11. Lobo, lluvia, besos

13.4K 972 56
                                    

Se dirigió a los terrenos de Marcelo y agradeció cuando vio abierto, aún, el portón principal. Estacionó el auto frente a una de villas. Suspiró nerviosa y lo único que se escuchaba eran las gotas de agua cayendo afuera fuertemente. Estaba arrepintiéndose pero debía ser valiente por una vez en la vida. Acarició su cabello algo mojado y salió. Corrió hasta la puerta y la tocó.

Estaba lloviendo y solo esperaba que no se tardaran. También esperaba que esa sea la villa de Marcelo porque no sería muy bien visto que una extraña tocara la puerta de tu casa a altas horas de la noche. Escuchó pisadas del otro lado de la puerta y rezó por que fuera Marcelo.

Cuando la puerta principal abrió y un relámpago iluminó a la persona que estaba en la puerta Altair sonrió como pudo. Un Marcelo adormilado con una camisilla negra y con los rizos desordenados la miraba confundido. Altair agradeció que le haya abierto la puerta pues sino moriría de frío.

-Marcelo...- susurró ella titiritando del frío.

-¡A-Altair!- dijo alarmado al ver el estado de ella -Espera voy por algo para que entres en calor- dijo mientras la hacía pasar al recibidor.

-M-me dejaste en...en visto- susurró bajito.

Marcelo sonrío adormilado. La arropó con una sábana gris y frotó sus brazos. Necesitaba que ella entrara en calor porque no quería que ella se enfermara. Caminó con ella hasta la cocina y le hizo un café caliente. Al ver que ella, aún, temblaba del frío se acercó a ella y la abrazó por debajo de la manta.

-Estás muy fría...- dijo preocupado mientras acariciaba la espalda de ella para darle más calor.

-Y tú, muy caliente- susurró Altair y reposó su rostro en el torso de él.

-Porque viniste bajo esta tormenta. Puedes enfermarte- susurró Marcelo.

-No me contestaste. Pensé que estabas muy enojado y...la verdad no quiero eso.- dijo Altair pasando sus manos por la espalda.

Él en realidad estaba muy caliente y no en el sentido sexual. Su temperatura era más alta que la de un humano y eso era algo muy común entre los hombres lobos. Pero para Altair, que era una humana, tener una temperatura parecida a la de la fiebre y no sudar ni andar desvalido era algo muy extraño. Decidió no preguntar más sobre eso pues de verdad necesitaba a alguien con la temperatura corporal tan caliente como la de Marcelo.

-No estoy enojado pero si dolido- dijo y la abrazó más fuertemente.

-Lo siento ¿si?- dijo Altair y lo observó con un puchero en sus labios.

-¿Como me haces esto?- dijo y Altair sonrió.

Marcelo llevó sus manos a las mejillas de ella y juró que no había tocado piel tan suave en su vida. No pudo evitar sentirse mal tan pronto su mate le dijo que era un desconocido pero tan pronto vio su mensaje se sintió mejor. Casi echaba su cercanía con su mate, por la borda por culpa del trabajo. Pensó que le había contestado pero su abuela había irrumpido en su despacho para preguntar como estaba con su mate.

-Temo besarte y que desaparezcas. Quizás no estás aquí, quizás esto es solo mi imaginación jugándome una mala pasada.- susurró mirándola fijamente mientras sus pulgares acariciaban sus mejillas.

-E-estoy aquí. No me iré- susurró ella y acarició la parte baja de su cabeza. Sus rizos se colaban por entre sus dedos y le fascinó la sensación.

Tú, mi alfa「 Heart of Wolves I 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora