Capítulo 7.

150K 18.7K 14K
                                    

En otro sector del establecimiento, dos horas después.

El bullicio en el gran comedor era incesante, se había realizado la reunión general antes de que todos se fueran a sus respectivos hogares. Semanalmente se convocaba a una junta en la mansión de Seo-gu, donde los miembros del Dragón Dorado, de rango medio y bajo, se reunían para informar los de alto rango sobre el estado de sus últimos trabajos, esperando obtener misiones nuevas. Luego de eso, varios de aquellos miembros regresaban a sus hogares, los cuales residían, en su mayoría, en dicho distrito de Daegu o a los alrededores. Pocos se dirigían a la guarida desde otras ciudades, ya que había subdepartamentos por toda Corea del Sur.

Ahora se escuchaban gritos de algunas personas divirtiéndose y disparos continuos que no dejaban de retumbar en todo el salón. El joven Park Jimin se encontraba espiando el espectáculo desde el balcón interno del piso de arriba, en el cual apoyaba ambos codos para reposar su cabeza entre sus manos. Se reía levemente ante la escena que veía, pues Suga se encontraba entre aquellos que disparaban. Parecían estar teniendo una competencia. Era una especie de tiro al blanco, pues las balas iban dirigidas a específicos e innumerables puntos en una pared de madera que habían armado, cada punto tenía un contenedor negro pequeño con agua y solo uno tenía sangre artificial. Según había entendido Park, el ganador obtendría la misión más importante del mes..., y eso significaba mucho dinero.

Un pantalón de sintético cuero negro cubría sus esculpidas y robustas piernas, ajustado a estas y marcando cada sector de sus muslos, destacando en particular el sugestivo trasero que tenía. Mantenía puesta una chaqueta del mismo material y colores oscuros. Su camiseta era blanca y con corte de musculosa, también era ajustada a su cuerpo; exponía la trigueña piel de sus brazos y cubría su pecho hasta el inicio del cuello en su totalidad, acentuando sus trazadas clavículas y sus elegantes músculos. Para alguien como él, que se había presentado con tiernas fachas de niño pequeño y expresión inocente, eso era algo que escapaba de su comodidad, le brindaba una apariencia vigorosa y poco delicada. Sin embargo, no podía notar cuán sensual se estaba viendo ante los ojos de los demás.

—Siete, ocho... —soltó pensativo—, nueve y diez. ¡Bien, Suga hyung! ¡Que sigan siendo número par! —exclamó.

El nombrado observó hacia arriba con el ceño fruncido por la confusión, pues Jimin no debía estar en aquel lugar, lo habían dejado bajo la custodia de J-Hope. ¿Había huido de él o qué? Bueno, le daba igual. No dio mucha importancia al asunto y recargó su arma para seguir disparándole a aquellos blancos, esperando darle al de la sangre. Quería tener esa misión, lo necesitaba.

Desde el balcón interno del piso de arriba, Jimin hacía una expresión de tristeza muy fingida ante la indiferencia de aquel hyung de ojos felinos. No se iba a mover de ese lugar hasta verlo ganar el premio mayor, así que seguiría alentándolo, fuera o no de su agrado.

—Uh, cuánto espectáculo —habló alguien a su lado—. Siempre adoro ver a mi dulcecito disparando, es increíble. Además, nunca falla.

El joven de cabello rosa pastel frunció su ceño al ver que su tan preciada paz mental se había esfumado al ser interrumpido por una voz extraña, nunca oída por él. Ah, pero eso no fue lo que más le molestó en verdad..., sino ese peculiar apodo.

—Tú... —volteó a verlo mientras los disparos continuaban—, ¿por qué le dices "mi dulcecito"?

—Por su personalidad opuesta a su apariencia. Es arisco, pero se ve adorable; así que lo llamo así para molestarlo —le sonrió—. Soy Zico, es un gusto.

«Así que este es el famoso Zico.», pensó Jimin. Observó su cabello celeste vivo, fue lo primero que sus ojos vieron; era más alto, le llevaba una cabeza de diferencia; y estudió con atención los gestos ajenos. Claramente ese tipo no tenía buenas intenciones.

Pinky Hair Boy - YoonMin [+18] EN FÍSICO DISPONIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora