Capítulo 1

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Annabella caminaba por los jardines de Bermont, sus pies se sumían al caminar sobre la nieve acumulada durante toda la noche y el resto de los días pasados. Al ser tiempo de frío, todas sus rosas se habían muerto momentáneamente, los animales eran guardados en los establos y graneros con la intención de no matarlos de frío, todo el horizonte se tornaba de un blanco inmaculado, y, aunque la estación favorita de Annabella fuera primavera, siempre lograba encontrar el encanto de la manta blanca que cubría a Londres.

- ¡Tía Annabella! - le gritó de pronto una pequeña y dulce voz - ¡Tía! ¡Tía! ¡Tía!

La joven castaña volvió la vista solo para encontrarse con la aterradora visión de un tumulto de pequeñas cabezas corriendo en su dirección.

Sus sobrinos venían hacia ella, aparentemente jugándose una pequeña carrera en el proceso. Cosa bastante complicada si lo relacionabas con lo trabajoso que era caminar en la nieve.

-¡Niños! - se agachó la joven con los brazos abiertos, con la intención de recibir el abrazo que la calentaría más que un fuego en la chimenea.

Prontamente, Annabella sintió los primeros bracitos enrollándose en su cuello, precediendo a otros muchos que provocaron que la joven cayera sobre la nieve, sintiendo claramente como el agua congelada comenzaba a empapar sus ropas y le transmitía el frio pertinente a su cuerpo.

-¡He ganado! - dijo contento el más grande de sus sobrinos.

Archie, con sus seis añitos bien ganados, una cabellera rubia como la de su madre y ojos tan penetrantes como los de su padre, se burlaba amenamente del resto de los pequeñines que intentaban alcanzarle.

-¡No es justo! - se quejó Blake.

-¡Has salido antes! -acusó Adrien.

Los gemelos de Katherine tenían ahora cuatro años, los dos pequeños seguían siendo una copia idéntica de su padre, con aquellos ojos verdes como esmeraldas y cabellos negros azabache.

-Malos perdedores- se inclinó de hombros Archie dejando levantar a su tía de la nieve.

-¡Adien! ¡Bake! - lloriqueo una pequeña pelirroja a sus espaldas -Adien, Bake- se froto sus ojitos azules con sus pequeñas manitas.

-¡Dejaste sola a Ashlyn! -regaño Blake a su hermano gemelo.

-¡Pero si venía tomada de la mano contigo! - se quejó Adrien.

La pequeña Ashlyn tenía apenas dos años, el primer hijo de Marinett, Jason, estaba a unos meses de cumplir años para igualar a su mayor Ashlyn, los niños se llevaban solo algunos meses de distancia, pero prácticamente eran de la misma edad.

El pequeño Jason se apuraba a tomar de la mano a la pelirroja que en ese momento lloraba al sentirse desamparada de sus hermanos mayores. Annabella observó conmovida como los gemelos corrían hacia la pequeña pelirroja y la tomaban en brazos para tranquilizarla.

-Por cierto, Archie- recordó Annabella - ¿Dónde está Sophia?

La hija menor de los Pemberton era casi tan traviesa como los gemelos, aunque no en el extremo de ellos, la chiquilla tendía a desaparecer con una regularidad que volvía locos a sus padres.

-¡Ahí está! - apuntó Archie preocupado al ver a su hermana menor asomándose sobre la fuente congelada.

El niño no espero a que su tía reaccionara y corrió hasta la fuente donde Sophi asomaba su cabeza, intrigada por tocar la superficie congelada.

-No Sophie- la tomo del estómago y la puso en el piso -Mamá y papá te regañaran si haces eso, puedes caer.

La niña de tres años, al entender que su hermano mayor la regañaba, se soltó a llorar, logrando que sus azules como los de su padre se humedecieran y sus cabellos cafés se pegaran a sus mejillas.

La Condena Del Amorحيث تعيش القصص. اكتشف الآن