5. Regalos antes de la invitación.

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Kerrick

Despierto con dolor en mi cuello, no puedo diferenciar el lugar en el que estoy hasta que mi mente se aclara después dos minutos. He pasado la noche en el departamento de Honey.

—¿Honey? —murmuro.

Mis ojos tardan en adaptarse a la luz que las ventanas me dan.

—Te quedaste dormido —me dice apareciendo, sale del cuarto del niño.

—Y supongo que no deseaste que me despierte —le digo.

Ella sonríe, se va a la cocina bajo mi mirada. Va con unos shorts de jean claro, una blusa blanca, descalza y con el cabello corto suelto.

—El desayuno casi está —dice.

Asiento aunque no me vea. Voy al baño bajo su permiso y entro, no me doy cuenta de que el niño está ahí, casi durmiéndose en el retrete cubierto.

—Ese no es un buen lugar para dormir, ¿sabes? —le digo.

—Mamá no me deja dormir hasta tarde —responde sin mirarme.

No ha huído. La mayoría de veces lo hace y aún no sé por qué, quizás se siente amenazado o celoso. Quizás no quiere compartir a su madre.

—¿Hoy no vas a la guardería?

—Es domingo —responde. Me mira con sus ojos verdes, como los de su madre.

Me río, porque es verdad. Nadie hace algo los domingos.

—Ya me voy —dice.

Sale del baño, va igual de descalzo como su madre. Me echo agua en el rostro y suspiro.

Al salir del baño, agarro mi celular y marco el número de mi hermana. Es la única a la que me place dar alguna explicación, aparte de mi madre cuando me llama.

—¿Por qué cojones no llegaste a dormir? —es lo primero que dice.

—Me quedé dormido en casa de Honey —respondo riendo.

Honey me mira mientras sirve un par de panqueques en el plato del niño. Él los recibe con mucho entusiasmo.

—Bien, papá llego tarde ayer y pasó a su habitación —dice—. Esta mañana le he dicho que saliste temprano.

—¿Alguna noticia?

—Mamá llamó —dice—. Mañana ya enviará sus invitaciones para su raro baile anual, pero a todos le gusta.

Lo había olvidado por completo. El baile de mamá, ¿cómo explicarlo? Mi madre es algo extraña, le gusta ese baile tipo Titanic o algo así, así que organiza uno anualmente. Dice que en bailes como ese tú podrías conseguir el amor. Sí, mamá está loca.

—Te llamo más tarde —digo.

Cierro la llamada y me acerco a Honey, sirve en un plato unos panqueques y me los entrega con un vaso lleno de jugo de naranja. Le pasa la miel al niño y luego a mí.

—¿Summer está enojada? —pregunta con cautela. Le sonrío.

—No —respondo—. Ella quiere verte.

Claro que estoy inventando esto. Pero nadie en mi familia sabe que Honey está embarazada, resulta que seré padre. Además nadie aparte de Summer la conoce.

—Oh, bien —asiente— ¿Le has dicho algo?

—Aún no.

En el baile se lo tengo que decir a mi madre, seguro lo entiende. Para mi padre no hay fecha de anuncio, él es más complicado.

Al final de la mañana, regreso a mi casa. Summer y mi abuela miran la puerta hasta que yo aparezco.

—Niño, casi haces que el corazón se me quede tieso —me dice mi abuela.

Sonrío y me siento junto a ellas. Dos de tres mujeres de mi vida, próximamente cuatro.

—Se quedó dormido en casa de una chica —le dice Summer.

—¿¡Ah!? —la abuela mira—. Tú no cuentas nada.

Me acerco a ellas de forma secreta, les sonrío.

—Voy a ser papá.

La abuela abre sus ojos al tope y Summer me mira con el ceño fruncido, luego me zarandean.

—¡Pero si no estás casado!

—¡Abuela, suéltame! —ruego, la mujer aún tiene fuerza—. Además, estos ya no son tus tiempos.

—Cuidadito, jovencito.

Le hago una mueca y ruedo los ojos.

—¿Quién es la madre? —mi hermana espera una respuesta.

—Honey —respondo.

—¿La misma Honey? ¿Honey Bennett? —murmura.

Asiento y ella parece estar aliviada. Sé que le parece mejor porque al menos a ella la conoce y se llevan bien.

—Pues hay que traerla a cenar —me dice la abuela.

—Eso será después de que se lo diga a mamá —digo—. Pienso llevarla al baile.

Ellas asienten, sé que estoy en lo correcto. A mi madre le va a encantar, porque soy el mayor y ella dice que ya quiere ser abuela. Pero a mi padre, creo que a él no le agradará tanto.

—¿Y tú, muchacha? —la abuela mira a Summer— ¿A quién llevarás al baile?

—Creo que iré sola otra vez.

Pienso en Kaleb, sería bueno que vaya junto a mi hermana.

—Tengo a alguien que podría hacer buena compañía —le digo.

Ella frunce el ceño pero no parece oponerse. Pongo mi mejor cara de tonto para que me crea y no sospeche de mis intenciones. No, no soy Cupido. Eso se lo dejo a Honey y a Pepper.

Esa tarde le pido ayuda a Summer y nos vamos a un centro comercial. Debo mandarle un regalo a Honey para el baile –claro, cuando la invite–, algo como vestido y tacones.

—Bien, debo elegir algo que le vaya bien con el cabello rojo —dice mi hermana.

—Sólo escoge lo que quieras y yo me encargo de pagar —digo—. Eso sí, lo mejor para Honey.

Ella sonríe y asiente. Va de brinco en brinco viendo los vestidos.

Mi hermana es entusiasta, es dulce y una persona cargada de amor. Tal como lo es mamá, incluso en el físico; sus pecas y ese cabello naranjoso. Muy diferente a mí.

—Háblame de Kaleb —dice.

—Kaleb Rowe —digo—. Es divertido y bastante agradable, sería bueno que lo conocieras... es el hermano mayor de Pepper.

—¡Oh! —ella sonríe—. Lo he visto en los periódicos, el único varón de los Rowe, ¿pretendes que vaya al baile anual con ese bombón de fuego?

Lanzo una carcajada mientras le sigo el paso, ella va observando algunos vestidos mientras ríe.

—¿Quién dice bombón de fuego?

—Oh, vamos —dice—. Está como quiere.

Niego con la cabeza y seguimos, ella elige algunos vestidos y al final se va por uno negro. Le quedaría bien a Honey.

—Si dices que eres el hijo del dueño de este jodido centro comercial, dejarías de pagar —me dice Summer entre dientes.

—No —le digo mientras le paso la tarjeta de crédito a la chica de la caja.

Ella si reclama su derecho como hija de Raphael River, esto al fin y al cabo es nuestro. Summer dice que quiere y tiene sus derechos, y nadie le quita lo que le pertenece.

—Si tanto reclamas lo tuyo, ¿por qué trabajas en un bar cantando?

—Papá odia la música desde que mamá se fue, además gano dinero propio del cual no tengo que andarle notificando —se encoge de hombros.

Sí, es una buena táctica.

¡Inténtalo, Kerrick!Where stories live. Discover now