vier

7.1K 1.2K 500
                                    

Desde ese entonces, Jimin sólo estuvo en su casa hasta los catorce años, su madre salía cuando se acababa toda la comida que había en la casa. Como por ejemplo, ese mismo momento.

― Minnie... ― Le susurró Jeongguk en el oído, ambos estaban acostados en el sillón de la sala ya que, todos los días estaba nublado y hacía frío todo el día. Esa era la única forma de darse calor.

― ¿Sí? ― Sintió los fríos y suaves dedos de Jeongguk en su mejilla.

― ¿Si mato a tu madre, te molestaría?

En cuanto Jimin escuchó las palabras del castaño, abrió los ojos rápidamente, mirándole confundido. ― ¿A mi madre?, ¿estás loco?

― El que yo no esté invisible ahora es un gravísimo error, estoy haciendo un gran esfuerzo al estar visible. Y sólo por ti.― El mayor se sentó y el pelinegro hizo lo mismo. ― Si no estoy visible sólo me podrás ver, pero no me podrás tocar.

― Hyung... ― Agachó la mirada, no sabía que decir. Era muy difícil. ― Es mi madre.

― Es arriesgado que ella me vea... ― Acarició la pierna de Jimin suavemente. ― ... Si me ve, esto se saldrá de control. ¿Lo sabes, no?

― J-Jimin, ¿quién e-es él? ― Preguntó una tercera voz.

El recién nombrado se giró rápidamente a ver la puerta principal, donde estaba su madre mirándole fijamente desde el umbral de la puerta. ― U-Un amigo, mamá. ― Estaba realmente sorprendido, no había escuchado a su madre llegar.

― Tú no tienes amigos, pequeño... Nunca has salido de casa. ― Su tono de preocupación era evidente, y de su rostro se elevaba una sonrisa escalofriante. ― Bueno. ¡Haré el almuerzo! ― HeeYeon lentamente se dirigió con una muy amplia sonrisa a la cocina.

Jimin y Jeongguk corrieron al pasillo del segundo piso y cuando llegaron, se miraron fijamente con la piel pálida. ― Jimin, tú sólo baja a la cocina, yo me quedaré aquí. ― Le murmuró al pelinegro mientras tomaba su rostro con sus dos manos.

― P-Pero... ¡¿Qué mierda hago?!

― ¡Sólo anda! ― Jeongguk sonrió al terminar para tratar de animarle, tratando de tranquilizarle, esto hizo que sus orejitas de conejo se elevaran.

Jimin se giró lentamente y bajó las escaleras con sus piernas temblando a cada segundo, llegó a la cocina y observó a su madre, quien estaba mirando al jardín con las cortinas ya abiertas por primera vez en cuatro años.

― Jiminie... ― Su madre cortaba con un gran cuchillo la carne. ― ¿Por qué me defraudaste?

― ¿D-Defraudarte? ― El menor dio un paso hacia atrás, asustado por el tono de voz de su progenitora.

― ¿Por qué has deshechado todos mis cuidados hacia ti? ― De repente, la señora de treinta años con cuchillo en mano se volteó a mirar a su hijo. ― ¿Por qué por más que te lo dije, no me hiciste caso?

― M-Mam- 

― ¡No he terminado! ― Dio un paso hacia donde estaba Jimin, enojada. ― ¿Es que quieres morir? ― Levantó el cuchillo que tenía. ― ¿Por qué estabas con uno de ellos, Jimin? ― Dos pasos más. ― Y es que, ya eres uno, por eso tal vez deberé matarte.

― ... ¿Mamá?, ¿q-qué te pasa?

― No tienes derecho a llamarme así después de lo que has hecho, asqueroso. ― Pasó una de sus manos por su rostro. ― Debo acabar contigo.

Al terminar de decir esas últimas palabras, todo pasó en cámara lenta. HeeYeon empezó a correr hacia Jimin con el cuchillo en mano y éste se quedó quieto, viendo a su madre asustado. Cuando ella ya estaba a punto de apuñalar al pelinegro, cayó de golpe al suelo, sus ojos cerrándose tan rápido como al caer.

― Tranquilo, sólo está inconsciente. ― Se escuchó la voz de Jeongguk detrás de sí, entrando en la cocina y viendo el cuerpo de HeeYeon en el suelo.  ― ¿Ves que era mejor matarla antes de que pasara esto? Largémonos ahora de aquí, ¿bien? ― El castaño tomó la pequeña y suave mano de el menor, dirigiéndose al segundo piso para que el pelinegro pusiera todo lo necesario en su mochila.

Y al terminar, ambos con sus dedos entrelazados, abrieron la puerta principal de la casa, alejándose para siempre de ese lugar y adentrándose cada vez más en el infinito bosque.

MR. BUNNY [kookmin]Where stories live. Discover now