa hermosa voz.

Seguía en esa solitaria avenida en la que no había ni si quiera un vagabundo. Incluso a un vagabundo ratero le daba miedo un hombre con una máscara a las tres de la madrugada, con un cuchillo en mano que hablaba solo. Ignoró de donde provenía esa voz pero le hizo caso. Como siempre, siempre solía hacerlo.

‡‡‡‡

- ¿Y qué hizo ella? ¿Por qué le vamos a hacer eso?

Pregunto con demasiada intriga antes de ponerse la máscara, su cabello castaño cubría su frente, la pelirroja zanahoria le quito esos mechones que le tapaban la vista de los hermosos ojos de su chico.

-La conocí hace poco, pero me trata mal y me dice que no te merezco. Que soy una persona horrible y tú eres un hombre maravilloso. No sé porque lo dijo pero necesita morir. Y créeme que le haremos un favor pajarillo, siempre lleva cortadas en sus antebrazos muestra de que es suicida. Es año nuevo, estará ebria y todos pensaran que ella se suicidó. Además es muy hipócrita. Le hacemos un favor al mundo.

Respondió con total serenidad su novia mirándolo a los ojos, como si se tratase de lo que fueran a cenar. Por alguna razón eso estaba muy (mal) bien. Si ella lo decía estaba perfecto. No lo dudaba.

-Muchas gracias mi lindo pajarillo, gracias por convencerme de que usáramos las mascaras en año nuevo. Definitivamente será una excelente manera de iniciar este año.

Y lo besó, ambos con mascaras en mano. El primer beso de aquella retorcida pareja a unos metros de distancia de la casa de Karina Reolt. Quien estaba bebiendo sola en su casa, la ultima copa de vino tinto de su vida.

‡‡‡‡

- ¡RYAN! ¡Por enésima vez señor Parnel cuando hable conmigo trate de concentrarse en la plática, no se vaya, no deje que su mente vaya a otro lado! -Gritó Eleonor en la entrada de su casa, frente a un Ryan todo mojado y con una caja de madera en las manos.

-Perdón Eleonor, es tarde lo sé, pero tengo que regresar a dormir aquí. Se lo prometí a Mariana. Estaré aquí hasta que tu digas que puedo salir. Lo siento. ¿Puedo pasar? Ni si quiérame di cuenta de cuando empezó a llover.

-Pasa. -Cerró la puerta tras él y se acomodó su bata para dormir. -Recuerda que te dejé salir con la condición de que me contaras todo lo que hiciste allá afuera. A toda acción hay una reacción.

- ¿Quiere que se lo cuente ahora? Realmente estoy cansado y necesito dormir.

-Me lo cuentas la próxima consulta, ve a tu nueva habitación.

- ¿Nueva?

-Así es, la habitación blanca es para los recién llegados. Tomalo como un regalo de año nuevo. La puerta tiene tu nombre.

-Nunca he visto a los otros pacientes.

-Porque no deben verse. Yo controlo los horarios Ryan y no te toparas con ellos a menos que yo lo decida.

-Suspenso, genial. Me voy a dormir Doctora noche.

- ¿Doctora noche?

-La noche siempre viste de negro y siempre luce hermosa.

El castaño se volvió hacia las escaleras con la caja en manos pero casi pudo sentir como Eleonor sonreía a sus espaldas. Con un poco de rubor.

Se sentía algo emocionado por su nueva habitación, estaba en medio del nombre de Jason y Zara.

La puerta de la habitación de Zara estaba abierta, se alcanzaban a salir unos rayos de luz... grises.

Se sintió observado, alzó un poco la mirada y vio su ojo, un ojo color miel que le recordaba a... No quería pensar su nombre (Leylen) no quería deprimirse en ese momento. (Leylen) La puerta de Zara de cerró al instante en que los dos hicieron contacto visual. (LEYLEN). Era casi inevitable no pensar en ella (Ly) porque con cualquier cosa. Escuchaba a fuerza su nombre.

-Leylen...

Fue lo que dijo al entrar y ver su habitación con sabanas rojas y unos que otros detalles rojos. Su color favorito.

Y cuando estaba a punto de caer en un profundo sueño, ella estaba ahí junto a él, en su cama. Abrazándolo.

Cordura en decadenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora