diecisiete;

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Haru caminaba lentamente por los pasillos de la escuela.

Ese día Yoongi no había asistido, así que un pequeño temor se había apoderado de ella.

Hasta ahora todo iba bien, pero aún le quedaban cinco horas a la jornada escolar.

Sonrió de lado, recordando que esa misma tarde volvería a salir con el chico de cabellos negros. Sentía demasiado cariño por él y lo quería mucho. Disfrutaba su compañía y él la de ella, así que todo iba relativamente bien entre ellos.

"Fiesta en casa de Hoseok", esas habían sido las palabras exactas del chico.

Haru arrugó la nariz con diversión al recordar a los amigos de Yoongi. Después de su segunda cita, él había decidido presentarla con ellos.

Se llevaban de maravilla.

Por azares del destino, Jimin también era parte de ese grupo.

Así que ahí estaba, a un metro del, ahora rubio, lista para hablar.

Ella y Jimin vivían demasiado cerca.

¿Por que no irse juntos a la fiesta?

Haru tenía coche y, si bien había escuchado a dos chicas cotillar en el baño, el coche de Jimin estaba totalmente descompuesto.

Se le hizo fácil pensar que él querría un aventón.

Al final de cuentas, últimamente el se había mostrado menos cruel con ella, por no decir agradable.

Al fin las cosas estaban cambiando.

—Hey, Jimin.

El rubio, y el séquito de chicas populares que solían estar detrás de él todo el tiempo, voltearon en dirección a la castaña.

—¿Nos estás dirigiendo la palabra? ¿Tu? ¿A nosotros?—se burló una pelirroja. Era perfecta, en todos los aspectos.

A Haru le dio un poco de celos ver a aquella chica.

Ella no era fea, tenía un rostro amable y delicado, inclusive podríamos decir que era bonita. Pero, claro, tenía una complexión nada especial, era demasiado normal (no como aquella delgada y estilizada chica) y, bueno, su busto pareciera que había dejado de crecer en la primaria.

—En realidad quiero hablar con Jimin, no con ustedes.—contestó encogiéndose de hombros. Ni siquiera sabía de dónde había sacado valentía para contestarle así a una de las abejas reinas de la institución. Ella solo quería hacerle una simple pregunta al chico, quería ser amable y tratar de recuperar su relación con él.

—¿¡Quién te crees que eres para--!?

El rubio le lanzó una mirada a la pelirroja, indicándole que guardara silencio. Dirigió su atención a Haru, quién se encontraba frente a él con la mandíbula apretada.

Ella solía hacer eso cuando estaba nerviosa.

Jimin la conocía como la palma de su mano.

Esbozó una sonrisa burlesca antes de hablar:—¿Qué?

Haru no pudo evitar notar los cambios que había en el chico. Ya no tenía las mejillas regordetas y su físico parecía pulido por los dioses del Olimpo. Era demasiado diferente.

Extrañaba a su mejor amigo, independientemente de todo.

Entendía lo mucho que sufrió él antes, y lo mal que debió haberlo pasado. Sufría solo, y nunca lo compartió con nadie.

Ni siquiera con ella.

Cuando ella se enteró sintió su mundo caerse.

No era posible, era inimaginable.

Park Jimin no merecía que la gente fuera cruel con él.

Aquel chico de mejillas regordetas y ojos de alcancía no era más que bondad y amor.

Terminaron por destrozarlo, por quitarle las ganas de seguir.

Molestándolo por cosas que no eran su responsabilidad.

¿Acaso era su culpa que su padre haya sufrido una sobredosis? ¿Eso era motivo para meterse con él y hacer su vida un infierno?

No, maldición, no lo era.

Y ella no había estado ahí.

Ni siquiera lo sospechaba.

—¿Quieres que pase por ti para ir a la fiesta de Hobi?

Una sonora carcajada la hizo temblar.

Ahí estaba de nuevo.

Los ojos de Jimin se habían oscurecido y una sonrisa macabra se había apoderado de su rostro:—¿Es un chiste, cierto? ¿Por qué habría yo de querer irme con una perdedora como tú? ¡Inclusive respirar el mismo aire que tú me provoca náuseas!

Ella no entendía. Pensaba que al fin estaban progresando...

—¿Q-Qué...?

—Oh pobre niña inocente y estúpida. Me das tanta pena, ¿pensaste que me agradabas? ¿Pensaste que estaba cambiando? ¡Te soporto porque sales con Yoongi! ¡Ni siquiera sé que te ve! ¡No tienes nada!

—J-Jimin...

Sonrío aún más, apretando con fuerza las mejillas de la chica, provocando la risa de las chicas ahí y haciéndola jadear del dolor:—Corrección, no eres nada.—dicho eso, jaló con fuerza la mochila de la chica, quitándola de sus hombros:—Hoy no está Yoongi aquí, y ya no usas muletas, así que vas a tener que ir por ella.—sin cuidado, lanzó su mochila por la ventana. Provocando que la, ahora, multitud de espectadores riera ruidosamente.—Anda, largo de aquí. Verte hace que me duela la cabeza.

Haru limpió sus mejillas antes de salir de ahí. Le dolía, le dolía demasiado ver que ya no había ni un rastro de lo que antes era su mejor amigo.

Se sintió como una completa idiota.

Una completa idiota que seguía pensando que aquel imbécil iba a volver en sus sentidos.

Si.

Eso era él.

Un imbécil.

Un imbécil que la había lastimado demasiado.

De: Ella.

"Hey, Jimin."

"Me rindo."

Hey, Jimin// pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora