Capítulo 9

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Narra Camila

Lauren estaba leyendo su libro tranquilamente y yo estaba tomando el sol tratando de relajarme, pero realmente no podía quitar mis ojos de su cuerpo. Con ropa ya lo había podido apreciar pero ahora en bikini no había hecho más que confirmarlo, tenía un cuerpo perfecto, no extremadamente delgado, con curvas, como a mí me gustaban. Estaba empezando a tener bastante calor y ya no sabía si era por el sol o por Lauren.

- Lauren, creo que hace demasiado calor. Voy a darme un baño ahora vengo... - le anuncié.

- Vale - me dijo ella, apartando la vista del libro para mirarme con esos ojos increíbles que tiene.

- ¡Dios!Tus ojos son como el mar, pobre del que los mire y no sepa nadar- le solté yo y ella estalló en carcajadas como siempre que la piropeo.

- ¿Tú sabes nadar, verdad? – me pregunto ella con una sonrisa en la cara.

- Claro y bucear, de hecho me voy al otro mar aunque el de tus ojos sea más impresionante – le dije y me fui sin mirar atrás.

Llegué a la orilla y el agua estaba un poco fresca. Iba metiéndome poco a poco, la piel se me erizó por el frio y el agua aún no había llegado a mi vientre. De repente, noté como me empujaban y caí al agua sumergiéndome completamente. Cuando salí vi como Lauren reía a carcajadas a mi lado y juro que amé verla así.

- Creo que has empezado una guerra y ahora vas a tener que acabarla Jauregui – le dije mientras me acercaba a ella y la sumergía conmigo debajo del agua.

Las dos salimos a la superficie, riéndonos y mirándonos. El contacto de la piel de Lauren junto a la mía por debajo del agua era una sensación maravillosa. Era la primera vez que teníamos un contacto tan directo.

- Nunca creí que te iba a tener mojada – le dije yo con las cejas alzadas y noté como se ruborizada.

- ¡Oh cállate! – me contestó ella mientras me hacia una aguadilla y salía corriendo.

- Sí, huye, porque te voy a pillar – le avisé.

Estuvimos corriendo por la orilla hasta que logré alcanzarla y las dos caímos a la arena, rebozándonos por ella y acabando cubiertas de arena de pies a cabeza pero con una sonrisa en nuestras caras. Le quité con mi dedo pulgar un poco de arena que tenía en la frente mientras nos mirábamos a los ojos, estuvimos así durante unos segundos y yo estaba empezando a ponerme muy nerviosa, tenía que cortar esto o iba a perder el control.

- Cre-creo que deberíamos volver al agua y quitarnos toda la arena – le sugerí yo.

- ¿Qué pasa? ¿Quieres tenerme mojada otra vez? – me preguntó ella sugerentemente y yo creí que iba a morir ahí mismo.

- No hay nada que quiera más – le dije mientras que rompía el contacto visual y corría hacia el mar, yo ya no sabía que pensar con Lauren.

Me sumergí sin pensarlo en el agua mientras intentaba quitar toda la arena de mi cuerpo. Oí como Lauren corría detrás de mí y se zambullía en el agua también. Ya era casi el medio día y yo estaba empezando a tener hambre.

- Lauren, muero de hambre ¿te apetecería que vayamos a mi casa y preparemos algo de comer? – le dije con un poco de miedo – si no tienes ningún plan...

- - Claro, yo también estoy empezando a tener hambre.

Las dos recogimos las toallas y nos dirigimos hacia mi piso. Cuando llegamos, fuimos directamente a la cocina a ver que podíamos encontrar en la nevera.

- ¿Sabes cocinar? – le pregunté a Lauren con curiosidad.

- Sí, la verdad es que me gusta y no se me da nada mal – me dijo ella.

- Eso tendré que comprobarlo porque tanta perfección junta en una mujer ya está dejando de ser algo normal – le dije yo -¿qué quieres que hagamos?

- Podemos hacer algo de pasta – me sugirió ella.

- Vale, me encanta la comida italiana – le contesté yo y empecé a sacar todos los ingredientes necesarios.

- Sí, además es algo relativamente rápido – me respondió ella.

- Yo seré tu pinche y haré todo lo que me digas – le propuse.

- Entonces me dejas que lleve yo el control de la situación – me preguntó Lauren.

- En esta ocasión sí, en las demás ya veremos – le contesté y me sonrió - ¿te apetece una copa de vino mientras cocinamos?

- Claro – aceptó ella.

Saqué una botella de vino blanco y lo serví en dos copas. Estuvimos cocinando entre risas y algún que otro coqueteo. Preparé la mesa y nos dispusimos a comer.

- Hacía mucho que no disfrutaba tanto de cocinar – me dijo Lauren – y de la compañía...

- Yo también, además hacía mucho que nadie cocinaba para mí – le respondí yo – y tengo que hacer la prueba para ver si de verdad eres la mujer perfecta.

- Lo soy – me dijo ella bromeando

- Vaya ego Jauregui – le contesté mientras cogía un ravioli y me lo metía en la boca.

- Dios Lauren... no puede ser verdad, ¿cómo puede ser que tú te hayas quedado con toda la perfección del mundo? – le pregunté seriamente pero ella se empezó a reír – Dime que también sabes cantar.

- Bueno, algo canto también... - me dijo ella tímidamente.

- Buah eso es que también cantas bien. Te quería proponer algo. Voy a montar una banda-coro para alumnos y profesores. Es un proyecto que ya hice en mi anterior instituto y funcionó muy bien. Bastantes alumnos están interesados, ahora solo me falta captar a algunos profesores también. Dime que te apuntas, por favor.

- No lo sé, realmente no canto tan bien... - dijo ella dudosa.

- Estoy segura de que no es así pero lo importante es pasárselo bien, no es nada súper profesional, además un alumno me ha dicho que se apunta solo si estamos las dos, así que no me puedes fallar– le dije yo.

- Está bien, seguro que lo pasamos bien y cuando se lo digas a Dinah y Shawn también aceptarán. Otros años ya han hecho alguna que otra actuación y los dos cantan bastante bien, además Shawn también toca la guitarra.

- Perfecto, muchas gracias Lauren. Es importante para mí – le dije yo sinceramente.

Seguimos comiendo y hablando durante casi una hora más.

- Lauren, estaban deliciosos. Puedes cocinarme siempre que quieras – le dije entre risas.

- La próxima vez será al revés, yo seré tu pinche y tú me cocinaras – me dijo ella.

- Eso está hecho pero solo si haces todo lo que yo te diga – le respondí sugerentemente.

- ¿Te gusta llevar el control, Cabello? – me preguntó Lauren.

- La mayoría de las veces – le contesté alzando mis cejas.

Estuvimos hablando un rato más y Lauren volvió a su casa. Cuando se fue, yo recogí la cocina. Pasé toda la tarde tocando la guitarra y buscando canciones para el coro hasta que caí dormida.

PROFESORAS (Camren)Where stories live. Discover now