capítulo 34.- "reencuentro"

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Siento como tiran de mi brazo.

Despierto de mi liviano sueño. Observo a un oficial con la mano estirada esperando algún movimiento de mi parte, por lo tanto, reacciono y acepto su ayuda para salir del auto.

Estamos nuevamente en un estacionamiento.

—¿Dónde estamos exactamente?— cuestiono aturdida.

—En el edificio donde estaremos viviendo— me responde una voz atrás de mí que rápidamente identifico como Sam.

—Vamos a dejar que descansen del viaje, y por la mañana, tendrán que ir a declarar al Ministerio Público— nos dice un policía. Ambas asentimos—. Habrá varias patrullas rondando el área para su protección.

—¿Todo salió bien anoche?, ¿Cómo está Jos?— pregunto un tanto nerviosa.

—Afortunadamente las cosas salieron como se planearon. El joven Canela, viene en camino a la ciudad.

Suspiro aliviada.

...

Tocan la puerta de mi habitación. No tengo muchos ánimos de hablar con mi amiga.

Hoy me siento más extraña que otros días. Y no sé si sea por saber que la pesadilla se está terminando, o porque estoy nuevamente en la misma ciudad que Freddy.

Samantha entra. Sus ojos buscan comprensivos los míos.

—Son casi las diez, debemos ir a hacer nuestras declaraciones, Brissa.

—No me siento muy bien.

—Yo entiendo que todo esto es bastante duro, pero tú me demostrarte que es ser realmente fuerte. Todo está por terminar.

—Ni yo sé que es lo que me pasa, ni lo que siento— me muevo en la cama, quedando boca arriba—. ¿Qué crees que esté haciendo Freddy ahora?

—Brissa...— ella suspira—. Creo que deberías dejar de pensar en ese chico.

Mi vista va del techo hacia ella.

—¿Por qué lo dices?, creí que me apoyabas.

—Lo hago; pero tienes que reflexionar sobre lo malo que te trae estar cerca de él. Amiga, el amor es para ser felices, sin tener algún temor de por medio.

—Estás equivocada. En el amor también se sufre.

—Pues parece que ya sufriste demasiado.

—Jos dijo que Freddy tiene algo que decirme..., algo importante, y necesito saberlo.

—Tienes que pensar muy bien las cosas. Medítalo esta noche.

—No tengo nada que meditar. Yo quiero verlo. Quiero saber que está bien.

—Seguramente lo está y estará, pero tú no si continúas creyendo que él es alguien bueno para ti.

Samantha se levanta de la cama y camina hacia la puerta.

—Tienes quince minutos para estar abajo e irnos— sentencia antes de salir.

...

Freddy.

Sirve café caliente en una taza, luego la acerca a mí con cuidado.

—Está aquí.

—¿Tan pronto regresó de Los Ángeles?

—No me refiero a ella.

Alan deja la cafetera sorprendido y me mira.

—Y..., ¿Qué harás?— inquiere nervioso.

Shakespeare y Serenatas » f.lWhere stories live. Discover now