Capítulo 5

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Se me había olvidado cerrar las cortinas, así que estaba cegado por la luz solar. El móvil sonaba y sonaba, ya empezaba a odiar aquella cancioncita. Lo cogí a tientas y respondí sin ni siquiera mirar quien era.

-Levántate ya, en 30 minutos estoy en tu casa- Era Ali, parecía preocupada. Me levanté de la cama como pude y me di una ducha fría. Cogí la primera camiseta que encontré y un par de vaqueros. Fue terminar de cambiarme y sonó el timbre. Era ella, me dio dos besos y entró sin decir nada, llevaba una especie de caja con un par de cafés y unos croissants.

-Gracias, todavía no he desayunado- dije llevándola a mi cocina. Nos sentamos y comenzamos a beber. Ella dio un sorbo largo y me miró a los ojos- ¿Recuerdas lo que pasó anoche?

-¿Te besé?- pregunté asustado- Si he hecho algo que pudiera incomodarte lo siento.

-Si me hubieras besado, créeme te acordarías. La mejilla todavía te ardería- dijo reacomodándose el pelo detrás de la oreja- Anoche hablamos de muchas cosas por culpa de la cerveza.

-¿De verdad te estás planteando dejar la universidad por ponerte a escribir?- pregunté al recordar parte de la conversación. Ayer ella me contó que estaba confundida porque aunque la idea de cuidar de los demás la ilusionaba, sentía que no pertenecía a ese lugar, con esa gente.

-No me refiero a eso. Y no, no sirvo para eso tampoco, lo único que hago es escribir estúpidas novelas de amor que al releerlas lo único que provocan en mí es una pérdida de la fe en la humanidad... Pudiendo escribir sobre cualquier cosa y yo sólo lo hago sobre el amor y otras estúpidas fantasías.

- Ali, el amor persiste y está en todas las historias. Matando o dando vida, escondido o explícito.

- Eres un romántico- me dijo sonriendo dulcemente- Y un idiota. Pero no vengo a hablar sobre mis crisis de identidad, vengo a hablar por lo del hilo rojo, ese que viste colgando en mi dedo meñique el día del accidente.

-Dios ayer hablamos de todo, ¿No?- dije removiéndome el cabello-Sí, te pregunté porque me pareció algo raro y curioso.

-Lucas... yo ese día no llevaba nada en las manos- dijo mirándome a los ojos- No sé si fue por el golpe pero viste mi hilo rojo de la vida ¿Verdad?

-Espera... ¿Tu hilo de qué?- reí- Ali, tu querido novio dijo que podía tener problemas o molestias en la visión, ya sabes vista borrosa, fatiga ocular...

-No dijo nada de alucinaciones

-Pues debería de ir a visitarlo por si hay algún problema- dije levantándome de la mesa.

- El hilo rojo conecta a dos personas, las cuales están destinadas a conocerse pase lo pase. Ese hilo no se romperá, aunque pueda tensarse. Lucas tienes la capacidad de verlo, sabes qué significa eso... Puedes ayudar a las personas a encontrar sus almas gemelas, puedes encontrar la tuya.

-Me estás hablando como una aprendiz de escritora psicótica que no sabe distinguir la realidad de las fantasías y no como la persona lógica que pretendes ser...

- Me voy a casa, deberías ir al hospital. Pero antes termínate el croissant y el café, es el mejor de la ciudad. Me debes 30 euros por la pizza de ayer y el desayuno gilipollas. El único psicótico eres tú o al menos lo terminarás siendo si finges que todo sigue yendo bien ¿De qué tienes miedo exactamente?- dijo cerrando fuertemente la puerta.

Me acababa de llamar gilipollas y se había ido como si nada, bueno dándome la factura por alimentarme dos veces y leyéndome el futuro... Cogí el móvil y le escribí un mensaje a Sam- Voy a revisión (médico). No te preocupes si no me encuentras en casa cuando regreses- Además cogí las llaves y mi billetera, tomé un taxi. Estaba decidido a ir a urgencias, a plantarme a esperar horas y horas sentado esperando a que me llamaran y me hicieran las pruebas.

Mientras pensaba en mil cosas, la vi. Ali estaba parada justo en frente de mí, esperando a que el semáforo cambiara de color y le permitiera pasar, se secaba las lágrimas torpemente con las manos y puedo asegurar que aquella expresión en su cara hizo que se me encogiera el corazón. Entonces pasó corriendo delante del coche y volví a ver cómo arrastraba el hilo rojo por el suelo. Miré mi mano y de mi meñique colgaba otro hilo... temí levantar la vista pero cuando lo hice, me di cuenta de que había hilos rojos por todas partes, parecía como si alguien hubiese desecho un ovillo gigante por toda la ciudad.


EL HILO ROJO DE LA VIDAWhere stories live. Discover now