-Encantada – dije finalmente sonriente -, pero yo no se quien eres.

-Niccolo – respondió tranquilamente.

Niccolo, pensé.

-Tienes el mismo nombre que mi hermano, ¿sabes? Solo que el tuyo está en otro idioma.

Él rió. Tenía la risa más bonita que había escuchado nunca. Momentos como aquellos son los que recordaría para siempre.

-Supongo que no puedes dormir – dijo.

-Supones bien – contesté.

-No me extraña. Si yo fuese tú, tampoco podría dormir – meditó –. Aunque no puedo dormir ni siendo yo mismo...

Se miró las manos y luego no miró nada en especial. Era un muchacho interesante. Y yo era una muchacha curiosa.

-Yo sé por qué no puedo dormir, pero, ¿por qué no puedes dormir tú? – pregunté resaltando la palabra 'tú'.

Me observó delicadamente. Probablemente discutiendo si debía confesarme aquello que le atormentaba o si debía actuar como si no hubiese oído la pregunta. Chico listo.

-Doy por hecho que lo que te cuente quedará entre nosotros – dijo calmado mientras se encogía de hombros –. Como te he dicho antes, vine ayer de un viaje. Fuimos a una zona a los alrededores de palacio para que Giovanni, un amigo con un oído impresionante, pudiese captar las conversaciones de una reunión.

-No me digas más – dije –. Planean un ataque.

Él asintió.

-Era de prever – musité –. Se lo dije a Trick, por cierto, pero pareció no hacerme mucho caso. Se lo dijimos a los que vivían aquí, y parecieron impresionados, pero no creo que vayan a hacer nada al respecto.

-Ahora lo harán. Parece que quieren hacer un ataque. Saben todas las localizaciones de todos los campamentos. Y eso nos asusta a todos. Porque no sabemos lo que planean con exactitud.

-Ya mataron a uno de los nuestros. Era amigo mío. Y los muy estúpidos planeaban matarme a mí también. Y al resto de mis amigos. La verdad es que no sé que ha sido de ellos. El rey tiene una sola habilidad, pero... me asusta. Consiguió confundirme. Y sigo confundida. Y no sé qué hacer. Porque me hizo creer que los había matado a todos. Pero ni siquiera sé si es verdad.

Seguí hablando de manera nerviosa. Con frases cortas, sin realmente saber lo que decía. Solo necesitaba desahogarme, y de alguna manera lo estaba consiguiendo. Confesándole a aquel desconocido tan agradable mis temores.

-... así que no sé qué hacer – terminé.

Él se llevó una mano a la cabeza y la otra la metió en uno de los bolsillos de su pantalón, pensativo. Demasiados pensamientos debían estar cruzando su cabeza, y parecía cansado.

-Mañana hablaremos. Tráete a los príncipes porque-

-¡Nicco! ¡Niccolo! ¡¿Dónde demonios se habrá metido?! – oí que decía una voz masculina.

-¡No sé! ¿Te crees que yo lo sé? ¡Ah! ¡No tengo la visión esa que tiene Felippo! – saltó una voz femenina.

Mi nuevo amigo me miró gracioso. A juzgar por su expresión facial, él conocía al chico y la chica que lo reclamaban.

-Mañana. Puedo ir yo a buscaros. – Asentí. – Espérame por la mañana, no muy temprano.

Y así terminó nuestra bonita conversación. Él se desvaneció en las sombras, yendo junto a sus amigos, y yo volví a intentar dormir.

La Reina Perdida [SC #1]Where stories live. Discover now