El hecho de que me aceptaras tal cual era, me hacía sentirme muy afortunado de tenerte. Algunas personas nos veían mal, a otras simplemente no les importaba.
Aún así nunca me rechazaste, el hecho de ver tu sonrisa, y escuchar como con tanto orgullo afirmabas ser mi pareja, me hacía sentir la persona más afortunada de este mundo.
La manera en la que me mirabas, la manera en que tomabas y mostrabas nuestras manos entrelazadas al público. Aquellas palabras que día con día me hacían sentirme feliz, feliz y amado.
Todos esos pequeños detalles que me llevaron a caer enamorado profundamente de ti. Estaba tan agradecido... De poder tenerte, de poder besarte, de poder ver aquellos ojos gatunos que me volvían loco, de escuchar tu bella sonrisa, de tus actos con doble sentido, porque sí... Después de tanto tiempo juntos comencé a descubrir cosas nuevas sobre ti, no eras tan inocente como parecías y eso me enloquecía.
Cada acto me hacía descubrir algo nuevo de ti y eso era completamente maravilloso.
Yo seguía sin poder creer que me amaras tanto como lo hacía yo contigo.
Pero juro con todo mi ser, que era la persona más afortunada de este mundo.
Lo era Jun.
Lo era por tí.
Y tú...
¿Lo eras por mí?
