9. Historia

14.4K 917 47
                                    

-Puedes venir conmigo- pidió Marcelo a Altair.

Marcelo tomó dos copas de la mesa y una botella de vino Chianti reserva 2008. Quería tener un momento a solas y fuera del bullicio de la fiesta. Altair asintió y se levantó y fue frente a él hasta que se detuvo y esperó a que Marcelo le dijera a dónde irían. Con las dos copas en su mano y la botella, gracias a una especie de artesanía que permitía llevar ambas cosas como si fuese un maletín, y dudoso tomó la mano de Altair entre la de él.

-Sígueme...- dijo con una sonrisa, luego de unos segundos mirándola. Nuevamente había sentido esa corriente eléctrica que poco a poco se estaba volviendo familiar y una de sus favoritas.

Altair no vio nada extraño que él haya entrelazados sus manos. Se sentía como si siempre lo hubiese hecho. Extrañamente veía ese acto como algo muy normal. Le sonrió y lo siguió por unos viñedos un poco retirados de la fiesta -¿A-A donde me llevas?- preguntó ella algo nerviosa.

-A enseñarte un poco de mi historia...- dijo Marcelo mientras seguía caminando.

La noche estaba cayendo y antorchas de bambú estaban siendo encendidas para ayudar a la iluminación. Cada antorcha estaba al principio de cada línea de plantaciones y hacía un contraste hermoso con el lugar. Marcelo y Altair se detuvieron frente a los viñedos mirando en silencio hasta que Marcelo habló.

-Prácticamente nací aquí. Mis padres viajaron tan pronto supieron que mamá estaba embarazada. Además de que mi padre tenia planes de ampliar el negocio. Así que cuando llegaron aquí y vieron estás tierras no dudaron ni un segundo en ser dueños de ellas...- Marcelo habló con una sonrisa en sus labios. Se le notaba en el rostro lo importante que era su familia para él.

Los ojos de Altair no dejaban de ver el rostro del italiano y todos sus gestos mientras hablaba de su familia. Al ver la añoranza con la que hablaba de sus padres le hacía entender que ese hombre era muy apegado a su familia y le gustaba. Le gustaba que fuera así pues para ella lo primero en la vida es su familia sin importar qué.

Por fin estaba escuchando algo más de él. Por fin estaba dejando de ser un hombre misterioso.

-¿Además del vino tienen otro?- preguntó y vio cómo él asintió.

-Sí, el de los olivos. Aunque no es tan proclamado como el de vino le he sacado provecho. Aquí en Siena aman los olivos y mientras los amen yo los cultivaré- dijo y la miró.

Las mejillas de Altair se sonrojaron al ver como Marcelo la miraba. Aquellos ojos azules parecían que estaban escudriñando su alma con todo el permiso del mundo. El que ella no había dado pero, realmente, no le molestaba. Marcelo sintió como el corazón de ella se aceleraba más por como la miraba. Respiró profundamente y siguió hablando.

-Vivo con mi familia, o más bien, en el mismo terreno. Mi mamá, que ya la conociste...- habló y ella asintió -mi abuela y mi hermanita viven conmigo. Mis tíos y sus hijos, y por último, mi mejor amigo.-

-Sí, el que insulté pensando que no entendía mi inglés y resultó que era más bueno que yo en el idioma- dijo Altair soltando una carcajada.

-Quizás se lo merecía...- dijo Marcelo mientras veía con devoción como Altair reía. Se les hacía unos hoyuelos en las mejillas y las adoró profundamente.

-Bueno en realidad, sí- sonrió y Marcelo le dio las copas.

Marcelo descorchó con cuidado la botella y le pidió una copa a ella. Le tendió la copa tan pronto la sirvió y luego de servir la segunda dejó la botella en el suelo -Propongo un brindis...- dijo Marcelo mientras alzaba la copa.

Altair alzó la suya -Por encontrarte- dijo Marcelo y ella sonrió aunque le estuvo algo raro. El sonido de las copas chocando inundo sus oídos.

Ambos dieron un sorbo a la copa y Altair hizo un sonido de aprobación al sentir el delicioso vino en su paladar. Marcelo no dejaba de verla y eso estaba poniéndola nerviosísima. Sus mejillas se fueron sonrojando y agradeció que solo existieran las antorchas de bambú. No quería que el sexy y atento italiano se diese cuenta pero ella no contaba con una cosa. Marcelo podía verla perfectamente, gracias a su perfecta vista nocturna, y podía escuchar el desbocado sonido de su corazón.

Tú, mi alfa「 Heart of Wolves I 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora