Capítulo 6

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-Espéreme un momento por favor- le pedí al taxista. Me baje del coche y le grité- ¡Ali!- Ella volteo para mirarme y vio como caí de rodillas en mitad de la calle. Oí cómo gritó mi nombre seguido de un "¡Mierda!", estando a mi lado le dijo al taxista que llamara a la ambulancia y que ella le pagaría.

-Eres un gilipollas con mala suerte- me dijo.

- Espero que este gilipollas no se quede ciego, estás muy borrosa- dije tocándole la mejilla.

- No te vas a quedar ciego. No te he maldecido tantas veces...

-Ali acabo de verlo... estaba por todas partes.

-¿El hilo? Olvídalo, tienes la vista cansada. Te revisarán la vista y esperemos que no haya nada grave- dijo tomando mi mano- Estoy aquí Lucas, no te preocupes.

La ambulancia nos llevó al hospital y durante todo el trayecto ella sujetó mi mano, no se separó de mí. Unos ojos tristes que me evitaban y una cara seria que atendía a las instrucciones de los técnicos. Minutos después llegué a urgencias y nos sentamos en la sala de espera.

-Quédate aquí. Ahora regreso- me dijo preocupada.

-Le has puesto los frenos a la silla de ruedas y no tengo ni idea de cómo quitárselos- le dije haciendo el intento de disminuir la tensión de ambiente. Ella me miro sin sonreír y se fue. Cuando regresó se sentó frente a mí y dijo -He llamado a tu hermana, llegará pronto tranquilo. Te haré compañía mientras tanto- cogí su mano y le di las gracias- Eso no es lo que quiero escuchar- dijo y apartó suavemente mi mano- Allí está Sam- dijo mientras le hacía gestos con las manos. Sam se acercó y nos saludó a los dos –Gracias por venir con él- Ali hizo un gesto con la cabeza y sonrió- No es nada. Me tengo que ir ya. Mi vida es una locura...

Sam le dijo adiós a lo lejos y ella se fue.

-Una locura... -susurré. Recapitulando un poco sólo desde esta mañana la había llamado "aprendiz de escritora psicótica", se había ido llorando, la había visto en aquel semáforo, vi los hilos rojos, bajé del taxi, me reuní con ella y la arrastré hasta el hospital de nuevo... y ningún "lo siento" había salido de mi boca en todo este tiempo.

En la consulta, Andrés me atendió. Me revisó la vista y mis reflejos. Todo iba bien según él, achacó cualquier molestia al síndrome postconmocional y me pidió que descansara. Antes de irnos, quería hablar a solas conmigo.

-Puedes entregarle esto a Ali, sé que te ves con ella a veces, no me contesta las llamadas desde hace unos días- yo asentí y me fui.

Sam me acompañó a casa, me prohibió que viera la tele o saliera. El resto del día debía descansar o más bien morirme en mi cama para evitar que forzara la vista. Entonces decidí ver el interior del pequeño sobre que me dio el novio de Ali. Había un anillo y por el tamaño era de él. Y entonces caí en lo que había sucedido de verdad ayer. Ali llegó a casa diciendo que la habían dejado plantada por culpa del trabajo, pero la verdad era que cuando estaba borracha después de quejarse de su vida y de su futura profesión, me confesó que Andrés le había pedido un tiempo.

-Ha regresado su ex y dice que está confundido...- dijo llorando- Es la primera vez que me dejan, no sabía a dónde ir Lucas, sólo necesito a un amigo para hablar. Siempre estropeo mis relaciones y esta vez se lo di todo.

-No creo que tengas la culpa Ali- dije acercándome a ella. Ella me miró a los ojos y asintió- Es mi culpa, siempre lo es.

-Mírate, eres preciosa y divertida. Con esa mirada no puedes dañar a nadie.

-¿Con ésta?- dijo acercándose más a mí, tanto que nuestras narices podían rozarse. En ese momento mi corazón se aceleró y sólo quise besarla hasta que comenzó a reírse alegando que me había puesto bizco mientras la miraba.

EL HILO ROJO DE LA VIDAWhere stories live. Discover now