Capítulo 2: "Rowling"

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Cuando llegué a casa me encontré a Lily sentada en el sofá, viendo telebasura. Me miraba con los brazos cruzados y muy seria.

—¿Se puede saber dónde estabas? —se puso de pie con sus brazos cruzados y alzó su ceja izquierda.

—¿Se puede saber qué haces aquí? —me acerqué a ella y repetí su gesto.

—Me encontraba muy mal, tuvo que ir Daniel a buscarme porque tú pasaste de mí —me señaló con el dedo culpándome tratando de intimidarme. Jovencita...

—Lo siento, ¿qué te pasa?

—Me duele la tri... ¿Dónde estabas?

—No me controles —me burlé—. Fui a saludar al tito Tom —no era nuestro tío, pero como si lo fuera. Prácticamente era nuestro padre. Ella sonrió.

—Ya me podrías haber llevado —se quejó y yo alcé mis cejas.

—Es que tú, señorita, deberías estar en clase —esta vez la señalé yo con mi dedo índice.

—¿Me invitas a una pizza? —me mostró una sonrisa grande, se le veían todos los dientes, yo abrí mis ojos y me indigné.

—¿Pero a ti no te dolía la tripa? —ella rió tímidamente.

—No hay nada que una buena pizza no cure —me miró con su cara angelical y me convenció.

—Vamos, anda, escaqueada —pasé mi mano por su hombro, cogí las llaves que estaban encima de la mesa y nos fuimos a la pizzería más cercana.

(...)

Llegué al bar de Tom con el único deseo de que nadie quisiera follar conmigo. Fui vestida normal, Tom me dijo que ahí tenía vestuario y podía coger lo que quisiese. El bar tenía todas las paredes pintadas de rojo, las luces estaban oscuras, solo estaba iluminado el escenario donde habían tres chicas bailando en la barra con todos los borrachos babeando a sus pies. A la izquierda había un largo pasillo que daba a las habitaciones, habían habitaciones suficientes para que todos disfrutaran, y si no las hubieran, disfrutarían igual. Obviamente no se iban a quedar ellos sin su placer diario. Faltaría más. a la derecha se encontraba el vestuario, desde fuera logré visualizar a algunas chicas. Mis compañeras... Cerca del escenario estaba la barra y detrás de ella dos camareras a las cuales no paraban de coquetear y ellas no paraban de servir cervezas.

—Hola, cariño —Tom me dio un fuerte abrazo, yo le correspondí.

—Hola, Tom, gracias —sonreí.

—Ahí tienes todo lo que necesites —señaló al vestuario—. Todo es muy corto, pero coge lo más ancho que encuentres. No soportaría ver a los cerdos estos babosear contigo. Seguro las demás habrán cogido ya lo más corto que haya —me susurró en mi oído y alzó los hombros, yo asentí y me adentré en el vestuario.

Habían muchas chicas vistiéndose con trajes muy cortos. Se les veía hasta el alma.

—Hola, nena —una de ellas se me acercó con una dulce sonrisa—. Me llamo Megan, puedes llamarme Meg, bienvenida.

—Muchas gracias. Stacey, puedes llamarme Stay —le estreché mi mano pero ella con mucha confianza me dio un abrazo. Cuando nos separamos me guiñó el ojo y salió afuera. Se subió al pequeño escenario y empezó a bailar en la barra. Todos los chicos gritaban y le pedían que se desnudara.

Mis piernas empezaron a temblar cuando vi lo que me esperaba, todos babeando por mi y tocándome todo lo que quisieran.

Empecé a cambiarme dentro del baño, algunas me miraron raro pero me daba vergüenza cambiarme delante de todas, no las conocía.

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