Prólogo

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—¡Uno más! —le gritó Kai mientras la gente a su alrededor coreaba lo mismo en señal de apoyo—. ¡Uno más para la gloria!

Ella miró el trago de ginebra que le ofreció Kai con ojos casi somnolientos, pero la sensación de de vértigo que tenía en su cabeza la regañó antes de poder pensárselo bien.
Wendy le dio un empujón con su pesada mano al vaso que le ofrecía Kai y le gritó de vuelta:—Paso en la gloria —logró modular torpemente—. Mejor cambia ese trago por una bebida fría.

Kai se rió dejando el trago junto a su mano.

—Apresúrate, mi garganta se siente como un cenicero —Wendy se hundió por completo en el sillón tratando de darle una señal concisa a la pequeña multitud que se había formado al rededor de ellos después que ella había llegado al séptimo trago.

—Le aposté la mitad de mi siguiente paga a Kyungsoo a que lograrías llegar a diez, no puedo perder —le dijo al oído casi dulzón—. Wen...             

—Te vomitaré encima —balbuceó casi amenazante, para luego imitar su tono burlona—. Kai...

Él rodó los ojos y se paró del sillón pero ella se aferró a su mano

—Club Soda con limón —le rogó intentando no hacer un puchero—. Con hielo.

Kai bufó algo divertido y se deshizo de su mano fácilmente.

—¡Solo tráeme agua con gas como última opción, Kai! —le gritó lo más fuerte que pudo cuando se había alejado unos pasos, a lo que él respondió con un gesto desdeñoso con la mano sin siquiera darse la vuelta.  

Mientras lo esperaba, Wendy sacó su teléfono de entre los cojines del sillón, bajando el brillo al mínimo justo después de desbloquearlo. Quería frotarse las esquinas de los ojos que le escocían por el nuevo delineador que le había regalado Yeri una semana antes como regalo de cumpleaños tardío, pero aún no estaba tan borracha como para dejar de ser consciente de sí misma.

La música tecno retumbaba en las ventanas de la casa, y comenzaba a palpitarle en la cabeza, anunciando una jaqueca. Tal vez fueron minutos, u horas enteras por las que espero a Kai desparramada en el sofá, pero eventualmente se cansó y se levantó tambaleante, golpeándose la rodilla en la mesa, sacudiendo los vasos de licor a medio beber y botellas de cerveza vacías mientras se alejaba.
Quiso buscar un baño, pero sus piernas no le hicieron caso y terminó en la puerta trasera que daba al patio. Parando ante el ventarrón de aire frío que en segundos ya le tenía el cabello castaño desordenado por todo el rostro.
Aún así y sin saber porqué, Wendy  bajó el corto tramo de escaleras, sin prever que sus tacones azules se atascarían en la tierra húmeda y la precipitarían hacia adelante en cuanto intentara dar otro paso hacia adelante. Cuando cayó al suelo, lo primero en tocar el pasto fue su rostro, probando la particular mezcla de cobre y tierra en la boca.
La llovizna que había caído unas horas antes, había encontrado hogar como rocío en el pasto, el cual ahora le empapaba el vestido negro. 

Gruñó contra la tierra, pero no se levantó, aunque sus zapatos hubieran desaparecido de sus pies y el frío le empezara a hacer doler los huesos. Se quedó ahí, demasiado perezosa y adormilada como para intentar levantarse, escuchando la ahora más tenue música de la casa. 

Estaba tan concentrada en las hormigas que habían trepado a su mano, que al principio no notó las lagrimas derramándose: Wendy era ese tipo de borracha. Un flujo de lágrimas casi constante que le tapó la nariz con mocos, dejándole como alternativa tomar desesperadas bocanadas de aire mezclado con la tierra levantada y ahogarse en el proceso. 

Solo entonces, Wendy se preparó para levantarse, metiendo las manos debajo de ella para tratar de propulsarse hacia arriba, pensó sobre eso -su plan de acción- una y otra vez.
Por alguna razón este siendo el momento escogido por su cerebro para recordarle el vídeo tutorial de ejercicio viejo que había encontrado en Youtube y había había visto en una ocasión que estaba aburrida en clase de informática. Aunque tratara, no podía concentrarse en levantarse, ya que los espándex púrpura de la entrenadora era lo único que consumía su mente. Pero aún así trataba de hacer que su cuerpo la escuchara, así que cuando terminó con la cabeza hacia las nubes y las rodillas apoyadas en el pasto húmedo, su subconsciente automáticamente se dio palmaditas en la espalda por el buen trabajo.

–¿Estás bien?–Wendy bajó la mirada de la media luna colgada en el cielo en busca de la voz, y se encontró con ojos oscuros y  refinados, enmarcados por largas pestañas. Ojos que no dejaban de examinarla por completo–. ¿Estás bien, Wendy?

Él repitió y ella lo miro con la cabeza ladeada, tratando de recordar si lo conocía, pero ningún nombre compatible con su rostro ovalado aparecía en su mente. Él la seguía mirando, esperando por una respuesta y con un ceño fruncido por la preocupación.

Wendy sorbió por la nariz y luego sin dudar respondió: –Eres algo hermoso.

Strawberry Rush (k.j.d X s.s.w)Where stories live. Discover now