capítulo 16.- "la bella y la bestia"

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Me mira, lo miro, ambos nos miramos. Pero a diferencia de que él está realmente furioso y yo quiero echarme a reír como una maníaca.

Afuera del auto parece un diluvio y los truenos y relámpagos parecen formar parte del rostro tan agrio de Freddy.

—Mouque...

Su voz suena a advertencia. La bestia no tarda en tragarse al diminuto pedazito de Freddy tranquilo que aún queda.

—Leyva...

Trato de imitar su tono. Fracaso.

Me río nerviosa mientras aparto la vista de la suya. Él suspira cansado.

—Lo siento, Freddy, yo...

—No has tenido cuidado ni en lo más mínimo. Has pinchado un neumático. Has ensuciado mi auto. Y has hecho que nos quedemos aquí hasta que la lluvia pare porque parece ser que no hay vida por acá y menos nos van a ayudar cuando parece un tsunami allá afuera. Realmente espero que lo sientas.

¡Y ahí está!

Sus palabras me han hecho reflexionar. Tiene toda la razón. Sólo atino a cerrar la boca y no decir nada.

Los pronósticos decían que la lluvia no calmaría hasta después del medio día y apenas darán las ocho de la mañana.

Pensar en estar encerrada con un geniudo como Freddy me aterra. Nunca se sabe como va a reaccionar.

—No estoy molesto— habla.

—¿No lo est...

—Estoy lo que le sigue— corta mi pregunta.

Suspiro fuerte. Gruño.

—¡Lo siento!— alzo las manos en rendición. Me mira con el ceño fruncido—. ¡Siento mucho preocuparme por ti!— pico su pecho con mi dedo—, ¡siento mucho querer ayudarte y buscar una forma de que te sientas mejor!, realmente no sé qué...

Se hinca en el asiento en un movimiento hábil, echándose sobre mí, haciendo que mi espalda choque con la puerta del auto.

Su rostro está a tan escasos centímetros, que temo por mí y mis posibles reacciones.

No puedo evitar ponerme nerviosa ante su cercanía. Sé que lo hace con toda la intención de hacerme caer y ahora tomar el papel del fuerte.

Me dispongo a mirarlo, a encararlo. Luchando contra mis hormonas totalmente alteradas para no cometer una tontería.

Una vez que el silencio es lo que abunda de manera sumamente incómoda, se separa y dice—: Muero de hambre, y lo único que tengo a la mano eres tú. Así que deja de gritonear por todo o no voy a responder de mis actos.

No sé como tomarlo.

O me indigno, lo ignoro, o bien lo insulto y suelto un golpe.

Opto por la segunda opción.

Me ha tentado; pero no ha conseguido nada de mí. Está poniéndome a prueba.

Sé lo que piensa. Cree que lo he traído aquí para conseguir algo de él. Sin embargo, si este fuera mi auto, ya lo hubiera sacado a empujones y dejarlo parado en medio de éste diluvio.

Freddy vuelve a acomodarse en el asiento. Está menos adolorido que antes, pero más molesto.

¿Acaso no es estresante?

Dispuesta a no darle el grandísimo lujo de tenerme a un lado, brinco hasta el asiento de atrás, manchando un poco el asiento donde estaba.

No chista nada, sólo lo ignora. 

Shakespeare y Serenatas » f.lWhere stories live. Discover now