22. Vida y muerte a las 21:43.

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Honey

Pepper me mira sin parpadear, Baxter sólo está en silencio. No los había visto en un buen tiempo, de hecho, desde que Kerrick se fue me dedico a tiempo completo a Mikael y a Chan.

—¿Se puede saber por qué no me habías dicho que Kerrick se fue, si ya han pasado dos meses?

Dos meses, me frustra lo rápido que está pasando el tiempo. No lo he vuelto a ver y lo último que supe es que su padre está muy enfermo por un tumor. No sé cómo acercarme sin que se mal interprete.

—Porque no quería —le respondo—. Aún duele y lo extrañamos.

»Pero no tenía más opción. Su padre se metió con mi hijo y con mi familia, los iba a dejar en la calle. No podía permitirlo, no soy egoísta.

—¡Qué desgraciado! —exclama Pep.

Baxter sostiene a Crystalie, la niña es preciosa y está más grande.

—Lo es —apoya Baxter.

También me preocupa el hecho de que Mikael está próximo a nacer y cuando llegue el momento no habrá nadie a mi lado.

De un momento a otro, Pepper me mira con cara preocupada y me pongo alerta. Sostiene su celular en la mano.

—Kerrick está llamando —dice.

Contesta, habla normal al principio pero luego su tono no es bueno.

Me pasa el celular y sé que quiere hablar conmigo, siento que las manos me tiemblan. Lo extraño.

—¿Kerrick? —murmuro.

—Ya han pasado dos meses, Honey.

»Necesito verte, sentirte, abrazarte y todos los términos cursis que pone la gente normal. No sabía si contestarías tu celular, así que te llamé al de Pep, porque ella es buena cubriendo.

»Estoy abajo, quiero ver a mi hijo, quiero verte. Te pido por favor que bajes, te necesito a mi lado. Mi padre pronto se irá, sé que necesitaré recuperarme. Pero quiero hacerlo a tu lado porque eres mi ancla. Ya no puedo seguir así.

Cierro la llamada y salgo del cuarto con la poca agilidad que tengo con ocho meses de embarazo. Tomo al rubio pequeño de la mano y salimos del departamento. Soy como un pingüino que intenta caminar con velocidad. Mi hijo me pregunta adónde vamos con tanta prisa, pero no quiero perder mi tiempo si no es con él.

Cuando lo veo, un nudo se me atasca en la garganta. Su cabello ha crecido y se ve demasiado atractivo para mis normales ojos, su piel sigue siendo tan blanca como siempre.

Cuando me mira, sonríe con alivio y ahora rompo en llanto mientras dejo que Channing suelte mi mano.

—¡Papá! —exclama el rubio.

Dejo que corra hacia él. Lo abraza como nunca va a abrazar a ningún otro hombre que diga que es su padre y eso me encanta.

Luego viene hacia mí, me abraza como puede porque mi vientre ha crecido mucho. Su mano está en mi cabello, que lo he cortado de nuevo, sus labios se pegan a los míos y se siente bien. Siento que en ese gesto nada ha cambiado.

—Mentí, mentí —sollozo—. Mentí cuando dije que no te quería, Kerrick. Lo hago, realmente. Te quiero.

—Lo sé —sonríe—. Y yo te quiero.

Lo abrazo nuevamente, dejo que su olor me haga sentir bien nuevamente y Channing está feliz de verlo.

Demasiado feliz.

***

Resoplo una y otra vez, no puedo dejar de hacerlo. Channing está algo asustado, Kerrick también. Mis manos exprimen todo lo que se me cruza en el auto.

—Kerrick, apúrate —murmuro.

Me había olvidado lo doloroso que era dar a luz. Las contracciones viene y van, me duele todo el cuerpo.

—Se suponía que aún no llegaba —me dice.

—¿Le vas a decir a tu hijo cuando nacer, River? —me enojo.

Con este dolor, todo me tiene de mal humor.

Llegando a la clínica ya estoy como un ogro, gruño y gruño. En el cuarto de la clínica estoy paseándome con una mano en el vientre, esperando a que el mísero doctor se digne a aparecer.

—Ya vine —dice.

Lo recibo con un gruñido. Hacen todo lo necesario para que yo esté cómoda para traer a mi hijo al mundo.

—¿Y Channing? —murmuro.

—Con Summer —responde.

Su mano me sostiene mientras hago todo lo necesario para que Mikael salga de mí. Su sonrisa temblorosa me dice que está asustado, pero feliz porque al fin vamos a tener a Mikael.

Lo que me preocupa es que su padre está en otra habitación, a punto de morir. Irónicamente una vida se pierde cuando otra viene. Sé que debo estar a su lado, debo estar apoyándolo y sosteniéndolo.

—Tienes que aguantar, aún nos falta la niña —me echa porras.

—¡Estoy trayendo a tu hijo al mundo y tú ya me estás hablando de una niña!

Él ríe y sigo pujando. Soy fuerte, yo puedo hacerlo. Estoy entre respiros y dolor, pero la felicidad ante todo.

No sé cuanto tiempo dura el proceso, pero empiezo a llorar cuando veo a Mikael en brazos de su padre. Es pequeño y hermoso.

—Hice bien mi trabajo —él me dice.

—No lo arruines —le digo riendo.

Me siento cansada pero nada me detiene para tomar a mi bebé en brazos, con delicadeza. Aún recuerdo cuando tomé a Channing.

—Nació exactamente a las 21:43.

Asiento y le sonrío.

—Estaremos bien —le digo—. Debes ir a ver a tu padre.

—No quiero despedirme de él.

—Ya lo perdonaste, ¿no es así?

—No podía quererte con un corazón lleno de rencor y veneno.

Le sonrío y sale de la habitación para ir a buscar a su padre y darle su último adiós. Sé que vienen tiempos difíciles, pero podremos con eso. Él ya se había despedido de su padre antes de que el doctor llegara para empezar con todo esto, ya le perdonó pero aún así no quiere irse de su lado. Me alegra de que ese hombre no se vaya con rencor en el alma.

Lo que yo no sabía, es que su padre ya se había ido exactamente a las 21:43.















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Disculpen otra vez las faltas ortográficas :c

¡Inténtalo, Kerrick!Där berättelser lever. Upptäck nu