Capítulo 33. (La celda)

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Isabella.

Me removí por lo frío que recorría mi cuerpo, abriendo mis ojos. Agua me caía por mis ropas y rostro, Cristina estaba sonriendo con un balde en sus manos, me dolía las costillas, traté de centrarme y hacer lo que Damien me pidió, miré a mi alrededor ¿una celda? traté de levantarme pero no podía, una especie de cueva, estábamos bajo tierra, Cristina tomó mi cabello y lo apretó haciendo que mi cabeza doliera, la miré fijamente.


- ¿Sabes cuantas ganas tenia de hacer esto? - me preguntó, seguido de esto me dio un puñetazo en la cara, mi cara se retorció y dolió, terminé escupiendo sangre.


Tomó mi cabeza y la estrelló contra el suelo, quería hacer algo, detenerla pero no podía, no entendía que le pasaba a mi cuerpo. 


Traté de levantarme, Cristina hizo aparecer una pala y con ella empezó a golpear mi espada y piernas, las lagrimas me invadieron... ella era mi mejor amiga, me mordí el labio para no gritar, no lo haría, me dio un golpe mas fuerte en las piernas y me retorcí. 



- Maldita, no sabes cuanto te odio - escupía ella con rabia, mientras seguía golpeando.



De repente empecé a escuchar una canción, no se si le daba aliento a mi alma o solo me ponía triste, solo se que estaba haciendo que el dolor fuera menos.


<<Te estaré dando fuerzas desde acá>> la frase de Damien llegó a mi cabeza.


Una sonrisa salió de mi boca, mi labio temblaba aun.



- ¿Aun te ríes? Maldita - dijo enojada Cristina.


La miré a los ojos.


- Que fácil es pelear con alguien que no puede defenderse. ¿No es eso cobardía? - dije con las pocas fuerzas que me quedaba.



Sentía que mi cuerpo estaba vuelto nada, me ardía la piel. Una patada llegó a mi rostro, retorcí mi rostro, tosí y mas sangre salió de mi. No podía parar las lagrimas, era simplemente el dolor que me daba al ver a una de las personas a las cuales mas quería hacerme esto.


¿Qué rayos me habían dado para que no me moviera? Solo estábamos ella y yo, pero realmente no podía moverme, no podía activar mis poderes, y con la golpiza que ella me estaba dando temía que moriría ahí. 



- Te haré sufrir - dijo.



La pala desapareció, en su lugar tenia en su mano una daga. Levantó mi blusa, traté de quitármela de encima pero era caso perdido, sentí como la daga entraba en mi estomago y se abría paso en él, grité, grité de dolor... dije que no lo iba a hacer pero el dolor era insoportable, ella solo reía con su otra mano me dio un puño en la boca, no quería verla más haciendo eso. 

Rival Inmortal. (Duología Inmortal)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant