Ezequiel IV

226 36 5
                                    

Ezequiel IV

Es domingo nuevamente, el primer domingo del mes de julio. Desde aquella visita inesperada de Gabriel, en esa madrugada de tormenta; se hizo algo habitual. Todos las madrugadas del domingo, Gabriel venía a verme y lo hacía entrar a escondidas. Me sentía como aquella víctima que se enamora de su victimario.

El láser color verde ingresa nuevamente por la ventana de mi pieza y al asomarme él estaba ahí en la vereda mostrándome que traía en sus manos un paquete grande de Doritos. Rápidamente pero con cuidado, bajé a abrirle para luego ir a mi pieza. Ni bien cruzamos la puerta de mi habitación me tomó de la cintura y sin previo aviso me besó, quede perplejo. Voy de una escapada hacia la cocina en busca del pote de queso cheddar, gaseosa y un recipiente para colocar los Doritos. Juntos nos recostamos sobre la cama a mirar películas, mientras Gabriel actuaba con normalidad yo pensaba en el beso que hace un rato me dio, era un beso frío y cálido.

Lo escuchaba reír por lo bajo, mientras que yo solo comía Doritos con cheddar sin prestar atención en absoluto a la película que al parecer era bastante divertida. Posó su dedo pulgar en la comisura derecha de mis labios, lo deslizó desde allí hacia la mejilla limpiando un poco de queso que tenía en mi cara para luego terminar chupando su propio dedo. Solo respondí con una sonrisa tímida.

Me sentía como un idiota, actuaba como si todo esto fuera nuevo para mí. Siento que me toma de la mano derecha, nuestros dedos se entrelazan por debajo de las sabanas. Todas las noches pasadas mantuvimos una relación distante, era más como un amigo que venía a pasar la noche. Pero ya siento sus intenciones, que también son las mías pero en mi interior tengo una lucha entre si debo o no.

Chat individual

─¿Estas Eze? —era Violeta.

─Si Viole, ¿Qué paso?

─Necesitaba hablar con alguien ─Gabriel tomó mi teléfono, lo bloqueó y lo apoyó sobre la mesa de luz junto a mi cama.
Se subió encima de mí con las piernas abiertas y comenzó a besarme el cuello. La película había terminado y jamás me percaté. Me sentía incómodo pero a la vez quería que siga. Besaba y besaba mi cuello, deseaba cerrar los ojos para dejarme llevar pero no podia, tenía los ojos abiertos. El celular sonaba, era Violeta que seguro me estaba hablando.

─Tengo que responder ─le digo a Gabriel pero sigue besándome y acariciándome el pelo.

Estiro mi brazo para agarrar mi teléfono pero me toma de las manos para colocarlas en su cintura. Pienso y pienso, no paro de pensar. Con sus manos se saca la remera dejando ver ese desfile de abdominales y sus pectorales bien definidos. Toma del borde de mi remera para sacármela entera, nuestros cuerpos semi desnudos sobre la cama, el rose de nuestra piel, quiero dejarme llevar pero algo me lo impide.

Sigo manteniendo los ojos abiertos, siento la respiración acelerada de Gabriel y el latido de su corazón junto a mi pecho. Me toma de las muñecas y se desliza besando todo mi cuerpo, desde el cuello hasta el obligo para luego subir de la misma manera. Ambos nos despojamos de nuestros pantalones. Solo los calcetines, boxers y las sabanas cubren nuestros cuerpos.

Logro cerrar los ojos mientras tengo el cuerpo casi completamente desnudo de Gabriel sobre mí. Se acerca a mi oído y me dice "Extrañaba hacer el amor con vos", había decidido dejarme llevar y disfrutar del momento. Deseaba estar con él y extrañaba su piel, todo de sí; pero el dolor era más fuerte. Quería no pensar y que ese momento sea igual de especial como los que tuvimos antes. Pero con cada movimiento, en mi mente aparecía la imagen de Gabriel golpeando mi rostro, con cada beso sentía el gusto a sangre que sentí aquel día en el vestuario del club. No pude contener las lágrimas. Como la lluvia comenzaron a caer de mis ojos. Me era imposible sacarme el amargo sabor del rencor y el dolor.

Con mis manos tomé de los hombros a Gabriel y con toda mi fuerza lo saqué de encima mío tirándolo al suelo. Él me tomó del brazo y me tiró junto a él. Quedé encima suyo.  Ambos llorábamos.

─Pegame!! —me dijo entre dientes.

─Lo voy a hacer!! ─rogaba que mis viejos no me escucharan llorar.

─Lo merezco, pégame. Por favor.

─No te voy a pegar. No puedo lastimarte ─creo que jamás había llorado tanto como en ese momento lo hacía.

─Yo merezco sufrir, no vos —a puño cerrado y sin control comenzó a golpearse en el rostro. Con la misma furia o tal vez mayor con la que me había lastimado a mí.

No podía pararlo, golpeaba y golpeaba su rostro. Sus manos estaban nuevamente con sangre. Intentaba tomar sus muñecas, las tomaba con toda mi fuerza para evitar que siga lastimándose. Sabía que no podía controlarlo, era más fuerte que yo. Con mis brazos rodeé su cabeza, mis manos aferradas a su cabello y al oído le decía que se calmara. Que no hacía falta que haga esto, que parara. Todo había pasado, yo estaba ahí para él.

Poco a poco se fue tranquilizando y me abrazó a la altura de la cintura. Estaba agitado, lo sentía. Escucho la puerta de la pieza de mis viejos, la voz de mamá detrás de la puerta que preguntaba si estaba todo bien. Miento, solo me queda mentir y responder que todo estaba bien. Miento y miento, con cada mentira me vuelvo preso; voy perdiendo mi libertad. No deseaba que sufriera, no lo soportaba. Gabriel era mi debilidad.

Éramos Especiales (COMPLETA Y EDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora