Reparar

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Pyronica era una joven de 18 años. Huérfana desde hace años, la vida para ella no fue fácil, sobreviviendo en las calles desde los 15 años cuando abandono el orfanato. Trabajaba demasiado y aunque no ganaba demasiado, tenía lo suficiente para sobrevivir. Tal vez esa fuera la razón de porque le agradaba demasiado Phil, compartían el mismo destino duro y cruel y sabían sobrellevarlo. Oh no, sentir agrado era muy poco para describir lo que sentía por aquel temperamental pelirrojo. Le gustaba. Lo amaba, si eso estaba cerca de sus sentimientos.

Cuando Phil le pidió cuidar ella no pudo negarse. Conocía a los gemelos, Bill y Will y sabía que ellos no eran los típicos niños malcriados de los cuales te daban ganas de lanzarse por la ventana y sabía que ellos eran agradables. O eso era lo que idealizaba y solo describía al mayor de los gemelos. Bill vaya que era un niño que resultaba en muchas ocasiones molesto cuando se lo proponía.

No había que ser inteligente para darse cuenta que solo estaba siendo un malcriado por el castigo que le habían impuesto con ver por haberse escapado de casa. No entendía porque el niño parecía obsesionado por el joven seminarista y tampoco tenía muchas intenciones para averiguarlo por su cuenta. Una lástima cuando una tarde se dio cuenta que quería irse.

—Por favor, tengo que verlo— le escucho suplicar su permiso. Will que estaba sentado en uno de los sofás negó con la cabeza como señal de desaprobación — Pyronica, tu eres buena, podría quedar entro nosotros.

—Yo no puedo — negó con voz firme, su personalidad le habían hecho alguien dura, no se dejaría llevar por los chantajes de un niño— tú bien sabes que estas castigado ¿Por qué no vas con tu hermano?

—Will entiende que es importante para mí.

—Tú sabes que no estoy de acuerdo.

Bill solo gruño ante esa respuesta como si fuera lo último que quería escuchar y sin decir nada se fue a su habitación azotando la puerta tras de sí. Pyronica no quiso seguirle el juego y solo se fue al lado del otro gemelo que miro preocupado por donde fue su hermano.

— ¿Por qué le agrada tanto ese tipo?— pregunto de forma retórica. Si había algo que distinguía a esos niños era su clara antipatía por los demás. No tenían amigos o algún compañero y no parecía importarles demasiado.

—Bill lo considera un amigo, pero Phil dice que él no es bueno para mi hermano. No entiendo mucho a que se refiere pero siento que debe ser bueno.

Pyronica no decidió no comentar nada al respecto y se mantuvo callada. Siempre había considerado la idea de que su amor platónico era un sobreprotector con sus hermanos, pero sentía que ahora estaba exagerando. Claro, ella no conocía demasiado a Dipper- lo había visto de forma esporádica- pero no se veía una persona malvada, al contrario, había algo en el que inspiraba confianza. Una con la que seguro se ganó la confianza del pequeño Bill. No sonaba mal que tuviera un amigo, menos uno que es cercano a Dios.

El resto de la tarde paso con bastante tranquilidad. Había ayudado a Will con sus tareas y se habían quedado viendo películas y Bill se había quedado encerrado en su habitación hasta que llego Phil. El pelirrojo como siempre, llegaba cansado pero con una sonrisa en el rostro.

—Otro día duro en el trabajo— señalo la chica de cabellos teñidos de rosa.

— ¿Cuándo no lo es?— Will corrió hacia su hermano para abrazarlo, su ironía en aquella pregunta desapareció— ¿Cómo te ha ido?

—No me puedo quejar— contesto el pequeño Will— Bill está en su cuarto— señalo como si fuera importante. Y vaya que lo era pues Phil se soltó del agarre de su hermano para ir a la habitación donde se había confinado el menor de los Cipher.

Demonios.Where stories live. Discover now