Capítulo 3

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            Todo fue muy rápido. Sólo recordaba haber estado esa tarde en el dormitorio con Cesar; había sido tan feliz, y luego de regresar a la casa de los empleados, había cenado con su padre y se había ido a dormir. Algo lo despertó y una sombra en la penumbra se movió, alguien lo atacó, poniendo un pañuelo en su boca y perdió el conocimiento.

Le dolía la cabeza, estaba desorientado, el pequeño y oscuro cuarto no tenía ventanas ¿En dónde estaba? Quiso moverse, sus manos estaban atadas y sus pies también. Sintió miedo, tembló, llamando a Cesar en sus pensamientos, necesitaba a su protector.

Escuchó voces en un lugar contiguo; una de esas voces la conocía... era la del padre de Cesar.

El corpulento hombre de cuarenta y tantos años, entró al cuarto con su ropa formal y un aspecto horrible de ira contenida, tomó a Ryu por la ropa y le asestó un fuerte puñetazo en el rostro, dejándolo caer nuevamente al piso.

-¡Maldito desviado! -vociferó el hombre- Has corrompido a mi hijo, degenerado. ¡Quisiera matarte con mis propias manos! ¡Maldito el día en que pisaste mi casa!

-Señor More... -musitó Ryu con voz temblorosa.

-¡No me hables, bastardo! No quiero escuchar nada que provenga de tus sucios labios. No volverás a acercarte a mi hijo, no lo permitiré.

-Lo siento... -se disculpó el muchacho con los ojos llorosos.

-El que lo va a sentir eres tú; no creas que no recibirás un castigo por lo que has hecho.

-Estamos listos -dijo un hombre de oscuro semblante desde la puerta.

Entró otro hombre más a la habitación y cortó con una navaja las ligaduras de Ryu y tomándolo por un brazo lo hizo avanzar hasta el otro cuarto, lo hicieron sentarse en una silla, frente a una pequeña mesa y pusieron una hoja frente a él, mientras ponían un bolígrafo en su mano.

-Dejarás una carta para Cesar, en la que le dirás que te marchas y que no quieres volver a verlo nunca más, que no te busque. -ordenó Demian.

-N... no puedo -balbuceó sujetando temblorosamente el lápiz.

-¡Escribe! ¡Maldita sea! -gritó aún más fuerte el hombre, golpeando la mesa con el puño.

Ryu empezó a escribir lentamente, mientras las lágrimas amenazaban por salir a borbotones de sus ojos. Cesar lo odiaría al ver esa carta; tenía que encontrar la manera de que él se diera cuenta que esa misiva no era lo que realmente parecía. Escribió con dolor, y al escribir la frase no quiero verte nunca más, las lágrimas rodaron por sus ojos en un agónico gemido; cómo dolía esa frase. Una lagrima fue a parar en la hoja, corriendo un poco la tinta de una letra, entonces su mano temblorosa se detuvo, no podía continuar, sólo quería llorar, un nuevo golpe que ahora le partió el labio lo obligó a seguir, mientras una pequeñísima manchita de sangre, apenas notoria, quedaba absorbida por el papel de la triste carta de despedida.

Puso su nombre, nerviosamente en la hoja y Demian la tomó, la leyó con una sonrisa, la dobló y la metió a un sobre y se la echó al bolsillo.

-Eso es todo. Encárguense de él como acordamos -profirió más tranquilo el hombre-  Yo regresaré a casa.

Los hombres levantaron de la silla a Ryu, quien no opuso resistencia, volvieron a poner un pañuelo con anestésico en su boca y nariz, y él volvió a perder el conocimiento, mientras su último pensamiento era que quizás nunca más volvería a ver al apuesto hombre de cabellos negros que lo había seducido y amado tanto; su amado Cesar. 

N/A: Un nuevo capítulo, ahora empieza lo bueno, jajaja. Disculpas porque no actualicé ayer, pero me olvidé tontamente, jajaja.

EL PRECIO DE AMARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora