Capítulo 24 : "En la playa de Malibú"

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Capítulo 24

"En la playa de Malibú"

Harold:

     Si ese era mi castigo. El veredicto final que necesitaba mi vida, no había manera de escapar de él. Ellos estaban allí, como si la vida quisiese restregarme una vez más lo que me merecía por todo lo que le había hecho a Ariana. Ahora era la novia de Robert. Todo aquello, en ese instante, me hacia sentir desvanecido de mí. Deseando que la tierra se abriera en ese momento y me tragara por completo. Y aún más después de ver lo hermosa que ella estaba. Se me había hecho difícil no verla, a pesar que estuviera de espalda, a mí.


—¡Idiota!... ¡Reacciona! —me había tenido que decir.


   Podía adivinar lo que ella deseaba en ese momento: Verme lejos. En su cabeza solo rondaba la idea de que yo nunca había existido. Podía leerlo en su mirada y en el gesto de su cara cuando se giró finalmente por educación y así evitarse dar explicaciones luego. Sabía que ella no quería estar allí, no más. Y sin embargo, no lo diría. Por respecto a Robert. Podía leer incluso su mente en ese asunto.


    Yo era aquel pasado que había borrado en su cabeza y ahora era como si nunca me hubiese amado.


     ¡Qué irónica puede ser la vida!... Ante había sido yo quien no la amaba. O nunca quise ver aquello que empecé a sentir por ella. Por ciego. Por inmaduro. Por tonto. Por no valorar lo que la vida me había regalado... Ahora, en ese instante, era yo quien la amaba y la necesitaba. Tarde... Tarde como siempre...


    Sabía tan bien que había perdido el camino hacia ella. Que había tomado un atajo, hacia otro camino, después de haberle dicho que solo había sido en mi vida una apuesta. Un atajo que simplemente me regresó a ella. Girando todo mi alrededor en mi contra.


    Ese había sido el resultado de vivir por tanto tiempo sin preocuparse del mañana. Ahora, en ese momento, sabía que estaba mal. Y que nunca supe que la había perdido. Que había perdido algo que necesitaría en mi vida para sentirme vivo.


    No en la marioneta, ni en el títere en que me había convertido.


—Hola, Robert... ¡Qué sorpresa!... No me esperaba verlos por aquí—dije disimulando el dolor que llevaba dentro de mí. Él era el novio de la mujer que yo amaba... Y para colmo, él me agradaba.


     No había nada que pudiese hablar en su contra. Aunque estudiara en otra universidad y perteneciera a un equipo contrario al mío.


   Ariana se mantuvo distante durante todo ese momento, después de bajarse del capo y colocarse a lado de Robert. Se había limitado a saludarme por cortesía, sin apartar aquella distancia que era visible, tanto para ella como para mí. Aquello me había golpeado aún más. Mis ojos se habían deleitado como nunca antes. Ella se acababa de colocar unos pantalones cortos y una camisa sin manga, que ocultaba su traje de baño, recordándome el motivo de porqué quizá habían ido a la playa de Malibú ese sábado, pasar un fin de semanas juntos. Y yo estaba de más.


    Y ella ya no me pertenecía.


    Ahora era la novia de Robert.


    El era el único que tenía el honor de mirarla como se me tenía prohibido a mí.


   Luego Ariana miró su reloj y le dijo a Robert que se les hacia tarde para regresar. Él miró su reloj y comprobó que era cierto y se despidió de una manera esquiva, ni me había permitido que me acercara a ella. Su mirada había sido inquisitiva y arisca cuando giró, dándome la espalda, antes de que Robert le siguiera.


    Él no había notado aquel ambiente tenso que había entre Ariana y yo.


   Lo vi subirse en su automóvil, mientras yo me mantenía inmóvil. Hasta que reaccioné. Las lágrimas empezaron a bañar mi rostro por primera vez a causa de la impotencia que sentía. Pues me lastimaba más que ya no me amara a mí. Y que no fuese yo quien estuviese en el lugar de Robert. Sabía que nunca volvería a mi vida, por lo que ya no había más que pensar.


   ¡Era culpable de todo aquello!


   ¡Yo había jugado con sus sentimientos!


   Sin embargo, deseaba que la vida me explicara por qué se empeñaba tanto en cruzarla en mi vida. Si ya yo había recibido mi castigo. El perderla para siempre era el castigo que había recibido. Nunca lograría encontrar su perdón. Ya con su manera de mirarme me lo dejaba en claro.


      Mi mente quería estallar.

Ariana:

—¿Por qué estás tan callada? —me había preguntado Robert al observarme tan callada, desde que habíamos subido al automóvil y el conducía de regreso a UCLA.

—Estoy cansada... Es solo eso...—mentí, al no querer dar más explicaciones—. Creo que me he bronceado demasiado. Necesito tomar un baño e irme a descansar.

—¿Segura? —me preguntó con curiosidad.

—¿Por qué tendría que mentirte? —le expresé, después de buscar su mirada.

—Pareciera como si estuvieses molesta.

—No... ¿Por qué lo estaría? —sonreí, recordándome que ahora yo estaba con él.

—No lo sé, solo que me dio la impresión después de subir de nuevo en el automóvil.

—Sólo son ideas tuyas, Robert... Yo simplemente estoy agotada. —dije al recostarme más en mi asiento. Fingiendo estarlo, lo más creíble.

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Gracias por sus votos, apoyo, comentarios... No se imaginan mi alegría al saber que les has gustado mi novela. Saludos :)

Dije que te amaba... Pero mentíWhere stories live. Discover now