La Carcel Camesi y La historia de la bruja

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No se sorprendió cuando vio  que Alarick se había lanzado contra el primero.

Al principio pensó que tenia miedo;pero luego se dio cuenta de que la extraña sensación en su estomago era algo destilado de la rabia y la Expectación por el castigo. Raymond miró fijamente a Alarick,y a pesar de que ni Elizabeth ni nadie se lo había sugerido,imaginó que todos sus pensamientos y sentimientos se convertían en una especie de onda expansiva que salia de si mismo e iba a parar contra Alarick. Tan fuerte se hizo el pensamiento dentro de el,que se vio tentado a mirar a su alrededor,como esperando ver de nuevo aquel humo extraño que le habían estado robado con le hechizo.

Después de unos segundos,se le hizo extraño el hecho de notar ningún jaleo por parte de Alarcik,asi que concentró de nuevo el cerebro y se centró en lo que pasaba a su alrededor. Mary tenia los puños fuertemente apretados a los costados,mientras gruñía sin parar como una bestia furiosa,por otra parte completamente opuesta,Ann permanecía tan quieta,con la mirada tan fija y helada,que resultaba intimidante;terrorífica incluso. Por ultimo miró a Elizabeth y vio que,tal como le había pasado la noche en que había curado a Alexander,le sangraban los ojos los oídos y la nariz. La única diferencia entre aquella vez y esta era que en la primera se trataba solo de pequeños hilillos,pero ahora,mientras murmuraba tan rápido que sus labios y lengua se desdibujaban,lo que le corría por la cara y el pecho no eran simples hilillos,sino chorros de sangre verdaderamente alarmantes. Se sintió tentado a ayudarla,pero una prudente voz en su interior le dijo que debía permanecer en su lugar;que aquella era la única forma en la que podía ayudar de verdad sin echar todo a perder.

Cuando apartó su vista de la bruja y la centró de nuevo en su enemigo,se dio cuenta de por que no había notado jaleo.

Lo que antes no había sido mas que un charco de sangre en el suelo,se había convertido ahora en miles y miles de gruesos hilos serpenteantes de un poderoso y brillante color rojo,que se alzaban y trepaban sin prisa pero sin pausa por el cuerpo de Alarick. Mientras dos o tres le envolvían una pierna,otro par mas se ocupaba de la boca y otro de los brazos. Raymond se sorprendió de tal manera ante aquella extraña demostración de magia que se olvidó por completo de lo que tenia que hacer. Su razonamiento y sentido común se apagaron de inmediato;al unisono,y en la mente del muchacho solo hubo cabida para un pensamientos "¡¿Que demonios...?!

casi al instante siguiente de que aquellas palabras hubieran completado la docena de vueltas por su atolondrada mente,las cuerdas de sangre perdieron brillo,e incluso algunos aflojaron su agarre sobre Alarick. Elizabeth volvió con ímpetu la cabeza hacia el y abrió desmesuradamente  los ojos a modo de advertencia(haciendo que mas sangre corriera por estos) Raymond sacudió la cabeza para liberarse del asombro y volvió a concentrarse en lo que de verdad importaba en aquel momento. Llegados a aquel punto,lo que antes habían sido cuerdas hechas meramente de sangre,ahora se habían unido,para formar entre todas,una especie de membrana traslucida que a medida que iba cubriendo a Alarick se iba haciendo mas solida y menos transparente. El cuerpo no tardó en quedar completamente cubierto,pero mientras la membrana seguía oscureciéndose y haciéndose cada vez mas fuerte y resistente Raymond era capaz de ver a través de ella la inconfundible expresión de pánico que cubría el rostro de Alarick.

A pesar de que,para si mismo,se le antojaba un poco sádico y fuera de lugar;se permitió  ser invadido por una oleada de placer y satisfacción ante aquella escena que,sin duda alguna,se le quedaría grabada en la memoria para siempre.

Inexorable como el tiempo,la membrana fue adquiriendo mas y mas fuerza hasta que explotó en una pequeña nube de luz y se vio convertida en una gruesa urna de cristal rojo. Raymond solo se dio cuenta de lo cansado que se sentía cuando sintió chocar su trasero contra el duro suelo del almacén. Miró a su alrededor y vio que todos habían hecho lo mismo. Por un momento creyó que Elizabeth se había desmayado,pero cuando vio sus hombros temblar sintió un gran alivio. Sin embargo...¿Por que lloraba? ¡Lo habían logrado!  ¡Habían ganado! ¿Por que lloraba? ¿De felicidad? De pronto sintió una fuerte y rugosa mano posarse con fuerza sobre su hombro. Miró hacia arriba y vio el rostro de Alexander sonriendole. Raymond le devolvió la sonrisa con timidez y su amigo se sentó en el suelo a su lado;le pasó uno de sus enormes brazos por sobre los hombros y lo atrajo hacia si.

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