Una firme telaraña.

58 11 2
                                    

Hongbin deseó nunca haber abierto los ojos, porque cuando apreció la luz una conocida sonrisa le saludó. Quiso morir.

Elizabeth estuvo junto a él hasta la noche, no dejó de acariciarle el cabello y besarle las mejillas, Hongbin no sabía si sentirse afortunado o terriblemente desgraciado. Cada vez que cerraba los ojos la imagen de aquellos hombres destrozándolo le perforaban el cerebro, y luego cuando los abría y se movía un poco todo su cuerpo dolía, ya no quería más nada.

–Tengo que irme amor –Elizabeth susurró despacio en su oído. –Vendré mañana temprano –Hongbin cerró los ojos, no quería ver su belleza cautivadora, pero lo que vino después fue demasiado. La chica le besó en los labios, como hace tiempo no hacía.

Hongbin tuvo pesadillas toda la noche, las enfermeras tuvieron que darle calmantes para que durmiera un poco y descansara, ya por la mañana le dieron de comer y sus medicinas, poco después llegó N.

– ¿Cómo amaneciste hoy? –Hongbin miró a N sin ganas, pero en el fondo se alegró de verlo, ahora habían más personas que se preocupaban de él..., aunque si Elizabeth llegaba a verlo todo se torcería aún más. –No es necesario que respondas, sé que ahora debe ser difícil hablar. Hongbin voy a tratarte de otra forma ahora, no tienes que verme como un simple psicólogo, puedo ser tu amigo.

Hongbin dejó que el aire saliera por su boca en un profundo suspiro.

–Hongbin ¿Por qué no me dijiste que te llevara a casa? ¡Ah! Esto pudo evitarse –N dejo escapar ese comentario, luego vio como el chico en la cama cerraba los ojos y comenzaba a sollozar. –P-Perdón, no debí decir eso. Por dios, no sabes cuánto siento todo esto –N acarició el cabello de Hongbin y se aguantó las lágrimas. –Hongbin, tienes suerte de conocer a Hyuk, él es una persona tan noble que vale la pena tenerlo cerca. Estoy seguro que no te dejará solo nunca, él te ayudará tanto como yo..., eso no lo dudes.

–N-No. –N le miró confuso. –Hyuk debe seguir..., debe olvidarse de mí –Hongbin dijo todo esto con el corazón apretado.

– ¿Por qué? Él te tiene mucho afecto, cuidará de ti como nadie.

–Él tiene su vida, es mejor que se aleje. Elizabeth puede ayudarme..., también puedes irte –N suspiró, su visita ahí ya estaba siendo innecesaria.

–Entonces me retiro ahora..., pero Hongbin, dos veces ya fuiste salvado, es difícil que exista otra.

Su vida no podía ir más mal, debió morir aquel día en que salió de compras, porque ahora estaba roto, desgraciado y arrepentido. Elizabeth era una flor venenosa que le había llevado a la locura, al desastre, ahora sería un esclavo hasta que pudiese irse y escapar, si es que lo lograba.

Los días comenzaban a pasar, no le dieron el alta porque en la noche siempre le bajaba la presión y se descompensaba. Seguía con pesadillas a pesar de que un psicólogo le visitaba dos veces al día, también iba Elizabeth y le cantaba canciones, pero él sabía que eso era una tapadera, una vez saliera del hospital ella comenzaría sus ataques manipulándolo mucho más que antes. Hyuk no volvió a aparecer y aunque eso le dolía horriblemente estaba consciente de que era lo mejor. Entre más lejos se encontrara Hyuk de él, mejor, así Elizabeth no le pondría las manos encima.

Las cosas medianamente buenas acaban. Un día de mucho sol la enfermera llego sonriente y dijo las palabras que Hongbin no quería escuchar.

–Ya ha mejorado lo suficiente como para ir a casa –El mundo entero se quebró. –Solo tiene que ir a sus terapias y comer abundante, estará como nuevo muy pronto. –Elizabeth le agradecía sonriente mientras iba por su ropa.

Yerro (Hyukbin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora