Capítulo seis: ¿El mismo imbécil de siempre?

9.5K 555 24
                                    

Abrí la puerta con nerviosismo y caminé como zombie a la cocina.

-¡Claire!, ¡qué grande estás!- exclamó Rita, dándome un fuerte abrazo.

-Hola, Claire- me saludó un alto e increíblemente atractivo Leo, parándose en seguida de su silla y dedicándome una sonrisita de niño bueno, que no me agradó en lo absoluto.

Era un momento muy incómodo, no sabía qué hacer.

-¡Hola, Cle!- Richard se levantó de donde quiera que estuviera y me abrazó por las piernas por su baja estatura.

-Hola, Rich- contesté.

¡Dios, sálvame!

-Estás lindísima, Claire- opinó Rita- Ann nos dijo que estabas fuera con una amiga, te estábamos esperando.

A Rita la había considerado casi como una segunda madre para mí, y el cariño era mutuo. Obviamente decía lo de "lindísima" por cortesía.

-Ehmmm, sí, Rita, ¿y tú cómo estás?- dije nerviosa sin voltear ni un segundo mis ojos hacia Leo.

-¡Vamos al comedor!- gritó mi madre exaltada- Ya la cena está servida- y sonrió en dirección a Rita.

Logré ver que en la cocina también estaba mi prima Diana, quien me veía haciéndome señas hacia Leo. La dejé de ver antes de que me hiciera reír.

Todos le hicieron caso a mamá excepto Richard y yo. El pequeño aún estaba pegado a mis piernas. Yo seguía sin mirar a Leo.

Mamá se devolvió a la cocina.

-Vengan, chicos. Hay que celebrar el regreso de nuestros amigos- anunció.

Cargué en mis brazos a Rich y me dirigí al comedor. Sentía una mirada punzante sobre mí. Adivinen de quién.

Me preguntaba qué pasaba por su mente sin siquiera mirarlo. Seguramente estaría pensando que eran ciertos todos los rumores: que Claire Webster se ha convertido en una emo loca y que está más espantosa y temible que nunca.

Comenzó a mirarme con tanta curiosidad luego de que logré sentarme en mi asiento, gracias a Dios, al lado de Diana pero de frente hacia él, de modo que no me quedó otra opción que verlo.

Sí que había cambiado. Logré notarlo mirándolo por cinco segundos, que fue lo máximo que llegué a retenerle la mirada. Su mandíbula estaba mucho más cuadrada. Sus brazos musculosos. Sus dientes perfectamente sincronizados. Su cabello lucía extraño, cuando era pequeño siempre lo llevaba con flequillo, ahora lo llevaba hacia arriba. Lo único que seguía igual eran sus intensos ojos verdes.

-Disculpen a Arthur, no pudo asistir. Ya saben, los negocios- dijo mi mamá sonriente y refiriéndose a la ausencia de papá en la reunión.

-Descuida, querida. Con solo verlas a ti y a Claire ya me alegra muchísimo- dijo Rita.

-Y yo estoy tan feliz de que estén de vuelta en la ciudad ¡No me lo puedo creer!- y mamá y Rita rieron a horcajadas. Los demás, en silencio, se notaba la tensión en el ambiente.

La mesa estaba impecable, como la solía ordenar mamá. Había de todo. Pero el plato principal era su especialidad: pollo al curry.

-¿Cuándo comeremos el postre?- preguntó curioso Richard.

-Aún no, cariño, primero la cena- le dijo amablemente su madre.

-Oh, Dios mío. ¡Adoro a este niño! Es tan adorable...- opinó una enternecida Rita- ¿qué edad tiene?

-Solo cuatro añitos- le contestó mi prima sonriente.

Leo de repente se aclaró la garganta.

-¡Leo está tan guapo!, ya no es el mismo chiquillo que correteaba a todos lados con Claire- expresó mamá. Ya yo no podía hundirme más en mi asiento.

Amo Que Me Odies [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora