Capitulo nueve

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Día veintisiete:

—No sabes ni siquiera comer bien, Potter—se burló Snape al ver el rostro de Harry manchado de cobertura de pastel. Era como el quinto que probaban. Chocolate, vainilla, frutilla, nueces, cerezas, dulces, frambuesas, melocotón, naranja... decenas de sabores se amontonaban en esa mesa repleta de pasteles a medio comer. Habían probado solo cinco y debía haber otros diez entre los preliminares que Draco les había dejado.

—Hay que saborearlo, Snape—le contesto Harry, pasándose la lengua por los labios en busca de la mancha de cobertura—.

—Deja que te ayudo—dijo el profesor haciendo una mueca burlona. Llevo su dedo índice a la comisura de los labios de Potter y retiro la cobertura oscura. Luego se la llevo a la boca y la chupo, sin tener idea de lo que eso provoco en Potter, aunque si sintió su propio deseo de acariciar los labios de Potter, aunque no precisamente con los labios—.

—Volveré a mancharme en cuestión de momentos—dijo Harry, encogiéndose de hombros mientras rezaba porque no se le notará en el rostro todo lo que sucedía dentro de su estómago—.

—Me encantará ver que hace Draco cuando comas así en la boda—contesto el hombre, haciendo una mueca burlona—.

—Haré que Draco me dé en la boca, típico gesto romántico idiota para evitar que tu novio te mate por no tener modales—dijo Harry, devolviéndole la mueca burlona—.

—¿Necesitas que te den de comer?—cuestionó el profesor en tono burlón y Harry ni siquiera lo escucho porque estaba muy ocupado viendo como el hombre se relamía los labios para borrar todo rastro de cobertura—.

De no haber estado tan concentrado, Harry hubiera notado que Snape había tomado un cubierto y tomado con él un pedazo de pastel para luego acercarlo a los labios de Potter.

—Vamos, Potter, abre la boca para el trencito—dijo Severus, haciendo una mueca burlona—.

—¿Qué haces?—cuestionó Potter, pasmado—.

—Dijiste que necesitas que te den de comer. Eso hago—contesto el hombre, indiferente, sin demostrar cuando le alteraba sentir el aliento de Potter en su piel—.

—Eso es humillante—comenzó a quejarse Potter, pero Snape le metió el trozo de pastel en la boca, interrumpiendo su frase—. ¡Snape!—se quejó con la boca llena y dolor en los dientes por el choque del metal del tenedor—.

—Ese es mi nombre, no lo gastes—dijo Snape, riendo—.

Como respuesta, Harry le embadurno una rebanada entera de pastel de chocolate y fresas con champán en la cabeza.

. . .

—¿En dónde estuviste?—cuestiono Draco en cuanto su novio cruzo el umbral—.

—Uh... ¿probando pasteles?—cuestiono Harry, intentando adivinar cuan molesto estaba Malfoy. Por el rojo color de sus mejillas, apostaría a que mucho—.

—¡Tendrías que haber terminado hace más de dos horas!—le recrimino su novio, acercándose al chico en pocas zancas. Se paró frente a él y lo analizo—. ¿Tienes mojado el cabello?

—Me duche—explico el chico, y ante la furia que comenzaba a aumentar en la cara de Draco, se apresuró a explicarse mejor—. Tuvimos unos cuantos percances con los pasteles y...

—¿Tuvimos? ¿Tú y quien más?—cuestiono el rubio, notablemente celoso. Eso hizo sonreír un poco a Harry, pues normalmente la situación era al revés: solía ser Draco quien atraía la atención de personas y Harry el que se ponía celoso—.

—Severus y yo. Se lo dije a tu secretaria esta tarde, antes de ir a ver las invitaciones. ¿No te lo dijo?

—Claro que no ¡Tiene como noventa años, apenas se acuerda de lo que tiene que hacer, Potter!—le espeto Draco molesto, como si fuera culpa de él—.

—oh, oh. Me has llamado Potter. Realmente estas molesto—se lamentó Harry, pues sabía que Draco comenzaría a gritarle y pelearían, y él terminaría durmiendo en el sofá, y odiaba que Draco le gritara, y que pelearan, y, sobre todo, dormir en el sofá—.

—¡Claro que estoy molesto! Se suponía que hoy íbamos a cenar—dijo el rubio, haciendo un ademan furioso hacia la mesa del living, donde platos con comida, vasos con vino y velas apagadas reposaban, ordenadas perfectamente, como hacia Draco cada vez que tenían una "cita"—.

—Nuestra cita no era hoy, Draco. Era mañana—le contesto entonces Potter. Habían cambiado el día porque el rubio estaría completamente atareado y no sería el mejor momento para una cita—.

—Claro que no, Potter. ¿A caso me crees tan idiota? No vas a librarte de esta solo con un "la cita es mañana"—repitió las palabras de Harry, haciendo comillas en el aire y usando un estúpido tono infantil que hizo molestar a Potter—.

—¡Ve y fíjate en la agenda!—le espeto Harry. El rubio anotaba todo allí para no olvidarse de ninguna cita con nadie porque, como el mismo había dicho, su secretaria tenía como noventa años y apenas recordaba que tenía que hacer—

—¡Eso hare, y luego te tragaras tu intento de tomarme por idiota!—le grito Draco mientras caminaba de una forma ridículamente furiosa hacia su habitación y volvía momentos después portando una agenda color verde oscuro—. "Miércoles, cenar con Harry a las siete"—leyó el rubio, con un gesto de victoria que atenuaba levemente la furia, aunque su gesto victorioso se convirtió rápidamente en una mueca—.

—Lee el resto—le ordeno Potter al ver que se había quedado callado—.

—"cena pasada al jueves por falta de horario"—leyó el rubio en un murmullo. A Harry le molesto el hecho de que aquello estuviera escrito como si fuera una más de las tantas citas diarias de Draco—.

—¿Lo ves? ¡Estoy cansado de que me grites cada vez que algo no sale como tú quieres, Draco! ¡Soy tu novio, no la persona a la que le puedes echar la culpa de todo! Hoy estuve toda la maldita tarde encargándome de tus citas, no yendo de jerga con amigos, ¡Así que no quiero que lo primero que hagas sea gritarme!

—¿Mis citas? Por si lo olvidas ¡La jodida boda es de ambos!—le espeto el rubio, molesto—.

—Sera nuestra, ¡pero tú eliges todo! Las invitaciones, la decoración, la música, la comida... todo lo que vi hoy ya tenía serias preselecciones tuyas, Draco, ¡Cosas sobre las que nunca me preguntaste, ni una jodida vez!

—oh, ¿en serio? ¿A caso quieres pasarte varias horas diarias decidiendo si quieres manteles blancos o de color, de qué color las flores, que salón alquilar, que tipografía utilizar para las invitaciones, como distribuir a los invitados o alguna de todas las malditas cosas que he tenido que hacer para la boda?—cuestiono el rubio, furioso—.

—¡Quiero que me involucres en mi maldita boda, Malfoy!—le grito Potter, furioso—.

—¡Pues tu estas muy ocupado tomando café y saliendo con Snape como para hacerlo!
—¡No puedo creer que me lo reclames! ¡Tu! TU FUISTE QUIEN ME OBLIGO. ¡Nunca quise hacer las malditas pases con Snape, fue tu maldita idea y tú me obligaste a cumplirla! No puedo creer que me lo reclames—Harry apretó los puños contra su torso pues sentía unas irrefrenables ganas de golpear algo, y no quería que ese algo fuera Draco—. ¿Sabes qué? Púdrete, Malfoy. Me voy—le espeto, molesto, mientras se daba media vuelta y se dirigía hacia la puerta—.

—¡Espera, Harry!—pidió el rubio en tono lastimero y fue a frenar a su novio, pero ya era tarde, Potter ya había desaparecido—.

El Precio Del AmorWhere stories live. Discover now