Adiós.

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Me siento camino de piedra

y me siento los pies descalzos que caminan sobre ella.

Me duele pisarlo,

me duele serlo,

me duele que me duela pensarme así

y que tú no puedas verlo.

Me siento la última tecla de un piano que nadie toca,

porque delante tiene una canción entera,

que ya no apetece escuchar.

Abrazar un cuerpo de viento

cuando solía ser de aire,

sigue sin ser abrazar,

aunque duele un poco más.

No arquees la espalda,

levanta la cabeza y no bajes la mirada;

debes corregir los efectos del peso de las palabras.

En el nuevo mar en que nadas

no te sientas solo,

ni frío,

ni en calma.

Pinceladas de felicidadWhere stories live. Discover now