Especial #3.1

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Especial #3.1

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Tsuna estaba tranquilo.

Por raro que pudiese sonar, el castaño no estaba deteniendo ninguna pelea, ni siquiera se quejaba de hambre —algo bastante poco común, porque la energía que el niño gastaba no era normal—.

Estaba sentado jugando con Natsu, quien había aprendido a absorber las llamas de Tsuna sin que este se diese cuenta por instinto de supervivencia. El pequeño no sabía cómo alimentar al leoncito, y Verde se había propuesto voluntario para investigarlo, sin embargo, Natsu se opuso por completo. No se fiaba un pelo.

Pero como decía, el pequeño cielo estaba tranquilo con su mascota. Y la razón era simple, estaba prácticamente solo.

En realidad estaba acompañado de Skull, los arcobalenos no le dejarían solo ni en broma. Sin embargo, la nube estaba en el más profundo sueño y no prestaba mucha atención al castaño.

Tsuna lo entendía, pues Skull poco había dormido en los últimos tiempos, algo normal si se consideraba que era el saco de desahogo de todos, menos de Tsuna, el único que le curaba las heridas con una sonrisa.

La razón por la cual le dejaron con el más torpe de los arcobalenos no fue tan simple, pero al menos la comprendió.

Fon había sacado el tema de vital importancia en esos instantes: la escuela.

Tsuna no podía seguir faltando, estaba perdiendo muchas clases desde que se fue de Japón, eso no era bueno. Aunque al castaño no le importaba demasiado a decir verdad, algo natural considerando sus malas experiencias con sus compañeros.

Reborn le restó importancia diciendo que él le podría enseñar, pero la tormenta saltó a la defensiva. Claramente, él estaba antes del arcobaleno del sol, y no iba a permitir que le quitara su derecho a Tsu.

Entonces Reborn rebatió argumentando que lo había conocido mucho antes, en el pasado. Pero Fon no lo aceptó diciendo que lo había conocido antes de que viajara al pasado.

De ahí salió Verde tratando de calmarlos para que no discutieran, pues desembocaría en una pelea que podría destruir su querido laboratorio.

Poco pudo hacer, aún cuando estaba acompañado de Lal y Colonello. Sol y tormenta se estaban enzarzando en una batalla sin cuartel, hasta que apareció quien menos esperaban ver.

Tsuna podía recordar perfectamente las expresiones de sorpresa de todos los bebés arcobaleno, para luego pasar a la rabia ante la presencia de esa persona.

«El laboratorio era un desastre, los disparos y los golpes eran el espectáculo del día, y Natsu impedía a su pequeño dueño acercarse a la pelea, apoyado por todos los demás animales en una tregua temporal.

—Parad ya, no es escenario para un niño —ordenó Lal, pero sol y tormenta, tan opuestos como sus llamas, desistían de dejar su acalorada discusión.

—Deja que se maten, kora, y saquemos al niño de aquí, kora —Colonello hacía rato que desistió de ayudar a detener la pelea.

—¿Estás loco? Destruirán todo, ¿cómo crees que se sentirá cuando sepa que no podrá viajar más? —se cruzó de brazos Verde.

Skull estaba mejor callado, cerca de Tsuna, más como escudo que por otra cosa. Esos dos, en su estado, no pensarían en quién herían o no.

—Hm, será mejor que os detengáis de una buena vez.

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