Capítulo nueve: ¿Claire?

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-¿Recuerdas cuando me dijiste que cuando estuviera lista para cambiar te avisara?- le mandé un mensaje de texto a Chloe que probablemente estaba en clase.

-¿Sí?????????- contestó con demasiados signos de interrogación.

-Es hora- escribí.

-¡Oh mi Dios! ¡Qué emoción! Casi pego un grito en plena clase del señor Smith... ¿Cuándo?

No pude evitar sonreír ante la reacción de mi amiga. Pensé que ese día ya no sonreiría.

-Si quieres te quedas hoy en mi casa... Solo si quieres y puedes. No estoy urgida- escribí en respuesta.

-¡Perfecto! Nos vemos en tu casa en la noche. ¡Iré por mis herramientas!- fue la contestación de Chloe.

¿Herramientas?- me pregunté. A Chloe al parecer le faltaba un tornillo, pero confiaba en ella. Mis ansias de venganza por lo ocurrido hoy no me dejaban pensar en nada más que en cambiar radicalmente. Solo esperaba que ese cambio fuera favorable.

¿Sería posible que yo luciera bien con algunos arreglos? No veía esa posibilidad cada día que me miraba al espejo. Pero mi nueva amiga me lo ha repetido muchas veces. Solo queda esperar y dejarme a mí misma en sus manos.

Mi decisión no tenía vuelta atrás. Deseaba con todas mis fuerzas humillar a Megan y a sus secuaces.

Leo.

No podía borrar de mi mente los ojos de Leo diciéndome que nunca me haría una canallada de tal calibre como la que me han hecho Logan y Megan hoy. Solo que me costaba tanto creerle.

De presentarse un cambio bueno en mí, también deseaba con todas mis fuerzas ver la reacción de mi ex mejor amigo. ¿Ya no se avergonzaría de mí?

No, no. La verdad es que ni yo misma me comprendo cuando pienso en tantas tonterías. ¿Qué interesa si dejaba de avergonzarse de mí? Leo también merecía ser humillado, pagar por las que me hizo y que sus palabras fueran tragadas por él mismo una por una.

Mi venganza tenía sabor. Y era muy dulce.

A la luz del mediodía el jardín en el que me encontraba me hacía sentir en la inmensidad. Aspiré aire puro y cerré mis ojos.

-No me gusta verte llorar, Claire- un recuerdo vago vino a mi cabeza de ese mismo lugar en el que yo estaba llorando y un chico me consolaba.

-Okey. Tengo ciertas prohibiciones- le advertí a Chloe quien se encontraba en mi habitación con un par de maletas llenas de "herramientas".

-Oh, no, señorita. Usted accedió a quedar en mis manos- respondió apuntándome con su dedo Chloe- tendrás que confiar plenamente en mí.

-Es que nunca he usado tacones, y me da mucho miedo sacarme las cejas. ¡Se ve tan doloroso!- reclamé.

-Claire, estarás bien. Te dije que yo sabía cómo hacer que luzcas hermosa sin que te sientas incómoda- dijo mi nueva amiga pausadamente- Créeme que sé cómo hacerlo- seguido de una sonrisa.

-¡Está bien! Confiaré en ti- dije luego de soltar un suspiro.

Cerré mi habitación con llave para que mi mamá no curioseara. Era viernes por la noche, así que Diana probablemente llegaría un poco tarde y Rich estaba rendido en un profundo sueño en su habitación.

-Tengo reglas, Cle- espetó Chloe- no podrás verte al espejo hasta que la obra de arte esté finalizada.

-Dios mío...- me lamenté.

-Voy a probar con varias cosas y no te quiero asustar. Es mejor que esperes hasta que yo lo indique.

Chloe comenzó a sacar un montón de cosas de sus dos maletas: estuches de maquillaje por miles, ropas y más ropas, varios zapatos de todo tipo, ceras, depiladores, plancha de cabello, sprays para el cabello, y otros aparatos que me causaban terror y que en mi vida había visto.

Amo Que Me Odies [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora