Capitulo quince

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Día cuarenta y dos:

Snape y Harry no se tocaban.

Vale, antes tampoco se tocaban demasiado. Un roce accidental, un saludo, las veces que se agarraban el uno al otro para arrastrarse a quien sabe que... pero nada más.

Ahora era todavía peor.

Desde el día de la prueba del traje, tenían la regla tacita de no tocarse. Eso le evitaba hacer estupideces a Potter... al menos, la mayoría del tiempo.

Harry no se sentía capaz de volver a tocar a Snape sin enloquecer. Le aterraba a la par que le excitaba el cómo su pulso se descontrolaban cerca del hombre, como su piel parecía hormiguear aun antes de que Severus la tocara.

Desde la prueba de trajes, otra cosas habían cambiado. Harry inventaba mil y una excusas para llegar tarde a sus reuniones, y otras mil para irse antes de tiempo. Aprovechaba esos momentos de más para preparar melosas cosas para Draco que no le hacían sentirse un malditamente mal novio (cenas, películas, antojo...). Harry trataba a Draco como durante su etapa de luna de miel (ya saben, esa etapa románticamente insufrible de las parejas, donde prácticamente viven el uno por el otro ¿les suena?)... durante su primera etapa de luna de miel; Potter y Malfoy habían tenido al menos siete, ocho si contaban la que estaba por venir.

Potter necesitaba sentir que era un buen novio para no sentirse tan jodidamente culpable por todo lo que despertaba en el Severus.

Pero vale, esto es harina de otro costal, ¿Por dónde íbamos? ¡Ah, sí!

Snape y Harry no se tocan. No lo hacían desde el día de la prueba de trajes.

Por eso mismo sorprendió a Harry cuando (en la mitad del cine, a mitad de la comedia romántica más ridícula del mundo) Severus tomo su mano por sobre los apoyabrazos del cine.

Bueno, Harry supone que Severus lo hizo. La verdad el chico solo se encontró con sus manos entrelazadas.

En cuanto se percató de la unión, su brazo comenzó a hormiguear, pero Harry no retiro la mano. Observo a Severus, quien tenía la mirada fija en la pantalla del cine y ni siquiera le prestaba atención. Harry tenía unas incontrolables ganas de inclinarse y darle un beso en la mejilla.

En lugar de hacer eso, apoyo la cabeza en el hombro de Snape, fingiendo que se estaba quedando dormido. Hasta cerró los ojos, porque prefería estar así, recargado contra Severus, que ver la estúpida película. Con el paso de los minutos, termino por sentirse adormilado por los murmullos, y el calor y el leve olor a tabaco y pociones que desprendía Severus. Casi se había quedado dormido de verdad cuando Severus paso sus dedos (los de la mano que tenía libre, porque si, aun mantenían sus manos entrelazadas) por el cabello de Harry, acomodándolo.

De no haber estado tan adormilado, Harry se habría desmayado al sentir los labios del hombre sobre su frente.

. . .

Día cuarenta y cuatro:

—Hermione...—Harry estaba observando a su amiga, sin poder creérselo. Estaba en el sofá del departamento, comiendo cereales. En pijama. A las dos de la tarde—. Entiendo que todo esto sea difícil para ti, en serio que sí, ¿pero no crees que es momento de hacer algo? Es decir, han pasado diez días. Ya le he tenido que mentir tres veces a Ron para explicarle porque sigues aquí. Él cree que realmente estas muy emocionada con la boda—Harry se rasco la nuca, dudando—. ¿no crees que ya es hora de hablar con él?

Si es que Hermione por fin se había decidido en cuanto a sus sentimientos por el pelirrojo.

Ha esas alturas, ya casi parecía un chiste de mal gusto.

Un día, Hermione decía que estaba segura de que estaba enamorada de Ron. Al siguiente, decía que no; que solo estaba confundida por todo el lio con Tyler. Al día siguiente, de vuelta con el enamoramiento. Al otro, de vuelta con la confusión.

Harry entendía que su amiga, es decir, ella tenía todo el derecho de volverse un poco loca luego de terminar con su novio de años y (más o menos) descubrir que le gustaba su mejor amigo, pero vale, ¡Harry tenía sus propios problemas matrimoniales (y eso que aún no estaba casado) como para preocuparse también porque su mejor amiga estaba viviendo en su sofá! Es decir, Harry se casaría en catorce días, aun tenia miles de tareas de la boda, por no hablar de sus estúpidos e indecisos sentimientos.

No tenía tiempo para sonsacarle a Hermione si estaba o no enamorada de Ron.

—Harry, no puedo hablar con él si ni siquiera sé que es lo que tengo que decirle. ¿Qué le diría? Podría decirle que termine con Tyler, y el preguntaría el porqué, y no le puedo explicar el porqué, ni siquiera yo estoy segura del porqué.

—Hermione, perdona que te lo diga, pero estas actuando como una cobarde. De una u otra manera, huyes de la verdad—le dijo Harry, sentándose a su lado y rodeándola con un brazo—.

Su mejor amiga lo miro, ceñuda.

—¿A qué te refieres?

—Te estas escondiendo aquí, no lo niegues. En un caso, lo haces de Ron, para no enfrentar tus sentimientos; en el otro, lo haces de Tyler, para no enfrentar que salías con un idiota que te ha dejado luego de dos años solo por celos sin sentido—le dijo Harry—.

—Vaya, que linda perspectiva, ahora que lo dices—le contesto Hermione, haciendo una mueca—. O me gusta mi mejor amigo, quien nunca me haría caso, o mi ex novio es un idiota. Vaya que me has animado, Potter.

—Sin duda no sirvo para esto—Harry se rasco la nuca, haciendo una mueca—. Pero deberás hablar con Ron tarde o temprano.

—Prefiero que sea tarde—dijo la de rulos, devolviéndole la mueca a Potter—.

—Vale, vale. Has como quieras, pero espero que te hayas vestido para cuando yo vuelva—le pidió Harry—.

—Me vestiré, y le diré a Draco como se pide comida por teléfono—prometió su amiga, devolviendo la mirada a la televisión—.

Harry se limitó a suspirar. Luego tomo su chamarra y espero que Draco y ella no estuvieran en pijama y viendo películas de Disney cuando él volviera.

. . .

—¡Hermione!

Draco casi se cae de culo al escuchar la voz de la comadreja salir de alguna parte.

—¡Hermione!—volvió a llamar la voz de Weasley, y Malfoy siguió el sonido. Se encontró con el estúpido aparato que Harry había puesto. ¿Qué había dicho que era? Draco no podía recordarlo, pero de allí salía la voz de Ron—. ¡Hermione, me preocupas! Hace diez días que no te apareces por el departamento ¿Tan emocionada estas con la boda?

Draco vio un botón blanco y lo apretón, inseguro.

—Eh... ¿Weasley?

—¡Si! ¿Esta Hermione?

—No, ella se quedó dormida en la cama de Harry...

—¿En la cama de Harry? ¿No querrás decir su cama? Son novios ¿No comparten cama?

—No es que me interese hablar de mi cama contigo, pero Harry tiene su propia cama. Es horrible dormir en una cama con una persona cuando hace más de treinta grados—dijo Draco. Odiaba completamente como su piel y la de Harry se pegaban por el calor, era asqueroso. Le dejaba eso a quienes no pudieran pagar dos camas—. ¿En qué puedo ayudarte?

—¡Ya te dije! Busco a Hermione.

—Ah, tu enamorada, ya te lo dije, está durmiendo.

—¿Qué...? ¿Mi enamorada? ¿De qué rayos hablas, Malfoy?

—¿Por qué crees que Granger se pasó hace la última semana? Descubrió que estaba enamorada de ti—dijo Draco. Ni siquiera pensó en que no se suponía que debía decir eso, ni en que Harry lo mataría sin lugar a dudas—. ¿Quieres dejarles algún mensaje? Eh... ¿Weasley? ¿Sigues allí?

Weasley no seguía allí.

El Precio Del AmorWhere stories live. Discover now