Capítulo 45: "De la noche a la mañana"

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Inclusive, una lágrima de felicidad había bajado por el cutis de Soren en esa noche a la cual quería aferrarse lo más posible por no olvidarla sabiendo que aunque no lo esclarecieron del todo... Ahora Marck y Soren eran uno solo, siendo así que Soren se acurrucó mucho más entre los brazos del pelirrojo, quien no dudó ni un sólo instante en estrecharlo con más fuerza hasta que el sueño les venció.

La noche avanzó en su hermoso apogeo... Y por una terrible desgracia, Marck debía presentarse temprano en un juicio muy importante, y era que había tomado ya sus días de descanso y si desobedecía sería muy malo para su reputación y no podría entrar al parlamento real.
Con un ceño realmente lastimero dibujado en sus facciones, la mañana le despertó con un sentimiento de calidez invadiendo su pecho y los brazos de Soren al rededor de si mismo. En cuanto miró esa bella imagen los recuerdos corrieron como agua helada atravesando las vértebras de su espalda terminando por dar un largo suspiro.
La cara de Soren brillaba tanto en su belleza que Marck tuvo la impresión de que podía estar barnizada al ser porcelana fina. Repasó los dedos suavemente por la mejilla del mismo y aún sintiéndose desgraciado por tener que irse en ese instante, y aterrizó un suave beso en el cutis de Soren, pasando su brazo con cuidado para no despertarle y así escapar furtivamente de la habitación, con toda esa emoción, vitalidad y amor rellenando su cuerpo y fluyendo por sus venas dibujando entonces la sonrisa más alegre en toda la vida de Marck.

(...)

Pareciera como si durante toda esa noche, se sintiese internamente más ligero. Tanto, que el haberlo transportado al mundo de los más profundos y hermosos sueños no fue una tarea difícil, pero sí que fue difícil regresarle a la realidad donde los rayos del sol impactaron con fuerza en su cara obligándole a abrir pesadamente sus enormes ojos verdes.

Parpadeó un par de veces con cierta rapidez al verse despierto y como si se encontrase severamente asustado se enderezó enseguida, sintiendo una potente  corriente de dolor naciendo en su pequeña entrada e invadiendo sus caderas dañando su espalda baja y haciendo temblar suavemente sus piernas, obligándole entonces a sacar un potente gemido que expresó todo su dolor y se llevó una mano a sus caderas sin explicarse... ¿Porqué dolía tanto?

¿Y porqué no podía recordar nada después de la partida de Otón y Jeanne?

Se sentía completamente aturdido, y por más que intentó forzar a su mente develar el secreto de las últimas horas de la noche... Simplemente no pudo, y se hallaba realmente asustado, ni siquiera supo como había llegado a la cama y... ¿Porqué se hallaba desnudo?

Aún, luchando con el dolor que reinaba en sus caderas bajó el pie hacia el suelo... Tocando suavemente el mismo mientras recibía la helada sensación del mármol por la mañana.
Y apoyando su peso en el mismo bajó el otro, para colocarse de pie...
Pero sus piernas no tardaron ni un segundo en temblar bruscamente, perdiendo la fuerza y haciéndole caer de rodillas al suelo, volviendo a sentir ese horrible dolor en las caderas.

Se sentía mal, se sentía duramente aletargado y tenía una extraña sensación en la boca del estómago. El dolor de sus caderas, aunque era soportable le resultaba difícil de comprender, sus piernas no tenían fuerza y se sentía tan extraño...
Ni el maquillaje, ni la ropa que portaba la noche anterior estaban ahí, y su cuerpo entero despedía el embriagante aroma de la colonia que Marck portaba, además de tener un característico y extraño aroma que nunca en su vida había si quiera percibido. Pero era tan marcado que le resultaba tan difícil de asimilar...

Pasó las manos por todo su cuerpo, y sintió la suavidad de su piel inclusive más marcada de lo que solía ser y al pasar la mano por su propio vientre, una sensación pegajosa le invadió la mano como si de algo más fuerte que el sudor hubiese estado ahí toda la noche.
Estaba en su continua auto exploración buscando las respuestas de sus malestares y de la razón por la cual no podía recordar nada más que las ultimas palabras que Jeanne mencionó antes de irse.
Pasó su mano entonces por sus caderas y terminó por pasarla por sus glúteos y seguido de ello sus entre piernas, descubriendo la misma pegajosa sensación.
Su cuerpo entero se sentía en un letargo que le resultaba desesperante ante el miedo que tenía dibujado en su cara.

"El arte de la mentira"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora