I. ❝ Te perdono por siempre ❞

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Cuando una lágrima llena de escepticismo rodó sobre sus mejillas, pasó a su cuello y luego al suelo, Luhan tenía apenas unos cinco años. Vio caer a su mamá por la mano de su padre, una que llevaba furia y asco en dedos ocultos sobre una palma a la que le saltaban las venas, como si la sangre estuviese a punto de salir. Fue una escena que dolió aún sin entender del todo, sin tener un porqué, o una tonta justificación. Pues sin que su padre le hubiese tocado, Luhan lo sintió todo, es como si lo invisible le hubiese tocado algo más, algo más abstracto pero igual de real que la misma naturaleza. ¿Por qué su padre había tocado fuertemente la blanca y suave mejilla de su madre? La que él a diario besaba cuando se marchaba a la escuela y después de su regreso. ¿Qué era esa marca roja explayándose en el dulce pómulo rosáceo? Una marca que siguió viendo durante tres días más de esa semana. Y que no obstante, con aquel día vasto en lágrimas y lamentos callados al cielo gris, aquella huella púrpura aparecería en los días posteriores y que dolorosamente no sería la primera vez que la viera, porque se fueron repitiendo con cada minuto, hora, con el paso de los días, hasta pasar por su adolescencia y luego a la adultez.

Puño tras puño. Grito tras grito. Insulto tras insulto.

Su madre siempre perdonó a su padre porque le amaba, porque era devota a su cariño, porque su vida dependía de un hilo rojo del destino pintado de sangre, de dolor y lágrimas.

Porque eso era amor ¿cierto? Porque así es amar.



···

—Sehun, ya vine.

Suelta el universitario de ojos brillantes y cafés después de depositar su bolso sobre una mesita en medio de dos sofás a rayas cafés y beige.

—No te esperaba.

—Soy alguien imprevisto... —suelta, pero está mintiendo, Sehun lo percibe—. La verdad es que salí temprano de la escuela, lo siento.

—Está bien, me alegro que estés aquí.

La sonrisa de Luhan se expande a la par que da pasos hacia al frente, cada paso le acerca a la persona que le extiende los brazos, como si se tratase de un ave a punto de volar y estrecharle con fuerza, y finalmente, luego de tan cansado viaje, sentir el cariño de Sehun. Está con la persona que ama, quien le ama le recibe en abrazos, besos a destiempo y desesperados.

Sehun. Amoroso y cálido Sehun.

Luhan le conoció en la escuela preparatoria, hacía cerca de cuatro años atrás. Un vistazo le bastó para saber que Sehun sería algo más que un simple soslayo de pupilas distraídas o una llana conversación basada en monótonos "buenos días, hola o adiós". Ambos fueron buenos compañeros después de aquel vistazo; día tras día el cariño crecía pese a lo que muchos dijeran sobre su estrecha relación. Luego su amistad se transformó en algo más, en eso que a Luhan le hace sentir cientos de mariposas en su estómago, en eso que a Luhan le hace ver tantas estrellas a pesar de estar a plena luz de día, en eso que a Luhan le hace ver la noche llena de ráfagas de destellos iridiscentes. Todo cambia a cosquilleos románticos cuando está con él. Siempre cuando está con él, con Sehun y nada más.

Con él solo puede sentir eso que es llamado amor. Tan puro, tan eterno y etéreo.

Aunque no todo ha sido sabor a un chocolate dulce, también han pasado por el sabor amargo, ácido, acre.

Luhan recuerda, días antes de salir formalmente como novios, las burlas tóxicas de las personas a su alrededor. Primero fueron sus compañeros. Ellos nunca tuvieron problemas al principio, pese a rumores y chismes. Pero alguien se había enterado de los sentimientos de ambos, y entonces, la indiferencia y los insultos acabaron siendo su día a día. Luego fueron los padres de ambos, creyeron que estaban enfermos, y que había alguna cura para esa enfermedad; nunca lograron comprender a sus hijos. En sus hogares únicamente existía vacío, soledad y a veces, muy pocas veces, deshonras en una sola palabra. Para ese entonces, Luhan ya no aguantaba vivir con sus padres, por lo que decidió vivir al lado de Sehun, quien días antes también había dejado la casa de su padre y madre, para vivir en la independencia de su juventud y así, trabajando y estudiando pudo rentar un departamento muy bien amueblado cerca de la escuela.

Perdonar; hunhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora