Nueve, 01 de abril de 2014

714 86 11
                                    

Querida Lydia:

Veo progreso.

A decir verdad, ni siquiera me puedo creer todo lo que ha pasado esta tarde, sigo haciéndome a la idea. Diría incluso que ha sido un sueño, porque una cita con Lydia Martin que no tuviera que ver con un baile escolar o con algo relacionado con el instituto es una cosa que únicamente había pasado en mis mejores sueños.

Pero no, ha sido real. Los dos estábamos ahí, Scott y Allison pueden confirmarlo también.

Bueno, sé que realmente no ha sido una cita como tal porque tú y yo íbamos a acompañar a nuestros amigos en su cita, pero me atrevería a decir que, técnicamente, el rato que hemos pasado juntos se puede considerar algo muy próximo a cita.

Podías haber pasado de mí yéndote con Scott y Allison, haberte marchado a casa nada más llegar, haberte quedado sentada en las gradas mientras los demás patinábamos, pero en vez de cualquiera de esas cosas has decidido patinar conmigo. Me has enseñado y te has reído conmigo, has sujetado mi mano y me has ayudado a levantarme las incontables veces que me he caído al suelo.

A princpio de curso no sabías quién era yo, mientras que hoy puedo decir que al menos has pasado un buen rato junto a mí. Progreso.

Todo sea dicho; cuando hemos llegado a la pista de hielo, mientras nos poníamos los patines, pensé que me ibas a mandar a callar. Sinceramente no sabía qué decirte, ya que estaba muy nervioso, tanto que he empezado a soltar cosas sobre combinaciones. Llevabas un vestido azul, así que lo primero que me ha venido a la mente cuando has rechazado mi jersey naranja ha sido defender los colores de los Mets: azul y naranja, una gran combinación.

A veces, hay cosas que jamás pensarías que podrían pegar juntas y que resultan ser la perfecta combinación, como dos personas. Eso mismo te he dicho, aunque para mi desgracia has pensado que me estaba refiriendo a Scott y Allison. En cualquier caso, estás de acuerdo con mis palabras, lo que no puede borrarme la tonta sonrisa de la cara ni siquiera ahora, en mi casa. Progreso.

Un momento después, ha ocurrido una cosa mágica. Nada más entrar en la pista de hielo, te has alejado de mí hasta que te has detenido de repente y has empezado a dar vueltas sobre ti misma como una bola de cañón. Ibas tan rápido que tu abrigo verde se ha difuminado totalmente, mezclándose con el naranja de tu pelo, y yo he dejado de distinguir tu cara para pasar a observarte hacer piruetas como si el espectáculo que tenía delante me hubiera arrebatado hasta el último aliento.

Créeme, Lydia, estaba embobado. Me tenías embobado. Más de lo normal.

En cuanto te has detenido y me has mirado desde tu sitio a lo lejos, me he tenido que obligar a cerrar la boca porque habría quedado como un tonto si hubieras llegado y yo no hubiera podido reaccionar. Bien mirado, creo que es verdad que no he podido reaccionar del todo bien, porque cuando finalmente te has acercado junto a mí patinando, yo solo podía ver tu perfecta sonrisa, la cual era toda para mí.

Era como si supieras que me habrías podido tener a tus pies si tan solo lo hubieras pedido. Como si, tras haberme permitido verte bailar sobre el hielo, me hubieras lanzado un hechizo hipnotizante, y eras bien consciente de ello. Pero no era una sonrisa llena de maldad o superioridad; simplemente sonreías porque estabas feliz. Se te veía genuinamente contenta.

Contenta y conmigo. Progreso.

He de decir que la tarde estaba yendo estupendamente. Ha habido incluso un momento en que Scott y Allison han salido de la pista para ir a sacarse fotos en el fotomatón y tú y yo nos hemos quedado solos. La cosa es que creo que ni siquiera te has fijado en que nuestros amigos se habían ido. Sé que no es del todo así, pero me gusta pensar en que solo tenías ojos para mí en ese momento y por eso no te has dado cuenta.

Pero entonces todo ha cambiado. Sinceramente, no sé por qué me sigo sorprendiendo cuando ocurren estas cosas, teniendo en cuenta que Beacon Hills lleva la palabra 'faro' escrita en el nombre. Para nuestra desgracia, se trata de un faro que atrae criaturas sobrenaturales, lo que de alguna manera u otra se confunde con la muerte muchas veces. Por supuesto, el día en que consigo una especie de cita contigo no iba a ser la excepción a la regla.

En mi última carta te escribí el miedo que tenía tras el mordisco que te dio Peter. Estaba aterrado porque solo había dos opciones y, aunque ninguna es ideal, cualquier cosa es mejor que tu muerte, Lydia. Si para evitarla te tenías que convertir en mujer lobo, que así fuera.

Sin embargo, nada pasó. Tu vida siguió como siempre; continuaste con tus rutinas y tus costumbres. Aun así, había algo diferente, algo fuera de lo normal. Podía verlo en tus ojos. Aunque gracias al cielo no moriste ni te uniste a la manada de Scott, ya no eras la misma Lydia que un día fuiste, y hasta hoy no me he dado cuenta del gran cambio por el que debes de estar pasando.

Hoy, en la pista de patinaje, te has lanzado al suelo y has empezado a gritar como si no hubiera mañana, arañando el hielo y soltando incoherencias. No creo que hayas sido consciente de ello, pero incluso has llorado. Yo no sabía qué estaba pasando, Lydia, solo sabía que no podía dejar que nada malo te ocurriera.

He intentado todo lo posible por estabilizarte y traquilizarte, pero no parecías ser capaz de salir de ese estado de shock en el que has entrado de repente. He buscado con la mirada aquello que te pudiera estar asustando y no he encontrado nada; me he desesperado hasta tal punto que he llegado incluso a pensar que algo te estaba causando dolor físico en tu interior.

Cuando han entrado Scott y Allison (supongo que al escuchar tus gritos), yo ya había conseguido calmarte mínimamente. Seguías alterada, pero al menos no del mismo modo que al principio. Enseguida has pasado a tan solo sollozar en silencio, aunque en ningún momento me he atrevido a soltarte por miedo a que te volvieras a derrumbar. Entre los tres te hemos llevado al coche de Allison para que ella te llevara a casa, y no he podido dejar de observar que no te has soltado de la manga de mi sudadera en todo el rato que hemos tardado en llegar al aparcamiento. Ha sido inesperado y a la vez sobrecogedor que no te hayas separado de mí hasta que, finalmente, has tenido que hacerlo para irte a casa.

Supongo que no lo has hecho a propósito; simplemente he sido la persona que estaba ahí cuando ha tenido lugar el incidente y te has aferrado a mí, pero al menos me llena de emoción haber podido ser esa persona que te ha ayudado a salir del agujero. Sí, creo que es progreso.

En fin, espero que estés mejor y que sea lo que sea que te haya pasado hoy no ocurra de nuevo. Como siempre, solo quiero que estés bien.

Con mucho cariño,

Stiles

Para Lydia || StydiaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon