Capítulo 9

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Estaba tan cansada debido a las continuas emociones vividas en Reading que cuando llegó a su casa lo que menos le apetecía, era escuchar uno de los sermones de su abuela por haber llegado tarde. Ajá, había llegado exactamente a las dos de la madrugada, encontrando en la entrada de su hogar a la inigualable señora Britt, cruzada de brazos con su típica bata de color crema hasta las rodillas y zapatillas a juego. 

Madison intentó contener la risa después de ver la escena, pues aquello sin lugar a dudas le había parecido cosa de películas humorísticas.

Después de haber escuchado por parte   de  su  abuela lo inadecuado que era su comportamiento, subió a su habitación con pies de plomo.

No dejaba de rondar por su cabeza todo lo sucedido hacía unas horas. 

Ella realmente amaba el noviazgo de Alex y Adam porque, ambos a pesar de la distancia, habían conseguido superar muchísimos obstáculos, haciendo que con ello su relación se hiciera todavía más fuerte, y ahora estaba viendo que todo lo construido durante tanto tiempo estaba desmoronándose como un castillo de arena.

En esta clase de ocasiones era cuando Madison más que nunca dudaba del amor, que nada duraba para siempre, y que a pesar de las constantes batallas por este sentimiento, difícilmente se podría salir ganando.

«No quiero enamorarme. Nunca»

Tal como lo pensó, la imagen de Nathan se presentó en su mente, no pudo evitar sonreír.  Cuánto agradecía el apoyo que le brindaba siempre y cuando lo necesitaba, era alguien que nunca la había defraudado, decepcionado. Nunca.

Simplemente por esos significativos detalles conseguía que Madison quisiera besarlo en cada momento, compartir nuevas experiencias junto a él, estar a su lado sin importar el qué o nada. Porque Nathan era alguien que la hacía feliz y que por ello lo quería con locura

Con una extraña, pero a la vez bonita sensación en el pecho mientras pensaba en Nathan, se quedó totalmente dormida.

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—¡¿Qué has hecho qué?!

El grito de Alex se escuchó por todo el vecindario. Madison decidió contarle a su amiga lo que había hecho en el día anterior junto a Nathan mientras se dirigían al instituto. La idea de ocultarlo no le pareció buena , sobre todo sabiendo que Adam no haría nada para solucionar el conflicto que provocaba el desequilibrio en su relación.

Pese a todas las quejas de Alex, Mad le contó con lujo  de detalles todo lo que había dicho Adam, y cada palabra que la chica decía, conseguía hacer que los brazos de su compañera se hundieran como un barco a la deriva.

—Es un imbécil que solamente piensa en sí mismo—sentenció Madison—. No te merece.

Alex se quedó en silencio, sin decir ni una sola palabra. Simplemente escuchaba, fue ese el instante en el que la joven castaña supo que su amiga estaba asimilando el mensaje. Y no dijo nada más.

Más tarde, llegaron a las puertas del instituto. Mad visualizó a Alex, alejándose para irse a clase, estaba preocupada ya que conocía su actitud cuando no se encontraba emocionalmente bien, siempre solía alejarse de todo y todos dejando de ser ella misma.

Aquella faceta era algo que, indudablemente, Madison odiaba.

«Tenía que haber golpeado a ese idiota. ¿Y ahora cómo me voy a sacar el mal humor de encima?»

—Buenos días—el susurro de Derek en su oído hizo que sintiera un escalofrío.

«Lo que me faltaba». Mad se giró con el ceño fruncido—¿Qué quieres?

Madison #PGP2019©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora