Capítulo 4

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Derek

—¿Qué haces aquí? —me dijo con una cara que realmente me causó gracia. La verdad yo también estaba sorprendido, no la veía hace unos años y vaya que la hermana de Daniel se había desarrollado, pero sin duda seguía siendo la misma de siempre ¿Qué hacía con un pijama tan infantil?

—¿Ya no saludas? —me incliné hacia ella y planté mi mejilla a unos centímetros de su rostro. Se puso rojísima de inmediato y me cerró la puerta en la cara.

—¡Largo de aquí! —gritó tras la puerta.

Volví a tocar el timbre sin cesar, ¿Qué se creía esa mocosa?

Daniel al fin me abrió y me abrazó muy entusiasmado —¿¡No que no vendrías!? —exclamó al verme.

—¿Y perderme la visita de mi mejor amigo al país? Imposible. —dije mientras entraba a mi querido B11 —Planeaba sorprenderte, pero al final quién me sorprendió fuiste tú, ¿Qué hace Valentina aquí?

—En serio me la creí —me dio un pequeño empujón en el hombro —y Valentina estaba tan entusiasmada con ser parte del programa que le sugerí venir conmigo, alguien la tenía que vigilar.

—¿Así que ahora eres niñero? Dan, este es nuestro año, no empieces con tonterías.

—Lo sé, será nuestro año. Sólo le echaré un ojo, no es gran cosa.

—Bien y ¿dónde se quedará? Porque ni creas que me iré. —Encendí un cigarrillo y se lo ofrecía a mi amigo.

—Derek es mi hermana, si se va ella me voy yo. No sé por qué no se te ocurrió que algo así podría pasar.

¿Pero que le pasaba a Daniel?

—Bien, que se quede. —Me resigné cabreado. Nunca más le hago una sorpresa a nadie.

—Pues creo que el problema no es que tu aceptes, si no que ella lo haga. —¿Pero que estaba diciendo? Este había sido mi dpto. los últimos tres años y si yo decía que me quedaba, lo hacía. Supongo que Daniel noto la molestia en mi cara pues añadió. —Tranquilo, déjamelo a mí, yo veré de convencerla.

Seguí conversando con Daniel, dejando a su hermana de lado. Conversamos de lo que nos había pasado este último año, cómo nos había ido en los estudios y demás temas. Felizmente seguíamos iguales, debo admitir que cuando supe que Daniel había venido con una chica me preocupe, había la pequeña posibilidad de que se haya enamorado y no quería ni imaginármelo.

—Estas loco. —Me respondió mientras soltaba una carcajada y le daba la última pitada a su cigarro. —No creo que me enamore nunca y lo sabes, eso no es para nosotros.

Sonreí, estaba feliz de que nada haya cambiado.

—Bien, tomaré una ducha, le abres al repartidor.

Asentí y encendí otro cigarrillo. 

Nueva casa, nuevas reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora