Capítulo 2.

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CAPÍTULO 2. 

—Ey, ________, despierta. Ya llegamos. —Alguien me estaba llamando por mi nombre, pero era tan cómodo aquí que no tenía intenciones de moverme o siquiera abrir los ojos. 

Ni siquiera recordaba que alguien me hubiera sacado los auriculares y parado la música. Seguro que fue mamá o Emily. Bufé sin abrir los ojos. 

Luego pude sentir una fresca brisa cubir mi cuerpo, y como comenzé a tener escalofríos, no tuve mas remedio que entrecerrar los ojos ante la luz que emanaba de todos lados. 

—¿Qué pasó? —Susurré desperazándome. 

—Qué ya llegamos, eso pasó. Levántate y péinate un poco. Vamos a bajar ya. —Emily luego de comunicarme esto, se inclinó sobre el maletero que estaba arriba de nuestras cabezas para poder sacar de allí su bolso de mano y el mío. 

—Ya voy. —Bostezé y me incliné sobre el asiento, poniéndome en una posición recta. 

Cuando me quise dar cuenta, toda la gente dentro del autobús estaba de pie y buscando en los maleteros de arriba sus equipajes de mano y demás objetos personales. Traté de buscar a mi mamá y a mi hermanita con la mirada, pero al no verlas, Emily se dió cuenta enseguida de que iba a preguntarle algo, asi que solo atinó a decirme.

—Mamá y Cindy están abajo ya. Te estamos esperando a tí. —Dijo tomando su bolso y dirigiéndose hacia la puerta para salir del micro. 

Refregué mis ojos, y tomé el consejo de mi hermana. Asi que rapidamente tomé mi cabello y lo até en una coleta dejándome un poco mas cómoda y segura. 

Tomé mi bolso y guardé mi teléfono y mis auriculares en el bolsillo pequeño decidida a ponerme de pie y cruzar por la puerta para salir del autobús. 

—Vamos, ________. Todavía es demasiado temprano y Cindy tiene hambre así que desayunaremos algo aquí, en la terminal y luego iremos hacia el hotel. —Sugirió mi mamá. Yo por mi parte, me daba lo mismo ya que todavía estaba practicamente dormida e iba donde mi familia iba. Parecía un zombie. 

Luego de tomar algo en el bar de la terminal, ya podía sentir el sabor a sal en el aire. Estabamos cerca del mar, lo podía sentir, además en el bronceado de toda la gente que ya se volvía para su ciudad de origen. Cada uno con su valija en mano, y sus pieles doradas se dirigían cansados hacia las salidas de autobuses. 

Yo me concentré en mi café con leche y mis medialunas enormes. En unos pocos minutos me había terminado mi desayuno, y ni siquiera sabía que tenía tanta hambre. 

Luego, saqué mi teléfono de mi bolso y miré la hora. Ya eran casi las siete y media de la mañana, y el sol golpeaba fuerte sobre esta ciudad costera. Lo odiaba un poco. 

—¿Ya nos vamos? —Pregunté. 

—Si. Tus hermanas ya terminaron, asi que tomen sus cosas y vámonos de aquí. —Mi mamá se levantó y tomando de una mano su equipaje, y de la otra a Cindy, comenzó a cambiar hacia las puertas de la terminal que daban a la ciudad. 

Emily y yo la seguimos sin dudarlo. Tomando nuestras cosas y dirigiéndonos hacia afuera. 

Nos tomamos un taxi a la salida de allí, y a los pocos minutos, habíamos llegado al hotel.

Ya había estado aquí el año pasado, pero no recordaba nada de él ni de su fachada. 

Mi familia y yo nos dirigimos hacia adentro del hotel, que en ese momento me había dado cuenta que estaba solo a una calle de la playa. Genial, pensé sarcásticamente. 

—Apúrate, ________. Tenemos que registrarnos. —Gritó mi mamá cuando ella y mis hermanas ya habían traspasado las puertas y se encontraban dentro, mientras yo aún estaba en la vereda luchando con mi equipaje y mi bolso de mano que no se ponían de acuerdo para cooperar conmigo. 

Una vez que pude subir los escalones de la vereda, abrí la puerta y entré. Pude divisar a mi madre con mis hermanas hablando con un señor un poco viejo, que de seguro sería el dueño o el recepcionista. Me acerqué a ella, pero enseguida el hombre me vió, abrió los ojos exhaltado y gritó algo a alguien. 

—Justin, hijo, por favor, ayuda a la niña con su equipaje. ¡Para algo te pago! —Mojé mis labios repleta de nerviosismo, porque yo había sido la causa de la humillación de alguien. 

Enseguida me quedé congelada en mi lugar con la vista pegada al suelo intentando haciendo caso omiso de arrastrar mi valija hacia donde estaba mi mamá, mientras mi ella, absorta en hacer intercambio de palabras con el dueño, no despegaba su vista del papel que tenía que completar sobre aquel mostrador de madera. 

De repente, siento que alguien más toma mi equipaje, haciendo que mi mano se toque con la mano de otra persona. Enseguida levanto la mirada y puedo ver a un adolescente de mi edad, practicamente, mirándome a los ojos y torciendo su boca hacia un costado. De seguro esta era la persona a la que el señor había ordenado ayudar con mi equipaje. Por Dios, realmente era lindo. Su cabello rubio perfectamente peinado te hacía no querer dejar de mirarlo nunca, y sus ojos eran como la puerta a otro maldito mundo. Definitvamente la calma del mar estaba en su mirada. 

Y además, sabía su nombre. Justin.

|Summer's Love| ONE SHOOT.Where stories live. Discover now