Capítulo 7. Interesante.

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– al parecer a todos se les está antojando casarse –comentó para evitar que descubra lo reciente y viéndole a la cara.

– ¿Por qué lo dices?

– porque uno de mis amigos también lo hará, se casa el próximo año.

– entonces tendremos que colocarnos de acuerdo, para que asistas también en la mía.

– no te pongas engreído, ni siquiera sabes si te dirá que sí.

– estás hablando con Esteban Corman, jamás me han dicho que no –está tan seguro de sí mismo que aquello da el presentimiento de que así será.

Nuestra charla se ve interrumpida al escuchar que nos llaman desde aquella mesa donde cuatro chicas habían estado compartiendo bebidas y aperitivos mientras conversaban.

– ¿sucede algo? Señorita Burrell –habla el, cambiando un poco su tono de voz.

– podrías acompañar a Ana y Jess, Corman –pide alzando su rostro hacia el– quieren comprar un obsequio.

– si –acepta al tiempo que ambas mujeres se colocan de pies– señorita Burrell.

Antes de marcharse acompañado por ambas intercambia una mirada conmigo, indicándome que estuviera atento y lo cual hago, manteniéndome a una distancia prudente de ellas dos, en silencio.

– ¿no vas a decir nada el respecto? –interroga ella, dirigiéndose a Liz, la que en un segundo a otro en su rostro se denota seriedad– ahora estamos solas

– te hizo daño...no esperes que lo apruebe y si es venganza lo que quieres, sabes que no se consigue de esa forma –habla un tanto molesta– vas a volver a ese círculo vicioso en el que te golpeaba y luego no nos decías nada ¿aun lo amas?

– claramente lo has malinterpretado –se defiende Alise, desviando sus ojos de la taza de té que ha estado bebiendo– mi yo de aquel entonces sí que lo amaba, pero ahora las cosas son diferentes, mi punto de vista ante lo que me sucedió, ahora ha cambiado. Aquel día que nos viste solo estábamos hablando, me contó algo de una terapia que estaba haciendo. Además han pasado cuatro años...

– es tu ex novio –le interrumpe– te agredía, era una relación tóxica y...

No puedo evitar quedarme aturdido cuando cada palabra que dicen va tomando sentido al tiempo que en mi cabeza voy poniéndoles orden. Su ex novio la golpeaba, le hizo daño y ellas se dieron por enteradas tarde, cuando las heridas ya estaban en su cuerpo y mente...y ella ahora, luego de cuatro años del término de aquella relación se están volviendo a reencontrar.

Un amigo de infancia que era casi un hermano me dijo una vez "las personas que dañan no cambian, solo lo pretenden, muy dentro de su ser siguen siendo lo que fueron y si lo hacen...no se toma un mes o un par de años, nuestros delirios, heridas y demonios se toman su tiempo para domesticarse, a parte todos somos diferentes..."

– eso es lo que fue –dice sin más, Alise con la mirada desafiante de seguro porque sus palabras le han molestado– y aprendí mi lección, pero después de todo fuimos amigos.

– haz lo que quieres.

Acepta cabreada Liz, ya de pies. Despidiéndose de Alise con un beso en la mejilla y dando su conversación por finalizada dejándonos solos en un silencio donde los cubiertos de las otras mesas en conjunto con las voces de las personas nos rodea.

– haz como que no has oído nada ¿vale? –dice dirigiéndose a mí cuando ya no vemos a Liz a nuestro alcance– solo lo está exagerando.

Desconozco la gravedad del asunto, pero eso no quiere decir que le reste importancia.

– señorita Burrell...

– ¿no te molesta el tratar de señorita a alguien que es menor que tu por dos años? –está tratando de evitar el tema.

– para nada, después de todo usted señorita Burrell, es mi jefa –pestañea incrédula para después reír.

– no te negaré que me pareces interesantes –comenta logrando que frunza el ceño– las chicas van a tardar ¿Por qué no mejor tomas asiento?

Dudoso hago lo que me pide. Pensado en que si había dos años de diferencia entre nosotros, ella apenas tendría veinticinco años, aunque vistiendo como el día de hoy, podría restarse uno o dos años.

– ¿tienes algún pasatiempo favorito? Mathews –interroga mirándome con el mentón apoyado en su mano derecha.

Negué con la cabeza.

– ninguno en específico y ¿usted? Señorita Burrell.

– nada fuera del otro mundo...leer, analizar pinturas... ¿podrías solo decirme Burrell? al menos cuando estemos solo, es que la verdad no me acostumbro a que alguien de casi mi misma edad me llame de tal modo.

– claro... –aceptó un poco inseguro de hacerlo y pensando en lo que quiero saber de sus labios– entonces Burrell ¿usted tiene algún interés amoroso?

Pestañea incrédula para luego sonreír casi jocosa.

– ¿Por qué lo preguntas? –dice ahora apoyando ambos brazos en la mesa y luego su mentón entre ellas– ¿me quieres invitar a salir? Es complicado eso de salir con alguien del trabajo...

– yo... –¡¿Cómo he terminado en semejante situación?! Mi intención era solo verificar lo que había oído de sus amigas. Sin embargo no puedo evitar incomodarme y llevar una de mis manos a la nuca.

– es broma –habla ahora recuperando la compostura– he tenido malas experiencias y siendo honesta, no quiero para nada salir con alguien, ser romántica y enamorarme creo que no es lo mío. Yo misma me he dado cuenta que no soy buena en aquello.

No sé si lo dice para rechazarme o si a malas experiencias se refiere a su ex de hace cuatro años, de todos modos admito que hace demasiado tiempo que no escuchaba hablar a una mujer de tal manera y que se negara a tener una relación...ahora sonaba más imposible la loca idea de Erick.

– ahora me toca a mí –agrega volviendo a sonreír– ¿Cuál es la razón para que no me digas el porqué entraste a prisión?

Al menos solo me pedía las razones y no me preguntaba sobre los hechos, de todos modos la incomodidad que me provoca el tema no hacen más que darme cuenta de que no tengo ningún pretexto para evadirlo, por lo que digo la razón por las que no he ido a ver a mis padres.

– porque no quiero involucrarla con aquello.

Sus ojos se posan en mí por unos segundos para después asentir.

Desde la distancia vi como se acercaban las tres personas que nos acompañaban, colocándome de pies al mismo tiempo que abrochaba el botón que desabroche de la chaqueta para sentarme, en un silencio que se formo entre nosotros de la nada.

– ¿ha pasado algo? –pregunta Corman una vez que estamos a solos y apartados de nuevo de ellas.

– nada.

En el transcurso de lo que restaba del día ya no hubo intercambio de palabras entre nosotros dos, tan solo miradas que se cruzaban, que coincidían nada más y en las que ella era la primera en desviar sus ojos hacia otro lugar.

Ella es mi Jefa. SIN EDITARWhere stories live. Discover now