Paula II

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Paula II

Soy una chica bastante normal y tranquila, mis padres son normales, voy a una escuela normal; mi vida es normal. Con el tiempo aprendí a que uno puede tener todo lo que quiera si se lo propone. Siempre tuve lo que quise. De chica con mis papás bastaba hacer una rabieta para que me dieran lo que quería. El papel de buena alumna me dio siempre beneficios con los profesores y directivos. Ser la amiga que muchos quieren me ha dado muchas ventajas. Me considero una actriz de la vida, si hay que ser simpática lo soy, si tengo que llorar lo hago; si tengo que mentir y engañar, estoy dispuesta a afrontar las consecuencias. Soy capaz de todo para tener lo que deseo. Sueno un poco fría al decir estas cosas, pero así soy.

Puedo ser la mejor chica del mundo, a la que muchos quieren y admiran. Tambien puedo ser la chica a la cual más odian. Cuando terminé mi relación con Cristian, las últimas palabras que me dijo fue "Sos una sociópata", a lo cual respondí diciendo "Si, tal vez. Puede ser"; aunque claramente no lo soy. Un sociópata no tiene empatía, no demuestra sentimientos hacia los demás o al menos no tiene sentimientos puros, en cambio yo si los tengo; a veces. Que no tenga amigos de verdad no significa que no quiera tenerlos, que no me haya enamorado de Cristian no significa que no quiera enamorarme. Estoy bien así, estoy bien siéndome leal a mí misma.

Durante este tiempo de mi vida, una sola vez sentí verdadero afecto hacia alguien. Durante el verano desde que tengo memoria, con mi familia vamos a pasar las vacaciones de verano a la provincia de Entre Ríos, mas especifico a un pueblo muy aburrido. Mayormente la gente en ese lugar son todos ancianos, eran aburridísimas las vacaciones. En el verano número nueve de mi vida, mientras jugaba sola en la calle, un chico me chocó con su bicicleta. Mis rodillas habían quedado todas raspadas y con algo de sangre, creo que jamás lloré de la manera que lo hice en ese momento. El chico asustado se bajó de la bicicleta. Se acercó a mí con una botella de agua en la mano. Se quitó la remera que llevaba puesta, la misma tenía el dibujo de una banda de rock nacional llamada "Los Piojos" y una vez frente a mí, mojó la remera con agua para luego colocarla en mis rodillas en un intento de limpiar la sangre en las mismas. Para cualquiera una acción súper tierna, aunque yo reaccioné pegándole una patada directo en el rostro, haciendo que le comenzara a sangrar la nariz y terminé sacándole de cuajo un diente flojo que tenía.

Marcos era un chico muy lindo, de pelo rubio, ojos verdes y una sonrisa donde se marcaban un par de hoyuelos en sus mejillas. A partir de ese día nos hicimos grandes amigos, amigos de verdad. Año tras año esperaba con ansias que llegara el verano para poder verlo. Crecimos juntos el uno al otro, compartiendo momentos inolvidables. Las tardes en el rio, ver las estrellas, salir a andar en bicicleta y nuestro primer beso. Teníamos trece años y ninguno había dado su primer beso, ambos decidimos que podríamos practicar entre nosotros, así para cuando tengamos nuestro beso de verdad estaríamos preparados. "Sos mi mejor amiga, te quiero y nos vemos el próximo verano", escribió Marcos al final de la carta que me regaló el mismo año del beso.

El año pasó y todas las noches recordaba ese beso de práctica que nos habíamos dado. Si, tal cual lo piensan, estaba enamorada de Marcos. Los días, las semanas y los meses pasaron volando. Estaba decidida de que el nuevo verano junto a Marcos iba a ser especial. Debajo de la carta que él me había dado el año anterior escribí "Sosnmi mejor amigo pero no quiero que sea más así, te quiero pero no puedo hacerlo más y quisiera que los veranos nunca se acaben. No quiero ser tu amiga porque me gustas y mucho, no quiero quererte porque quiero amarte y deseo que los veranos sean insignificantes a los años que pudieramos vivir juntos". El verano llegó y partimos con mi familia rumbo a nuestro destino. Con el tiempo mis papás y los de Marcos se hicieron grandes amigos, por eso acordaban juntos las vacaciones.
Al llegar a nuestra casa de verano, inmediatamente corrí hacia la casa de Marcos. No quería esperar, estaba segura de mi misma, soy una chica que va de frente. Al tocar la puerta de la casa salió Sandra la mamá. Al parecer Marcos ese año vendría después porque quedo debiendo materias en la escuela, en cinco dias llegaría. Los días me parecieron eternos, pero mi ilusión y esperanza estaban intactas. Mi seguridad creció una tarde al ver llegar el auto del papá de Marcos quien lo había ido a buscar a la terminal de ómnibus. Me acerqué corriendo hacia el auto con una sonrisa en mi rostro, tenía la carta en mis manos. La puerta trasera se abrió y veo las piernas de Marcos por debajo de la misma. Esas piernas fuertes y peludas que tenía, ya éramos unos adolescentes. Tomó su bolso y cerró la puerta, nuestros ojos se encontraron y una sonrisa dejaron en evidencia los hoyuelos en su rostro.

Éramos Especiales (COMPLETA Y EDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora