Capítulo veinticinco

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***ANTES DE QUE ME MATEN: si no recuerdan algo, pueden leer el capítulo anterior jiji. De antemano, les pido disculpas por la larga espera, les prometo un capítulo pronto y una vida llena de sorpresas <3

Ahora, lean o mueran :) ***


Me quedé horas extra terminando de dar los últimos detalles a mi primer proyecto personal, el cuál, no había podido terminar, por razones que sí que conocía y no serían aceptadas por mi jefa como excusas. Pero me había quedado dormido, sí. Y no me di cuenta de que estaba durmiendo en el trabajo, hasta que llegó alguien a despertarme. La persona que menos quería que me descubriera.

—¿Sr. Adams?

Alcé la cabeza y encontré a mi jefa, mirándome con el ceño levemente fruncido.

—¿Está bien? —preguntó— Digo, estaba por irme y lo encontré aquí. ¿Por qué se quedó hasta tarde?

—Sí, yo... estaba terminando mi proyecto individual —me senté con una mejor compostura—. Usted... usted me dijo que quería mi proyecto hoy y yo no pude terminar unos detalles, pero lo logré y ahí está. Espero que le guste o que lo apruebe al menos —le mostré los planos impresos y el diseño que hice a mano.

Ella me miró fijamente un par de segundos más y yo deseaba saber qué pasaba por esa seria pero joven mente.

—Sabe que no tenía que quedarse aquí hasta esta hora, ¿cierto?

—Tampoco es que tenga nada mejor que hacer —confesé alzando mis hombros.

—¿Un hobbie, una rutina, una novia? ¿Nada? —negué con la cabeza— Vaya que le hace falta una vida, Sr. Adams.

—¿Qué me dice de usted? —pregunté, sabiendo que tal vez me odiaría por ser tan osado— No sabía que se quedara tan tarde.

—Tengo que terminar de revisar proyectos, pero usualmente a esta hora, solo en el silencio —confesó, mirando el reloj en mi pared y yo asentí—. ¿Se le ofrece algo más? —negué— Estupendo, entonces espero verlo luego —dejó un sobre en mi escritorio, me miró y se marchó.

Tomé el sobre de papel y lo abrí, encontrando una invitación a una fiesta de cumpleaños que daría lugar días después en un edificio no muy lejano del mío.

¿Mi jefa me invitaba a su cumpleaños? Era raro, así que le envié un mensaje a John mientras recogía mis cosas. Él me respondió que usualmente todos iban a su fiesta, solo si ella les entregaba personalmente la invitación.

Supuse que sería divertido conocer a mis compañeros de trabajo fuera de él y guardé la invitación. Me puse mi abrigo y, con mis cosas en mano, salí de mi oficina, cerrando la puerta detrás de mí.

Salí del edificio y contemplé el brillo de la calle y los edificios gracias al agua de la lluvia que había caído durante la tarde. No encontré ningún taxi disponible, así que empecé a caminar en silencio hacia mi apartamento.

Hubo varios días así. Trabajaba hasta tarde y volvía a casa caminando, rezando internamente para no ser asaltado o asesinado en el camino.

No manejé la cuenta de los días en que lo hice, pero se podría decir que fue más de una semana. Los fines de semana, decidí volver al gimnasio para mantenerme ocupado y volver a tener las rutinas como las que tenía meses atrás, antes de que todo se pusiera de cabeza. Iba al gimnasio por varias horas, volvía para el almuerzo y me quedaba en casa el resto del día.

Bienvenida Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora