—No estaba en mis planes que él se comprometiera con esa humana, todo estaría bien si fuera Rosalba comprometida con ellos, los destruiría rápido, pero no mi hijo... mi hijo no haría nada contra ellos, jamás he podido entender esa bondad en su corazón y Adrián ¡dios! Adrián es torpe como su padre — dijo alejándose, tenía que recoger a Rosalba antes que sospecharan de su tardanza, ella preparaba todo donde esconderían a Maximiliano. «Espero a tus hombres para continuar con el plan» dice por último subiéndose a su automóvil.

Manejo por media hora llegando a una casa a las afueras de sus tierras donde Maximiliano seria sedado hasta que creyera conveniente.

—Has tardado madre, que desesperación contigo — gruño la mujer de cabello negros.

—No me molestes Rosalba, y la tonta de Ana — refiriéndose a una dulce jovencita que trabajaba para ellas en la casa principal, huérfana sin nadie quien la defienda con ella hacen lo que le plazca.

—Aquí estoy señora, alistaba la habitación — dijo con la cabeza agachada, de piel blanca como la leche, sus cabellos pelirrojos y ojos color miel un par de pecas se acomodaban en sus mejillas y puente de la nariz, es bonita, pero nadie lo notaba, por lo menos no metida en ese hoyo que era su vida con ese par de mujeres siendo dueña de ella.

—No quiero que nadie venga, nadie debe saber que mi hijo está aquí, mantén la dosis que el doctor te dirá yo vendré a verte, no quiero problemas pequeña escoria — escupió al final haciéndola temblar de miedo, Minerva la mujer de esa voz venenosa podía vender que era una dulce viuda buscando la felicidad de sus hijos, pero solo Ana conocía lo miserable que era por dentro.

—No, señora no tendrá problemas — contesto tímidamente.

—Eso espero — con eso ultimo dieron paso a su plan.

Las horas pasaron corriendo la noche llegó y Alexter desesperado perdía el control de sus emociones, Adrián por su parte miraba su alrededor sin entender nada llegaron al último tramo que les faltaba peinar, habían permitido que sus manadas descansaran.

—Alexter— la voz fuerte de su hermano lo hizo girar de prisa y correr hacia él.

—Mira... — señalo la tierra

— ¿Qué? — dijo con desesperación

—Esta parte de la tierra está trabajada — empezó a patear el camino dejando un par de huellas de neumáticos asomándose en el pavimento para después continuar con la tierra «No crees que ese árbol está mal ahí» señalo el menor, Alexter tomo con fuerza el árbol que tapaba topándose tres más totalmente derrumbados, ellos dos se acometieron en ayudarle.

—Es el automóvil de Max — dijo Adrián sorprendido, Alexter lo movió para pasar hasta mirar en los asientos del piloto y copiloto para ver que estaba vacíos. Golpeo una y otra vez desesperado al no entender que pasaba, pero una duda no tenía ella corría peligro donde sea que esté en ese momento.

—¡MADELEINE! — grito al viento ocasionando que el eco se escuchara en todos lados.

Madeleine sintió como si le llamaran abrió los ojos de golpe topándose de escenario un lugar lúgubre, frio; se incorporó mirando su alrededor no podía ubicar donde estaba, intentó recordar lo que había pasado fue como un flash en su mente paso la imagen del lobo en medio del camino y unos hombres hablando, se levantó tratando de ver por dónde podía salir.

—Tranquila, no hay una puerta mágica que te saque de aquí — dijo una voz del otro lado de lo que parecía una ventada con rejas.

— ¿Quién eres? — ordenó ella.

—Perdona mis modales, yo soy Renato y estás en las hermosas tierras del lobo gris — dijo él sonriendo para sí mismo. Madeleine tenso el estómago, había escuchado ese nombre mentar y no significaba nada bueno. «Te comieron tan rápido la lengua los ratones, no te preocupes por el momento estas sana y salva en medio de todo esto, mi señor me ha pedido que te mantenga observada»

El alfa enamorado ✔🐺🌌Where stories live. Discover now