VIII

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VIII

La luna resplandecía sobre la superficie transparente del agua. A pesar de que era una noche fría, la mujer a las orillas del lago iba únicamente vestida con una túnica blanca, casi transparente, que dejaba parte de su espalda al descubierto. La luz del satélite lunar le iluminaba tan solo una parte del rostro, creando un contraste de sombras en su mentón y pómulo derecho.

Aquella mujer ya no observaba la luna, se había girado y la observaba a ella, ahora expectante, indicando con su mano que se acercase.

Sophie sentía una atracción casi gravitatoria hacia aquella mujer, hacia aquel lago y hacia la luna; una atracción tan poderosa que no pudo quedarse plantada en el sitio.

Pudo sentir la tierra húmeda bajo sus pies descalzos y las hojas caídas por los inicios del otoño crujir a cada paso.

Pudo sentir la mirada de la misteriosa mujer penetrando su carne y escrutándola hasta los huesos. La mirada de aquellos ojos inhumanos, aquellos ojos de color rosa que la observaban de forma altiva y salvaje.

Sophie, ten cuidado — dijo esa mujer, interrumpiendo el silencio reinante en el bosque. Su voz parecía demasiado infantil, muy diferente a la que habría esperado de alguien cuya mirada atemorizaba al resto. Pudo darse cuenta que sus rasgos no eran tan adultos, sino más cercanos a la adolescencia que a la madurez—. Estáis todos en peligro.

Phie despertó con un grito, con el pecho subiendo y bajando, la respiración entrecortada y la certeza de que aquel sueño había sido demasiado real.

Al escuchar el chillido que su compañera de cuarto había emitido, Jekai también se despertó, con el cabello alborotado y frotándose los ojos.

— ¿Ha pasado algo, Phie? — la voz dulce de Jekai sonó menos melódica que de costumbre y más cansada.

Sophie negó con la cabeza, tratando de calmarse. El sueño le había parecido demasiado real, tan real que si se esforzaba todavía podía sentir las hojas y la humedad de la tierra bajo sus pisadas.

— Tan sólo ha sido un sueño, siento haberte preocupado — la chica se incorporó en la cama y se ajustó la camiseta que usaba para dormir, que del sudor se le había pegado a la espalda.

Cuando quiso darse cuenta, Jekai estaba sobre su cama, con gesto maternal, iluminada por la vela aromática que descansaba sobre la mesita de noche de Phie.

— En ese caso puedes seguir durmiendo sin preocupación — la pelirroja le acaricio la cabeza y Sophie no pudo evitar preguntarse si también habría hecho lo mismo cada vez que su mellizo había tenido una pesadilla.

— Lo extraño del sueño —dijo la chica de los ojos oscuros, reflexiva— es que no es la primera vez que sueño con esa persona.

Jekai esbozó una sonrisa a la chica que tenía en frente.

— Eso no tiene nada extraño, es totalmente normal soñar con alguien conocido. Muchas veces en los sueños es dónde podemos realizar conductas que en nuestro día a día no podemos, depende del contenido del...

— No conozco a la persona con quien he soñado.

La mano de la chica se detuvo.

— ¿Qué quieres decir? ¿Estás segura que no la conoces de nada? ¿Ni siquiera de vista?

— Es la misma mujer, con los ojos rosas, que me invita a seguirla — la muchacha asintió—. Esta vez incluso me ha hablado. Me ha advertido que tenga cuidado.

La Academia [Saga Hijos de Apolo] #1Where stories live. Discover now