Capítulo uno

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Día uno:
Potter miro la concurrida cafetería Muggle mientras revolvía lentamente su café, preguntándose como había aceptado aquello, aunque ya sabia la respuesta.
Había aceptado porque Draco había decidido preguntárselo a mitad de una mamada.
Había aceptado porque al despertar la mañana siguiente el rubio lo había mirado desde detrás de sus pestañas rubias, con sus hermosos ojos grises, con su angelical e inocente rostro adormilado, con su tierna sonrisa y se lo había recordado.
Había aceptado porque luego el rubio le había ordenado, le había pedido, le había sugerido y hasta le había suplicado durante semanas para que lo hiciera.
Había aceptado, más que nada, por la promesa del rubio de hacerle otra de sus estupendas mamadas cuando regresara de su encuentro.
De su encuentro con él.
La pesadilla de su adolescencia.
La mayor sombra en sus recuerdos de Hogwarts.
Severus Snape.
Harry se frotó los ojos, pensando en la petición de Draco. ¿Seria realmente capaz de perdonar al hombre por todo y hacer las paces con él? ¿Seria capaz Snape de hacer eso por él? Harry lo duda, pero de cualquier manera, allí estaba sentado, maldiciendo mentalmente a Lucius y Narcissa Malfoy por haber hecho a Snape padrino de Draco.
Harry suspiro y miró su reloj. No sólo estaba obligado a cumplir la ridícula petición de su novio, sino que, además, Snape llegaba tarde. Posiblemente hasta lo hiciera apropósito para molestarlo, lo que parecía ser el pasatiempo favorito del hombre... luego de las pociones y quitarle puntos a Gryffindor, claro.
Entonces, Harry por fin lo vio entrar. En un principio apenas lo reconoció. Llevaba un aspecto completamente diferente con la ropa Muggle que traía  puesta: unos jeans azules algo ajustados y un enorme (y con apariencia de ser cálido) abrigo de lana gris. Desde luego que apenas se parecía al mago que siempre llevaba túnica negra que Harry había visto por última vez hacia tres años.
También lucia mayor. Llevaba bastante bien sus cuarenta y tantos años. Siendo que hablamos de Snape, de seguro podría ser mucho peor.
Y tenia el cabello mojado, posiblemente por la llovizna que caía fuera. A Harry le resultó curioso descubrir que el cabello del hombre parecía igual de grasoso mojado que seco.
El mago ni siquiera paseo la mirada por el lugar. Se dirigió directamente a la mesa junto a la ventana que Harry ocupaba. Más que una ventana era una pared de vidrio, y a Harry le entretenía ver a la gente caminar por las calles o, en su defecto, a las gotas de lluvia deslizándose por el cristal.
—Potter—dijo el hombre y se sentó frente a Harry. Este decidió tomarlo como un saludo—.
—Snape—le contesto, habiendo una vaga inclinación con la cabeza, luego la apoyo sobre su mano y miró a Snape casi descaradamente mientras reprimía una sonrisa—. Llega tarde.
—Yo nunca llegó tarde. Tiene mal la hora—le dijo el hombre, devolviéndole la mirada desafiante—.
—Pues hay una primera vez para todo, porque ha llegado tarde—insistió Potter, sin poder disimular su sonrisa satisfecha, y le mostró su reloj de muñeca antes de que pudiera replicar nada, demostrando que, efectivamente, el hombre llegaba 13 minutos tarde—.
Snape le dirigió una de sus gélidas miradas, y Harry adivinó que el hombre lamentaba que Potter se hubiera graduado hacia 5 años, porque sino habría podido bajarle tantos puntos a Gryffindor por tal insolencia...
—Al parecer sigue igual de insolente que siempre, Potter—le dijo el profesor, dirigiéndole una mueca desdeñosa—.
—Soy una criatura de hábitos—le contesto Potter, devolviéndole la mueca. Draco lo odiaría cuando descubriera lo desafiante que se había mostrado ante su padrino, pero en el momento a Harry lo lleno de satisfacción tratar al hombre de tal manera—.
Snape solo le miró de forma molesta antes de frenar a uno de los muchachos que atendía el lugar y pedirle un café negro, muy al estilo de Snape.
Ambos hombres se miraron durante rato mientras tomaban sus bebidas y esperaban que fueran las siete para poder irse... para lo que faltaban más de cuatro horas.
—Bueno... considerando que debemos estar aquí sentados todas las tardes de los próximos dos meses, seria bueno que comencemos con las disculpas y todo eso, ¿no cree?—cuestionó Harry, rompiendo el silencio luego de quien sabe cuanto tiempo, cuando los cafés de ambos se habían acabado y una lluvia torrenciales había comenzado afuera—.
Snape le dirigió una sonrisa cargada de sarcasmo.
—¿Quiere comenzar la sesión de problemas de pareja?—cuestionó el hombre, aprovechando para burlarse ahora el de Potter—.
Harry hizo una mueca solo de imaginarse en esa situación con Snape.
—Quiero terminar con esto de una vez para poder casarme tranquilamente con Draco—le contesto Harry, muy serio—.
—En ese caso, no veo porque debería contribuir. Siempre pensé que usted no era suficiente para mi ahijado—le soltó, para molestar aun más al león—.
—Si pensara así, no hubieras accedido a esto.
—¿y por qué asume eso?—cuestionó Snape, enarcando una ceja con cierta curiosidad—.
—Porque sé que los dos queremos a Draco y que hemos accedido a esto por él, y usted sabe que Draco no estaría nada feliz si no lograramlográramosas pases. Sé que para usted Draco es como un hijo que nunca tuvo, y que quiere hacerle feliz como pueda, así que eso indica que va a hacer las pases conmigo aunque mientras lo hace planea mil maneras de matarme—afirmo Potter con seguridad antes de llamar a un mozo y pedirle otro café y (¿por qué no?) Un brownie de chocolate—.
—vaya, quien diría que todo ese análisis podía salir de su mente, Potter—le dijo Snape, mirándole con una sonrisa desdeñosa, sin confirmar ni negar las afirmaciones del chico—.
Harry hizo una mueca.
—De vez en cuando, pienso—contesto Harry. Muchas veces había pensado en el oscuro profesor desde que Draco le había pedido aquello, porque una parte de el, muy en el fondo, sabía que terminaría por ceder; Potter siempre terminaba por hacer ante su novio—.
Severus lo miro un momento y luego asintió levemente.
—Lamente que su padre fuera un cretino— a pesar de lo ridícula que era esa disculpa, el tono de Snape era serio—.
"Algo es algo" se dijo Harry, reprimiendo un suspiro.
—Lamento que mi padre fuera un cretino con usted.
—Lamento que usted fuera tan malo en pociones.
—Lamento que debido a eso usted fuera tan cretino conmigo.
—Lamento que siempre fuera tan insolente.
—Lamento que usted siempre haya sido tan sensible.
—Lamento que sea un Gryffindor.
—lamento que sea un Slytherin.
—Lamentó que seas un idiota—le espeto, tan molesto que hasta lo tuteo—.
—Lamento que tu seas el doble de idiota que yo—le contesto Potter, igual de molesto—.
Ambos hombres se miraron, sin sentirse ni un poco mejor con esas "disculpas".
se quedaron en silencio un rato, observándose mutuamente con cierta irá.
Para fortuna de Harry, quien en aquel estado furioso estaba dispuesto a mandar todo aquel plan (y a Snape incluido) al demonio, luego del intercambio de insultos, Snape levanto su mano izquierda y se la tendió a Potter.
—Mucho gusto, mi nombre es Severus Snape—dijo el hombre, confundiendo a Harry en un principio hasta que el menor comprendió las intenciones de su antiguo profesor—.
—el gusto es mío. Soy Harry Potter—dijo,  estrechando la mano de Snape, creando un nuevo comienzo para ambos. Quizá esto no borrará el odio y los resentimientos del pasado, pero les daba la oportunidad de dejarlos en el pasado... si eran lo suficientemente fuertes como para solar viejos odios y temores.

El Precio Del AmorWhere stories live. Discover now