Buscaba refugio en cualquier lugar, sin saber que terminaría en las garras del lobo, con inocencia en su corazón, pero marcas que en su piel demostraban que no importaba cuán ser inocente era, su cuerpo ya estaba tatuado por la impureza.
Lo tenía todo ó eso es lo que la gente decía tras su espalda. Hijo de una doctora muy reconocida en Seúl y de un empresario realmente admirado, de eso vivía el pequeño Lee Chan.
Catalogado como niño de papi o mami, sin saber que ambos trataban de la peor manera al pequeño hasta el punto de desconocer a su único hijo.
Todo había comenzado cuando la familia le obligó a ser una persona correcta. El padre de éste había lo había comprometido a los 10 años con la hija de un empresario de un alto rango.
Lee Chan no era de los que se quedaban callados, así que a la edad de 12 años cuando estaban en una reunión familiar, se animó a confesar que era homosexual, como consecuencia, el compromiso con la pequeña Jaemin había sido roto.
Pero eso no era todo, su padre lo rechazó y su madre lo ignoró. Creció presiondo por ellos, hasta que a los 16 años su madre al no soportar ver a su único hijo de esa manera, le obligó a que se mudara a otro lugar; Comprometiéndose de que aún pagaría todo lo que éste necesitara.
Al principio Chan lo tomó como una gran oportunidad de ser libre, pero, no duró mucho tiempo... La soledad y tristeza comenzó a hacerse presente.
Con tan solo 16 años comenzó a buscar refugio en cualquier persona que se le pusiera en su camino, él tenía la esperanza de encontrar a alguien que lo amara.
Con el tiempo entró en razón; Esas personas que se acercaban a él no traían buenas intenciones y el no lo podía ver...
Intentó huir, pero los malos ratos lo traían devuelta.
Y aunque supiera que estaba mal, ya no podía liberarse tan fácil; Su gran inestabilidad le decía que estando con aquellos chicos podía sentirse importante por un mínimo momento.
Lee Chan suplicaba por un poco de amor.
