II. ❝ Te perdono por siempre ❞

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—Luhan, debemos hablar.

—¿Eh, de qué? —suelta atemorizado.

Tiene miedo, es perceptible a la vista de su pareja, y éste solo ríe orgullosamente, rodando los ojos. No es una risa como la que suele dar cuando Luhan teme perderlo o cuando le implora perdón o es perdonado—es más, está muy seguro de que Luhan jamás le abandonará. Muy seguro.

—Luhan, Luhan, Luhan —repite divertido mientras menea la cabeza, negando—. ¿Cuánto has gastado en tus estudios universitarios?

—No, no entiendo —responde el de ojos asustados. La pregunta le absorbe el cerebro, no concibe una lógica a la pregunta.

—Pienso que deberías dejar la escuela, tu carrera no servirá para nada, gastarás más pagando por ella y recuperarás lo invertido en mucho, mucho tiempo —Entra y se sienta sobre el sillón, Luhan solo le mira contrariado.

—Pero...

—Ganaré más que tú, además ya estoy a poco de culminar mi carrera, y pues... a ti todavía te falta mucho, no es que seas tonto, pero el estudio simplemente no es lo tuyo —explica arrogante.

Luhan quisiera llorar en este momento, sus manos se vuelven puños, y los labios le tiemblan ¿es que acaso Sehun no se ha dado cuenta de todo los sacrificios que ha dado? Luhan muchas veces tuvo que abandonar sus estudios porque Sehun se lo pidió, porque el dinero escaseaba cuando más lo necesitaba, y finalmente accedía a darle todo el dinero que su abuela le enviaba cada seis meses—ella aún le ama, ama tanto a su único nieto que quiere verlo siempre feliz. Luhan no está del todo abandonado como Sehun le hace sentir—. Tantas veces Luhan tuvo que suspender su carrera porque Sehun tenía otros gastos extra—como alcohol y visitas a lujosos bares junto a sus amigos de la universidad; o eso le decía por la madrugada, cerca de las 3:00 am.

—No puedo hacerlo, yo... quiero terminar mis estudios, tal vez no es la carrera mejor pagada, pero me gusta —exterioriza con el deseo de hacerle entender, razonar. Pero sinceramente, hace mucho tiempo que Sehun dejó de hacerlo.

—¿No confías en que yo te puedo hacer feliz con todo lo que gane? ¿Te has cansado de mí, y por eso quieres conocer a otros?

—No, eso no es, te amo Sehun, pero...

—¿Pero? —le mira sin desviar la mirada. No le intimida, no es que le esté amenazando; Luhan claramente percibe miedo en él.

—Sí, confío en ti.

—Gracias Hannie —vuelve la tranquilidad —¿Entonces? —cuestiona de oreja a oreja.

—Lo haré, la dejaré.

Luhan se acerca hacia su pareja, y el otro le atrae con sus manos. Las caricias inician, los besos salvajes y mordiscos ariscos hacen su aparición en la piel de Luhan. Sehun sorbe como si lo único que necesitara es tener a Luhan para nadie más que él. Y terminan haciéndolo. La sesión carnal da inicio, las ropas son quitadas sin paciencia y a desesperación. Luhan salta sobre el miembro de Sehun, y éste toca todo lo que puede. Sujeta las caderas de su pareja con tal fuerza que Luhan llega a sentir un poco de dolor por las manos jugando en su cuerpo. Siente los pellizcos y rasguños; pero no le importa, porque así es amar, así es hacer el amor. Sehun sigue obligándole a entrar más y más, aun cuando el límite los haya encontrado, límite que Sehun quiere traspasar para sentir el paraíso al que Luhan solo le hace llegar. Adora los gemidos y jadeos expulsados en los labios de Luhan, tan erótico entrecerrando los ojos, subiendo y bajando, respiraciones discontinuas; lentas y rápidas, más y más rápidas—y brutales—. Y finalmente le llena el interior, gritan con lujuria y perdición. Pero Sehun quiere otra vez, y aunque Luhan ya está cansado, lo vuelven a hacer, lo tiran al piso y a Sehun eso le enloquece, entra rápido y fuerte. Chocan tan exageradamente, que la melodía entre carnes húmedas resuena y las pieles tiemblan como si fuesen ondas en el agua. Luhan no dice nada, solo gime de placer, de un placer un tanto forzado porque le duele, duele tanto la manera en que Sehun le toma los cabellos, como si quisiese arrancarlos de su cabeza; le duele porque le golpean los glúteos como si quisiesen marcarlo similarmente a un animal u objeto; le duele porque entran a un punto en el que Sehun ha dejado de respetar, y siente la fricción tan brutal, porque su interior ya no aguanta más y expulsa el líquido blanco de Sehun junto con aquella sustancia carmín de olor a hierro, ambas salen y se resbalan por sus muslos. Pero no le importa porque es una mezcla de amor; porque no importa su dolor mientras haga feliz a Sehun.

Perdonar; hunhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora