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TRACY

El golpe en la cabeza me ha dejado mareada. Al abrir los ojos, mi mano quebrada ya ni siquiera la siento pero la espalda la tengo hecha polvo, como si mil piedras se me estuviesen clavando.

Además de la polvareda que he de tener atorada en las vías respiratorias. Si antes me sentía mareada, ahora no se compara cuán horrible es la sensación. Mi cabeza está a punto de reventar lo cual no es nada comparado a lo que duele la espalda y mis huesos hechos polvo.

El punto es que escalerecerme no hace más que hacerme pensar si ellos hicieron detonar la bomba dándonos un poco de nuestra propia medicina o si esto significa la aparición de May y Evans quienes se robaron El Detonador en el viejo estadio.

—¡Trac...!

La voz se pierde en mis sentidos. Un chillido atraviesa mis oídos dejándome absorta.

—¿Theo?—pregunto aunque ni siquiera tengo la certeza de poder articular algo audible.

Intento divisar lo que tengo delante pero el mundo no deja de moverse. Apenas hay luz, sólo diviso algunas sombras que se mueven delante y a los costados tal cual hubiéremos descendido al mismo infierno.

—¡Tracy!

Sí, es él.

—¿Theo?—intento sentarme pero los trozos de concreto me hacen retorcer del dolor. Peleando contra el terrible mareo me pongo torpemente de pie—. ¡Theo! ¿Dónde...?

De pronto unas manos me toman por la cintura mientras las figuras que se alzan delante de mí empiezan a tomar forma y sólo me encuentro con una multitud de rostros amorfos.

—¡Suéltame!—chillo.

Pero el sujeto me coloca un pañuelo en la nariz y un agrio olor a algo parecido a alcohol o mucho más fuerte me entra por las fosas nasales hasta clavarse en mi cabeza como un golpe directo a mi cerebro.

Las figuras que están delante formadas una al lado de la otra, me observan con sus cabezas calvas, sus narices puntiagudas y algunos de ellos, llevan máscaras de gas. Seguramente para prevenir que las bombas se encuentren arrojando radiación.

Entonces la oscuridad vuelve a alzarse dentro de mi cabeza mientras pierdo a una velocidad vertiginosa mi capacidad de percepción.

¡No! ¡No puedo perder la conciencia... no ahora!

—¿Tachas?—murmuro al ver que mi amigo trata de defenderse mientras otros tipos lo sostienen desde las axilas y los pies aunque es obstinado, no se deja capturar tan fácil...

De inmediato, un puñetazo vuela directo a sus costillas tomándome profundamente sorprendida.

¡¡NOO!!

Grito aunque la voz no me sale.

Las sombras se alzan.

Mi cabeza se sumerge.

El pañuelo me asfixia.

Y poco a poco, el mundo vuelve a desaparecer dejando nada en absoluto.



—¡¿Tienes una idea de lo que pudiese haber sucedido si tan sólo...?!

¡TACHAS!

¡TACHAS, NO!

—Lo siento pero nadie tenía conocimiento de...

¡NO GOLPEEN A TACHAS! ¡SUÉLTENLO! ¡QUE LO SUELTEN, MALDITA SEA! ¡TODOS USTEDES SON ESCORIA, SON MONSTRUOS!

—Tu ignorancia fue pagada con la vida de muchos...

¿Tachas? ¿Qué está sucediendo? ¿Dónde has ido? ¿Dónde están los demás? ¿Por qué ahora todo es pura oscuridad?

—Creo que está despertando.

No puedo despegar los ojos. Me siento tan adolorida que no me creo capaz siquiera de eso, hasta tratar de fijar la atención al escuchar me duele y hace que la cabeza me palpite como si mil tambores golpeasen dentro.

¿Qué ventajas o desventajas tendría si finalmente pudiere despertar? Creo que las segundas son mayores en proporción...

—Yo creo que se te fue la mano con el sedante.

¿Sedante? ¿Me han drogado?

Un recuerdo asalta en mi cabeza y lentamente siento que la lucidez va haciéndose lugar en mí.

Stefano. Le dispararon. Lo mataron.

Las explosiones.

Las bombas.

El suelo se desgrana.

Caemos.

Caemos todos y el dolor es demoledor.

Luego la aparición de las ratas de blanco que se llevaban a Tachas. Que nos observaban y se lo llevaban.

Los guardianes. Sus armas. Son muchos. Son demasiados. Todos volaron despedazados, no puede ser que sigan aquí.

Que nos hayan capturado.

—¿Tracy? Tracy, abre los ojos.

Vuelvo al aquí y ahora. Percibo que algo me presiona un hombro y me lleno de ira en cuanto recuerdo el momento en que me durmieron. Apenas llega a mi mente el motivo por el cual estamos donde quiera que estemos el mundo toma un color diferente impregnando de bronca cada rincón de mi vida.

También me preocupa si me dieron cloroformo o quizá pueda haber sido algo peor.

—Tracy, vamos.

—No despertará, Jeffrey. Se te fue la mano con el sedativo.

Hay un hombre y una mujer hablando. El primero es quien me intenta despertar sin embargo lo último que percibo tras las palabras de la mujer es un gimoteo desesperado de alguien cuya voz reconozco de inmediato.

—Quédate quieto, Landon—dice la mujer—, tu chica aún no está muerta. No por ahora.

¿Landon?

¡Claro, es Theo! ¿Pero qué sucede? ¿Está atado? ¿Amordazado?

Busco la voz de mi consciencia con la esperanza de que me brinde sensatez aunque me siento tan bloqueada que ni eso ayuda.

—Tracy Smith, ¡abre los malditos ojos ahora!—me ordena el sujeto que debe ser Jeffrey.

Y la imagen de Tachas siendo arrastrado, de Stefano muerto e imaginarme a Theo maniatado me da la energía suficiente como para abrir los ojos de golpe, llena de furia y asqueada al escuchar mi nombre en la boca de este hijo de perra.

"Ese tipo preparaba los métodos de tortura y supervisaba su aplicación". Stef...

—¡AJÁ! ¡YO SABÍA QUE ESTABAS DESPIERTA!

Entonces una luz blanca me encandila al tiempo que la figura de uno de los tipos de uniforme blanco, calvo en gran parte, nariz puntiaguda y mandíbula demasiado salida se aparece en mi campo visual con una sonrisa de oreja a oreja mostrando sus dientes afilados riendo en señal de victoria contra las objeciones de la mujer.

Pero yo no soy su victoria, maldita sea.

—¡HIJO DE...!

Me siento de golpe en la cama y mis manos se cierran con fuerza en su cuello.

Quiero asfixiarlo.

Quiero que se muera.

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#MALOS #MALOSFINAL

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BOY TOY #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora