Alise. XV

299 114 170
                                    

—Te daré un día para pensarlo—dijo Jonathan—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Te daré un día para pensarlo—dijo Jonathan—. Y espero que tu respuesta sea finalmente el sí que estoy esperando —terminó de saldar las distancias uniendo finalmente sus labios a los míos, muy sutilmente, en un beso inacabado, y luego se evaporó en el aire, y con él todo su encanto.

—¿Te encuentras bien?

La inconfundible voz de Sonia me devolvió a la realidad. Pestañeé un par de veces para salir de mi estado de aturdimiento y focalicé la vista en la zahorí.

—Eso creo... pero, ¿qué pasó? ¿Dónde estabas tú?—pregunté, tomando conciencia de que la hechicera se encontraba sentada frente a mí, del otro lado de la mesa, ocupando aquel sitio que minutos atrás estaba vacío. Pasé la vista por el cuarto. La habitación también se mantenía inalterable. Todos los objetos, el mobiliario, estaban intactos y en sus respectivos sitios.

—¿A qué te refieres Alise? Yo he estado aquí todo el tiempo—musitó Sonia, frunciendo el ceño, confusa.

—No, tú no estabas. Habías desaparecido y Jonathan estuvo en tu lugar. Ha hablado conmigo—balbuceé, sintiéndome aún más desconcertada que ella.

—Esto es muy extraño—la anciana se rascó su cabeza cana, de forma pensativa y luego dijo—: Es posible que se tratara de un caso de posesión—me sobresalté al oír aquella teoría—. Pienso que quizá Jonathan me poseyó para hablar contigo. Me ha pasado otras veces. Mi cuerpo es como un canal de comunicación entre varios mundos.

Mis ojos se abrieron de par en par. Estaba completamente atónita por las implicancias que aquello conllevaba, sin mencionar el hecho de que una parte de mí, una vocecita interior, me susurraba burlonamente que había estado a punto de besar a Sonia.

—¿Pero por qué haría eso? ¿Acaso no podía haberse materializado ante mí, para hablarme directamente?—indagué, algo renuente a aceptar aquella hipótesis.

—No puede. Mi hogar está protegido contra enemigos—admitió—. Si quería comunicarse desde otro plano, aquello era la opción más viable.

"Vale, estuve liando con Sonia. ¡Joder!"

—¿Entonces Jonathan se encuentra en otro mundo? —inquirí desembarazándome de los otros pensamientos y concentrándome en lo que era importante. La anciana asintió.

Ahora no tenía dudas de que el cretino se encontraba oculto en el Reinado de la Oscuridad. Tomé asiento junto a ella intentando calmar mis alterados nervios.

—¿Tú recuerdas todo lo que él dijo a través de ti...o lo qué sucedió?—pregunté sintiéndome nuevamente avergonzada, pero por motivos diferentes.

Era posible que Sonia ya hubiese sabido cosas de antemano, como lo de los sueños, y anhelos, por su condición de vidente. Pero lo que había sucedido hacía un momento me dejaba totalmente en evidencia ante ella. ¿Cómo podría resistirlo?

—No—confesó al fin, y sentí que el alma me volvía al cuerpo. Esa sola palabra estaba cargada del suficiente poder para infundirme la tranquilidad que me faltaba—. Cuando me encuentro en ese estado de posesión, mi mente no está aquí, solo la parte física—explicó—. Pero también sucede que cuando otra alma toma completo dominio de mí, el reflejo de su ser opaca el mío, proyectando su propia imagen—eso explicaba por qué yo había visto a Jonathan íntegramente—. Este tipo de ilusiones y otras—prosiguió mi interlocutora—, solo las logran seres muy poderosos.

—Entonces no recuerdas nada—repetí, más que para ella, para mí misma.

—No sé nada de lo que pasó hace un momento Alise, pero por tu expresión puedo adivinarlo perfectamente—de pronto me puse lívida. Podía sentir como el color y el calor se iban extinguiendo de mi faz dejándola totalmente pálida y fría—. Sabes que Nicholas no es hijo de Daniel, sino de Jonathan. Esa confesión realmente me descolocó. Ciertamente yo no era ajena a esa verdad, pero la pregunta era: cómo es que Sonia tampoco lo era. La anciana supo adivinar mis pensamientos y siguió hablando—. Lo supe desde el momento mismo en el que toqué tu vientre de embarazo Alise. Como también supe que tú desconocías lo que tu propio primo te había hecho.

Las lágrimas estaban amenazando con salir. Los ojos me estaban escociendo. Tenía tanta vergüenza por todo lo que había pasado. Aunque yo había sido engañada, eso no quitaba el hecho de que había tenido relaciones carnales con un miembro de mi propia familia, que además era el padre de mi hijo y sobre todo, un ser despreciable y maligno.

—¿Por qué callaste?—pregunté en un susurro, mientras las lágrimas corrían por mis mejillas, de forma inevitable. Ni siquiera me esforzaba en limpiarlas. Me había rendido y deseaba que corrieran libres. Debía desahogar lo que mi corazón guardaba.

—No quería añadirte más sufrimiento, o a Daniel— dijo con sinceridad y gesto apesadumbrado. Estiró su mano sobre la mesa, para palmear la mía—. Confiaba en que podrían dar con el paradero de Jonathan y acabar con él mucho antes de que la verdad emergiera, pero en vistas de que eso no pasaba, pensaba decírtelo hoy mismo. Aunque el muy maldito se me adelantó e intuyo que no tuvo el mínimo tacto en su confesión—chasqueó la lengua e hizo una mueca de disgusto.

—No lo tuvo...pero ya no tiene importancia—suspiré y pasé el dorso de mi mano libre por mis pómulos—. De todos modos gracias por intentar protegerme—repuse forzando una sonrisa—. Además, mirando el lado positivo, al menos no te sucedió nada malo cuando te poseyó el maldito, porque ¿qué pasaría si no hubiese querido abandonar tu cuerpo? Ahora serías su prisionera— sugerí, tomando conciencia del daño que el maligno hijo de Argos podría haber causado.

—La posesión no funciona de esa forma mi niña. Mi cuerpo es solo un préstamo momentáneo. Siempre me pertenecerá y eventualmente, quiera o no al otro ser, debe devolvérmelo. Aunque tienes razón en estar preocupada—reconoció y pude sentir como el aire a mí alrededor se helaba, mientras la mujer de ojos sabios hablaba.

—Lo sé, Jonathan es muy peligroso—corroboré.

—Lo es. Es sigiloso, hábil y astuto. Se mueve entre sombras, y hace uso de oscuros poderes con total ductilidad y eficacia; y acabo de darme cuenta por qué— hizo una breve pausa, y focalizó en mí, mientras aferraba mi mano. Su tacto estaba completamente gélido—.  Me estoy sintiendo mal pequeña y siento que pronto me desvaneceré. Han envenenado mi sistema y esto solo ocurre en un tipo de posesión...

Mi rostro era una máscara de horror. Trataba de absorber todo lo que decía aquella mujer que se iba debilitando frente a mí, mientras pensaba en la manera de ayudarla.

—Sonia ¿dime qué hacer? ¿Qué tipo de posesión sufriste?—pregunté con desesperación.

—Uno...de posesión demoníaca—susurró respondiendo a mi última pregunta, soltando mi mano, al tiempo que la luz se escapaba de sus pulidos ojos acerados.

Místicas Criaturas. El Reinado de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora