Capítulo veinticuatro: Pista de hielo

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-Una día te dije que quería que dejáramos de ser amigos- mi corazón dio un nuevo salto ante sus palabras- Hoy te pido que me perdones por haber sido tan tonto. Sé que ya no podemos volver a ser amigos, nunca más. Por eso te ruego que me hagas el honor de salir conmigo, en una cita, y jamás te haré llorar otra vez.

Sostenía tan fuerte la camiseta que acababa de regalarme Leo como si quisiera aferrarme de algo para no caerme directamente al suelo.

Sentía que no estaba preparada para esa pregunta, porque pensé que esto nunca pasaría.

Darle una nueva oportunidad a Leo sería un reto, tanto para mí como para él. Y más aún si iríamos lejos de la amistad que un día nos unió.

-¿Cuándo?- le pregunté. La vida se trata de correr riesgos, y Leo es un reto que valdría la pena correr, porque lo quiero. SÍ, lo quiero.

-¿Eso es un sí?- sonrió de una manera esperanzada. De verdad él deseaba una nueva oportunidad.

-¡Ya te dije que se fueron y no sé por qué, Ben!- Megan con su traje de porrista subía entre las gradas de lado de su hermano menor Ben. No recordaba que él también formaba parte de los Búfalos.

-¡Pero ni siquiera se despidieron! ¿Al menos vieron algo del partido?- preguntó un desilusionado Ben, y por el contexto de la conversación, deduje que se trataba de sus padres.

Leo y yo contemplábamos la escena con atención ya que Megan volteó a ver a su hermano, y por un segundo pensé que esa mirada contenía algo de humanidad, por increíble que suene.

-Sí, Ben. Vieron todo el partido y posiblemente se fueron por algún asunto de trabajo, dijeron que estaban orgullosos de ti- palmeó un poco el hombro de su hermano y en seguida nos notó a Leo y a mí. Ella no podría saber si sus padres se dignaron a ver todo el partido porque es porrista, debía estar concentrada en su actividad, es decir, que le mintió a su hermano, por su bien.

Leo artículo un "lo siento" en dirección a la rubia, ésta se erguió y con sus usuales aires de arrogancia se dirigió a la salida tomando por el brazo a Ben.

De pronto, el odio que le tenía a Megan se convirtió en pena. Entendí el punto de Leo al decir que Megan solo quería atraer la atención de los demás y el gesto que tuvo con su hermano quiso decir que debajo de toda esa frialdad solo hay una chica asustada.

Ya ni siquiera me importaba la relación que ella y Leo pudieron haber tenido en el pasado.

-Sí, ese es un sí- afirmé- ¿Cuándo y a dónde iremos?

Leo soltó una profunda respiración y me sonrió con picardía.

-Ahora mismo.

-¿Qué?- pregunté sorprendida- pero...- vi hacia mi poco adecuado atuendo- estoy muy fea hoy. No voy a salir así.

Leo me miró de abajo hacia arriba reprimiendo una risa.

-No podrías ser fea ni que quisieras, Claire. Así estás perfecta- mordió su lado inferior.

El calor no tardó en llegar a mis mejillas.

-Nos vamos en este instante- ya comenzaba a anochecer. Él tomó mi mano y comenzamos a caminar en dirección a la salida.

-Me voy a caer, ¡lo sé!- me quejé por enésima vez colocándome los patines en una banca de la pista de hielo, donde Leo decidió que sería nuestra primera cita como no-amigos.

-No te soltaré, lo prometo- intentó calmarme entre risas.

-¡No te burles!- terminé de atar el cordón de mi patín izquierdo y le di una puñetazo fuerte por su brazo derecho.

Amo Que Me Odies [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora