15. Beta

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-Yo mejor me voy yendo- dijo Josh porque supo desde el momento en que abrió la puerta y vio a Marcelo, que estaba de sobra en ese lugar.

Altair y Marcelo no se dieron cuenta de cuando Josh se fue. Quizás era muy silencioso y decidió salir en puntitas de allí o de plano su mundo se reducía a los labios del otro. La verdad era que Josh no había salido de allí como ladrón en la noche. Solo por molestar trataba de hacer ruidos pero aquellos dos ni por enterados. Para que negarlo, sí, sentía un poco de celos pues esperaba también que un lindo hombre rubio de ojos azules apareciera allí junto al de rizos para que lo besara hasta el cansancio.

-¿M-Marcelo?- jadeó Altair entre el beso -¿tú, aquí?- preguntó abrumada por la sorpresa.

-S-siento llegar así pero...- besó ansiosamente la unión del hombro con el cuello de ella -necesitaba verte. Tenerte en mis brazos- dijo y la abrazó fuertemente.

-¿Como sabías dónde vivo?- preguntó con el ceño fruncido mientras Marcelo no dejaba de besarla.

Pero Marcelo se detuvo. Paró de besarla y apartó su rostro del hombro derecho de ella. Tragó duro y la miró a los ojos. Maldito deseo, pensó él. ¿Como, de la nada, se aparecía en la puerta de ella? Se supone que sólo sabía su nombre y lo que ella le había contado. ¿Ahora como salía de la metía de pata en la que estaba?

-¿Importa?- preguntó con una mueca de derrotado y ella asintió separándose de él.

-Sí, importa- dijo mientras caminaba a la sala y apagaba el televisor -¿Me investigaste?- preguntó indignada.

Estaba parada frente al televisor con sus manos entrelazadas debajo de sus senos. Su peso caía en una pierna mientras miraba expectante. Tenía miedo de la respuesta pues sabía que si la respuesta era sí lo más seguro era que ese hombre debía ser un acosador. Y lo último que quería era un hombre obsesionado con ella en su vida. Ya lo había vivido y esperaba no volverlo a vivir.

-N-no- dijo Marcelo mientras se acercaba a ella -bueno...en realidad sí- susurró y Altair le subieron los humos

-Sal de mi casa, ahora- pidió gritando ella. Tomó una vela en cristal -No te me acerques- dijo ella al ver que él se acercaba amenazante.

-Cariño, no es lo que piensas- dijo tendiendo su mano con cautela.

Altair retrocedió un poco más pero no pudo escapar de los brazos de aquel italiano. En ese instante la luz en toda la ciudad se fue dejando en penumbras todo. Las manos de Marcelo rápidamente le quitó la vela y la puso con cuidado en el estante pegado a la pared debajo del televisor. Casi gritaba fuerte pero una mano de él amortiguó el grito a tiempo. Marcelo abrió sus ojos de par en par a ella para indicarle que no hiciera ningún ruido.

Había visto una silueta extraña en la azotea del edificio de frente al apartamento. Sabía que era, sabía que era un lobo, un beta. Los ojos amarillentos los podía ver perfectamente desde donde estaba. Altair estaba asustada por el repentino cambio de él. Estaba casi aplastándola con sus brazos -Voy a quitar mi mano. No grites por favor- pidió con autoridad mirándole fijamente.

Ella asintió con el miedo reflejado en su mirada. La mano de él soltó lentamente su boca y por un momento pensó en gritar pero la súplica en la mirada de él para que no lo hiciera la detuvo. Marcelo miró con el ceño fruncido hacía afuera en dirección a donde estaba el lobo. Ella miró y el miedo que sintió al ver los ojos de aquella cosa le hizo estremecer todo el cuerpo.

El lobo se acercó, sigilosamente y sin perder de vista a Marcelo, al borde de la azotea. Altair colocó sus manos en el torso de él y se preocupó un poco al sentir el latir de su corazón muy por encima de lo normal. No era doctora y no sabía nada de medicina pero aquellos latidos eran muy anormales. El resoplido que Marcelo soltó la hizo mirarle y supo que algo andaba mal. Las venas del cuello se acrecentaban y tenía miedo de que en cualquier momento pudiesen explotar.

Tú, mi alfa「 Heart of Wolves I 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora