【Capítulo 5】

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«— ¿Estuvo rico? —pregunto con una sonrisa.

—El mejor—comente limpiando con una servilleta sus labios.

—Lo siento, no me di cuenta que tenía arroz—dijo avergonzada.

Sonreí ante su sonrojó, era hermosa por donde la veas.

Busque en mi mochila un pequeño estuche de rollo y se lo lance.

—Ten—le dije terminando de comer.

—Pero no tengo cámara—dijo confundida.

—Tsk, solo ábrelo—comente mirando a otro lado, no sabía cómo actuar en estas circunstancias.

Ella confundida lo abrió, pero al ver el anillo abrió grande los ojos.

—Sé que somos jóvenes, pero quisiera que seas mi esposa más adelante—dije con un leve sonrojó.

Se quedó callada por varios minutos, ya me estaba haciendo la idea que no aceptaría.

—Acepto—dijo sonrojada.

Ese día fue el mejor de mi vida, no iba a desaprovechar la oportunidad de estar a su lado.»

No lo aproveche... No lo hice.

Empecé a comer la comida con un fuerte dolor en mi pecho, ¿Por qué la deje ir? ¿Por una simple aventura?

¡¿Por qué lo hice maldita sea?!

Agarre el nuevo anillo y lo tire a la basura, no quería hacerlo. La quería a ella.

Me quede dormido ante todos los recuerdos.

A la mañana el sonido molesto del celular me despertó.

Mire la hora y era el horario con el cual me juntaba con [TN].

Hacia frio, esperaba levantarme con una cobija y el olor a té negro que me compraba ella.

Pero no, supongo que ella no más tenía esa preocupación en mí.

Agarre el teléfono de mala gana y atendí.

—Hola—dije desganado.

— ¿Hablo con el señor Ackerman? —pregunto una señora.

—Con él habla—dije confundido.

—Pues vera, su esposa tenía una operación al corazón, programada hace un mes—dijo para continuar—. Pero la suspendió a pesar de las consecuencias.

— ¿Y qué pasó? —mi corazón empezó a andar rápido, tenía miedo de perderla.

—Fue llevada a urgencias, la perdimos varias veces en el quirófano—continuo—; ahora su pulso es muy inestable y puede fallar en cualquier momento, los médicos aconsejan que es mejor desconectar el respirador y dejarla ir, pero como es la única familia que le queda, me pidieron que me comunique con usted para la decisión.

Mi mundo cayó, mis ojos irritados volvieron a llover lágrimas.

¿Por eso pidió esos abrazos? ¿Se estaba despidiendo?

Empecé a buscar mis cosas rápidamente, en eso sale mi amante adormilada.

— ¿Sucede algo? —pregunto sentándose en la mesa.

—Luego hablaremos de eso—dije poniéndome otra camisa.

—Está bien—dijo desganada, mirando el tupper.

Eso me trae un recuerdo.

«—Ayer llegaste tarde y hoy iras temprano, debes dormir amor—dijo [TN].

—Tsk, luego hablaremos de eso—dije desganado yendo hacia afuera.

—Espera—dijo, no le di importancia y seguí mi camino—. ¡Levi!

— ¡¿Qué quieres?! —pregunte, la falta de sueño me tenía de mal humor.

—T-Ten—dijo temerosa mientras me colocaba un saco y mi bufanda.

—Tsk, no tengo tiempo—dije sin dejar que me siga arreglando la ropa.»

Me maldigo a cada rato por tratarla mal.

— ¿Ya firmo? —dijo sonriendo mientras miraba los papeles tirados.

Sin decir nada me retire de la casa, hacia un frio de mierda. Hubiera querido que [TN] venga y me ponga sus tantos abrigos.

Camine rápidamente a la clínica, no quería que se fuera, no lo quería.

Desesperado empecé a correr, aun la amo y no quiero dejarla.

Cuando llegue, pregunte la habitación donde se encontraba. Me preocupaba Mikasa también, pero sabía que estaría con mi madre.

Corrí hasta la habitación 154, mi corazón estaba acelerado.

Al llegar, mi mano temblaba en el picaporte. Suspiré y la abrí.

Adentro se encontraba ella con un montón de aparatos, con tan solo verla así mi corazón se encogía, el dolor era agonizante.

Parecía un cadáver que se movía solo para respirar, aunque eran respiraciones pausadas y obligadas por la máquina.

Quise acercarme a tocar su pálida mano, pero una voz me detuvo.

—Señor Ackerman—dijo un joven doctor desde la puerta.

— ¿Si? —pregunte secando leves lágrimas.

—Mi nombre es Grisha Jaeger, queremos saber si firmara para la desconexión de la señora Ackerman—comento acercándose.

— ¿No tiene oportunidad de vida? —pregunte con temblor, quería una respuesta positiva.

—No, lo siento—dijo con preocupación.

—Tsk, mierda—dije poniendo mis manos en mi cintura.

¿Qué hago? No quiero dejarla morir, es el amor de mi vida.

Pero... La he perdido desde que la trate mal.

Ella nunca hubiera querido depender de una estúpida máquina, era hora de... dejarla ir. Mi egoísmo no la hará sufrir nuevamente.

Al firmar, su corazón se detuvo sin necesidad de la desconexión.

Si tuviera otra oportunidad, no la desperdiciare. 

【Treinta y dos ¿Abrazos?】•Levi Ackerman•Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora